Indutrias Ör es una empresa familiar marbagán especializada en intervenciones antiterroristas que incluyan tomas de rehenes o activos especialmente sensibles, como la ocupación por la fuerza de una central nuclear o minas de extracción de minerales estratégicas.
En la actualidad cuenta con unos 300 empleados fijos dedicados a tareas de administración o de venta de servicio, en su mayoría trabajadores marbaganes. Por otra parte, los activos temporales (denominados fijos discontínuos) que se contratan para llevar a cabo las intervenciones son alrededor de 1.200, fundamentalmente personal con experiencia en seguridad o militar.
Industrias Ör cuenta con seiscientos años de historia y siempre ha mantenido un perfil de empresa pequeña. De hecho los marbaganes que la componen son parte del clan familiar que posee la empresa, el clan Narjö.
El clan Narjö está establecido en el sector (fronterizo con la Federación) Bixnuur dentro de la RFP. El clan lleva muchas generaciones viviendo en ese sector, pero se les considera aún entre los clanes más tradicionales como unos advenedizos en el negocio de la seguridad. Es muy probable que esto se deba a una campaña (poco exitosa) de mala publicidad entre los suyos.
Lo cierto es que el éxito de Industrias Ör, cuya andadura comenzó en el sector siderúrgico, de ahí lo de «Industrias», radica en que ocupa un nicho de mercado que visto desde la perspectiva marbagán no goza de popularidad: no sólo ayudan a rescatar rehenes. En muchas ocasiones, trabajan siendo los secuestradores. Y lo hace en la RFP.
El término técnico que utilizan para referirse a esta actividad es «extracción de Vips». Según las últimas referencias alrededor de la mitad del negocio neto que hacen se debe a estos secuestros. Están especializados en personas de importancia moderada: trabajadores corporativos que no quieren trabajar de manera voluntaria para otra corporación, por lo general. Los objetivos grandes están fuera de su liga y lo saben.
La RFP tolera su actividad por dos razones. Primero, las corporaciones de algún modo apoyan y ayudan a la existencia de tal empresa. Segunda es que es tan complicado desmantelar un negocio tan pequeño (en términos judiciales y administrativos) que no está en el objetivo de político alguno o al menos, alguno relevante.
Sus servicios son caros, pero discretos y efectivos. Alrededor del 75% de estas extracciones son exitosas y un número anormalmente bajo termina con heridos o víctimas (menos del 7%). Contratar con ellos significa pagar por el trabajo independientemente si lo logran o no.