Desgarrados aún por su experiencia con la extraña criatura y su dolorosa liberación, la 501 decida seguirla en su retorno al espacio de la Unión Pangaláctica. Es posible que la acción en dicho espacio provoque un incidente galáctico, pero han entablado amistad con junior, nombre con el que han bautizado al descomunal animal. No tiene inteligencia, lo han comprobado, pero es una criatura empática capaz de relacionarse con los seres inteligentes. Sólo alguien desprovisto de sentimientos podría haber hecho eso a un animal tan magnífico como él. La 501 está dispuesta a descubrir quién ha sido y, si puede, llevarlo a la justicia.
Siguen a junior a gran velocidad a lo largo de la frontera. De hecho, deben realizar varios microsaltos para mantenerse a su altura. La criatura parece viajar en una especie de deformación de Alcubierre y la Victoria B tiene grandes dificultades para no ser arrollada por la onda de deformación gravitatoria. En varias ocasiones se acercan demasiado y la estructura de la nave se queja, algunos paneles estallan y el interior se queda a oscuras y sólo se oyen las maldiciones de Fernández. Tor no lleva bien tanto esfuerzo subespacial y Arles hace lo que puede para mantenerse a una distancia segura y que aquel mastodonte no les deje atrás.
De repente la burbuja gravitatoria desaparece y la velocidad vuelve a términos normales. Están dentro de la U. P. G. y es un buen momento para olvidar todos los protocolos y advertencias del mando. Juana desconecta todos los equipos de sensores activos, el identificador y reduce al máximo las emisiones de los motores. Intentan pasar desapercibidos. Una cosa es infiltrarse en territorio hostil y otra muy diferente ir anunciándolo. La inercia les permite mantener la velocidad de junior.
Y al final, llegan. En medio del espacio vacío localizan una manada de criaturas como su nuevo amigo. Viajan a gran velocidad, casi un centenar, pero lo más terrible es que algunos de ellos muestran las mismas manipulaciones que ellos quitaron a su guía y en medio de la manada, un par de naves, con más aspecto de máquinas de tortura, se mueven sobre los lomos de las criaturas injertándoles esos despropósitos. El objetivo de tal atroz maniobra no está claro, pero las criaturas parecen indefensas ante un enemigo tan sofisticado.
– Tor -anuncia Juana- grábalo todo. La RFP tiene que saber lo que está pasando aquí.
Y da la orden de ataque.