—Jefe, dicen los redactores que si puedo bajar un momento el Dado de Oro a sus cubículos.
—No —respondió sin dejar de mirar el dorado galardón.
—Pero jefe, ellos también quieren verlo.
—No —dijo con la mirada perdida en la joya.
—Pero… debería tener algún detalle con ellos—. El hombre dejó de mirar un momento los brillos hipnóticos de aquel objeto, alargó la mano hacia el cajón de dados que siempre había en su oficina y arrojó un montón de poliedros sobre la mesa. Rodaron un tiempo hasta detenerse marcando diferentes guarismos.
—Pero jefe… ¡ya tienen dados de diez caras!
Los contenidos de este número 148 son: Sigue leyendo