Número: 194. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Han pasado ya tres años desde la elección del gobernador de la ciudad de Arim y su trágica muerte el mismo día de la elección. Gobierna como interino quién fuera su mano derecha, vicegobernador en la candidatura, y único testigo del accidente que acabó con la vida de su compañero de candidatura. Aquello despertó algunos rumores y habladurías en su momento, pero se disiparon pronto tras algunas medidas populares (como alargar la hora en la que se servían bebidas en las tabernas). Sin embargo, en los últimos días han aparecido papiros en las calles, pegados a las paredes, en los que se acusa abiertamente al interino del asesinato del gobernador y se exige su cese y la celebración de nuevas elecciones. Las previstas no ocurrirán hasta dentro de dos años, pero alguien parece tener prisa…
Si los personajes tienen alguna relación con el gobernador actual (o el anterior) y desean ganarse su favor es posible que quieran meterse por voluntad propia en la investigación de los acontecimientos de hace tres años o, más importante, quién está detrás de la actual campaña contra el interino. Si no sienten la llamada, es posible que algún siniestro personaje al estilo de garganta profunda les contrate para investigarlo. Para ello, será necesario que sean conocidos en la ciudad de alguna u otra forma y que quién les contrata (un agente del gobernador) tanga conocimiento de su trabajo. En cualquier caso, puedes jugar la escena introductoria:
Mientras pasean por la ciudad para acudir a una cita con un viejo conocido, un hombre pide socorro a gritos, pero estos resultan acallados de forma repentina. Unos pasos se alejarán de la escena apresuradamente. Cuando los personajes lleguen, descubrirán a un hombre agonizante en el suelo y, lo que es peor, será alguien conocido por los PJ (sí, la cita hacia la que se dirigían). El pobre morirá en pocos segundos sin decir nada pues el feo corte en el cuello ha alcanzado sus cuerdas vocales; sin embargo, no dejará de sujetar con firmeza un papiro idéntico a los que hay en algunas paredes y en los que los personajes ya habrán reparado al llegar hasta ahí.
¿Quién le ha matado? ¿Por qué? ¿Y qué relación tienen los libelos contra el gobernador en su muerte?
- su nombre es Indalecio Mural.
- Los personajes saben que su difunto conocido tenía relaciones con la oficina del gobernador. No le conocía directamente, probablemente, pero había hecho algunos trabajos para ellos con anterioridad.
- Lo que no saben es que le habían pedido que encontrara a un grupo para que averiguara discretamente quién podía estar detrás de ello y él había pensado en los PJ.
Si los PJ no «viven» la escena introductoria en directo, Indalecio Mural aparecerá en sus investigaciones más tarde, muerto en un callejón y si les ha contratado el gobernador, incluso sabrán que iba a contratar a un grupo para hacer el mismo trabajo que ellos, pero cuando no regresó les buscaron a ellos directamente.
El objetivo de esta fase de la aventura es descubrir quién hace los carteles que se están pegando en las paredes de la ciudad; en la creencia que quién está detrás de ellos, estará detrás de la campaña contra el gobernador y, en su caso, detrás del asesinato de Indalecio Mural.
En Arim no hay imprentas (en Eriloe no hay imprentas) así que no hay forma de buscar al impresor. Los carteles están creados a mano por alguien que sabe del tema (un escriba, sin duda). Tienen algo de texto, pero en su mayor parte son una imagen que representa al gobernador pisando el cuello del antiguo en plan trofeo de caza. De hecho, le dibujan con una ballesta en las manos.
Nota: el gobernador murió de un disparo de ballesta, la suya propia, que, según la versión oficial se disparó al caerse al suelo desde la montura.
A continuación te ponemos una serie de escenas que los personajes podrán recorrer en esta primera parte de la aventura. No todas son necesarias para recopilar la información, pero pueden jugarse igualmente.
Una forma de encontrar al creador de los papeles es localizar dónde los compras. En realidad no es papel, sino papiro y es incluso más extraño que el papel. No hay «papeleras» que fabriquen el papel y quienes los hacen suelen ser artesanos (y estar fuera de Arim). En la ciudad, sin embargo, hay tres comerciantes que trabajan el género del papel (siempre hay gente que necesita registrar cosas por escrito: matrimonios, contratos, divorcios, registros de propiedad, etc. Los tres comerciantes son: Quinto Olivo (cuyo dueño se llama Baltasar Adlum, humano), Vacío en Calma (de Geroga Kaldrak, enana) y Filias Comercial (de Filias e Hijos, todos elfos).
La información que podrán sacarle a los comerciantes de papel te la indicamos a continuación. Puede dárselas todas el mismo o sacarle algo a cada comerciante y así haces dos o tres escenas.
- El papiro es un material que no trabajan porque es frágil y difícil de conservar y comparado con el papel derivado de la celulosa es menos práctico. Hablarán maravillas del papel porque, entre otras cosas, es lo que venden.
- Ningún comerciante de la ciudad trabaja el papiro. Sí, los carteles son de papiro, pero debe tratarse de alguna remesa que estaba guardada en algún almacén, no ha entrado por el puerto en los últimos días. Quizás la haya elaborado alguien artesanalmente.
- Hay una druida loca en los bosques al sur de la ciudad (a la derecha del mapa, recuerda que los puntos cardinales en Eriloe están girados) que a veces les ofrece papiros y a veces se acerca a la ciudad. Se llama o la llaman Mama Baba y no, últimamente no la han visto, pero pueden indicarles dónde vive con bastante exactitud. En el bosque del sur, donde vean un montón de animales congregados.
La información importante es la existencia de Mama Baba como veremos en el segundo acto.
La herida de Indalecio Mural, si ya han dado con él, es muy característica; una hoja curva con el filo exterior que deja cortes profundos y curvos. Tendrán que examinar el cadáver para descubrirlo (quizás se lo pueda decir el médico o la gente que retire o retiró el cuerpo). Estas armas curvas son características de la guardia de la ciudad.
Nota: en realidad, el guardia no quería matar a Indalecio, solo averiguar sus intenciones y asustarlo si fuera necesario. Sin embargo, los gritos de socorro pusieron nervioso al guardia y atacó con lo que tenía en la mano (que era su arma). No fue un asesinato premeditado y quizás los PJ puedan averiguarlo si se dan cuenta de que el grito de la víctima indica que no fue un ataque emboscado.
Eso les llevará a hablar con el jefe de la guardia (Malo Kardan), aunque si quieren que este les cuente algo, será mejor que vayan en nombre de alguna autoridad, consigan su permiso o den una buena explicación de los que están investigando. Si no pueden conseguir ninguna de esas cosas, un buen soborno o varias rondas de cerveza podrían hacerle más colaborador.
El jefe de la guardia les dirá que, por norma, hay bastantes guardias de permiso todos los días, pero que desde que aparecieron los malditos papiros les tienen trabajando en turnos dobles intentando detener al culpable patrullando las calles. Solo tres guardias tenían permiso el día de autos: Carlos Arra (un joven que estaba en el momento de asesinato en un prostíbulo; es comprobable), Victoria Naral (una veterana que pasó la noche en su casa con su familia) y Gino Malaco (que seguramente estaría apostando en un garito).
Gino Malaco es el personaje que buscan. Podrán contactar con los otros dos en el mismo cuartel de la guardia; salvo que acudan inmediatamente a hablar con el jefe de la guardia, habrá pasado tiempo suficiente para que vuelvan a reincorporarse a sus tareas o, en su caso, podrán esperar a que lo hagan y hablar con ellos. Gino no se presentará. Los PJ podrán oír al jefe dar la orden a una patrulla de ir a buscarle cuando acaben su turno y traerle de las orejas. Les dirá la dirección y los PJ podrán enterarse de ella.
Su visita a la casa de Gino Malaco la trataremos en el segundo acto.
El jefe de la guardia no se fía de Gino Malaco. Es un tipo con grandes deudas y un eslabón débil en el cuerpo de guardia. Es posible que lo hayan sobornado o, peor, extorsionado para cometer el asesinato, pero Gino es una mala bestia y en caso de disturbios es alguien que te gusta tener a tu lado. El jefe de la guardia no comete ningún error al dar la dirección delante de los PJ. Prefiere mandar a unos desconocidos a lidiar con un problema que a dos de sus hombres.
Es posible que los PJ vayan a hablar con el jefe de guardia tras hablar con el asistente del gobernador. Él desconocía la misión de Indalecio (es cierto) solo que debía dejarle pasar cuando volviera con compañía, sin importar la hora. Pensó que se trataría de compañía femenina (al gobernador le gusta), no de mercenarios. No, no se lo dijo a nadie. Él duerme en la casa del gobernador y si alguien aparece en la puerta a horas indebidas, sus hombres le habrían despertado.
Si los personajes hablan con (o conocen a) alguien de la guardia se enterarán que en la guardia hay como dos facciones: los que apoyaban al difunto gobernador electo (veteranos de otros gobernadores) y los que apoyan al actual (más jóvenes). Los primeros no desobedecen órdenes, pero forman una especie de «guardia de veteranos» o núcleo duro a los que el jefe de la guardia, nombrado a posteriori, no les cae bien. Gino Malaco pertenece a este grupo a los que no les gusta que les hayan quitado algunos privilegios.
La escritura no es un arte al alcance de unos pocos. Mucha gente sabe leer, alguna gente sabe escribir toscamente (aunque no lo hace en público por temor a ser tachados de practicantes de magia) y muy poca gente sabe escribir con claridad o iluminar un papiro como el de las denuncias. Es un trabajo de un artesano con bastante habilidad y, a diferencia de otras cosas que han visto, no lleva la firma del escriba.
Solo hay dos talleres de escribas en la ciudad: «Letras de Ariak» es un taller dependiente de la cámara de comercio que, principalmente, se encarga de redactar contratos, avales, cartas de pago y esas cosas que se utilizan en el comercio; como actividad paralela hacen trabajos para particulares como invitaciones, cartas de presentación, orlas de estudios y esas cosas que tanto llaman la atención a la burguesía de Ariak. «Canción de Pluma» es el taller de escribas al servicio del gobierno. Preparan los bandos, las disposiciones y los papeles oficiales; también escriben cartas a la gente cuando tiene que presentarlas ante la administración.
En Letras de Ariak les dirán que el trabajo es tosco; que se han utilizado técnicas de papel sobre papiro y que eso ha provocado que la tinta se corra en varios lugares. Está hecho por alguien que conoce la práctica del trabajo en papel, pero no es un maestro que tenga experiencia en trabajar en papiro o en lino. Les asegurarán que nadie del taller lo ha hecho. No tenemos tiempo de hacer nuestro propio trabajo, como para hacer horas extras.
En Canción de Pluma les dirá lo mismo, trabajo tosco, técnica inadecuada, pero uno de los dueños les contará que el rabillo de la S de «usurpador» es como una firma del escriba. Reconocerán el estilo de un antiguo aprendiz que tuvieron que despedir porque era muy inconstante y desobediente. Arruinó varios trabajos por su empeño de hacer la S con ese adorno (serifa) excesivo.
Les dirán su nombre, Marco Asal, y dónde podrían encontrarle: una casa de huéspedes en la zona más exterior de la ciudad (el barrio más humilde). La visita a la casa de Marco Asal la trataremos en el segundo acto.
Ya les haya contratado algún agente del gobernador o por voluntad propia, es posible que deseen averiguar cosas en el entorno del gobernador. No, no les recibirá, pero si podrán hablar con algún funcionario o, si les contrataron o dicen ser los amigos de Indalecio Mural iba a contratar, con el propio asistente personal del gobernador (lo que sería su jefe de gabinete, un tal Pedro Mar).
Les explicarán e insistirán en hacerlo, que el gobernador es inocente y que las acusaciones de los papiros son meras calumnias políticas buscando forzar su dimisión. Una jugada política de lo más rastrera (y apuntarán a algunos comerciantes que podrían tener intereses en contra del gobernador).
Nota: esto es mentira. El gobernador actual mató al gobernador electo con la ballesta de este. No había testigos y nadie puede saberlo. No lo hizo por ambición política sino porque ganadas las elecciones, el gobernador le contó su verdadero plan y como pensaba convertir Ariak en la mismísima puerta del infierno. Estaba loco y su muerte fue un mal necesario.
Les contarán que mandaron a Indalecio Mural a contratar a un grupo para que realizara investigaciones discretas. Si aún no les han contratado, es un buen momento para que digan que son ellos y, además de la venganza, sacar algún beneficio económico y, seguramente, abrir mejor algunas puertas.
Y por último les contarán que la discreción hizo que poca gente supiera lo de Indalecio. El gobernador, él mismo (Pedro Mar), el jefe de la guardia (que tendría que dejarles pasar con discreción) y, naturalmente, el contable (Honorio Grande que debía autorizar el gasto). Cree que Indalecio fue asesinado para impedir que contactara con los PJ y se iniciara la investigación.
Los personajes pueden llegar a la conclusión de que uno de los cuatro que sabía de su contratación está trabajando para la oposición. Y llevarán razón. El gobernador y su asistente personal deberían descartarlos (no contratarían a nadie para investigar los papiros y luego se boicotearían a sí mismos). Eso deja al jefe de la guardia, de quién ya hemos hablado, y al contable. Y sí, lo has acertado, la filtración tiene su origen en el contable, pero lo veremos en el segundo acto.
No hemos explicado la razón de elegir papiro para hacer los carteles. Hay dos motivos:
- el primero que el papel de celulosa está más controlado y encontrar a alguien que se lo venda sin dejar rastro era más complicado. Mama Baba, como veremos a continuación, es alguien difícil de tratar y los conspiradores pensaban que guardaría mejor el secreto que un estibador del puerto.
- Por otro lado, el papiro era el soporte oficial de los edictos del Emperador (hace muchos años). Los conspiradores pensaron que eso daría cierto peso a las afirmaciones que se publicaran. Algo en plan: «¡Oh, está en papiro, debe ser cierto!»
Los personajes podrían entrar en el segundo acto sin acabar el primero (no es del todo necesario) y podrían, incluso, acometer alguna escena del segundo y volver al primero. Los actos no están cerrados; si los hemos separado ha sido más por cuestiones estructurales (y porque somos unos sentimentales del teatro) que por una separación real de la historia.
Comentaremos ahora todos esos puntos del segundo acto que dejamos sin contar previamente. Todos ellos encaminan al tercer acto, pero cómo lleguen a él (la cantidad de información de la que dispongan) definirá el enfrentamiento final.
Cuando la definieron como una druida loca que vive en el bosque rodeada de animales, acertaron. Está loca, es druida y vive rodeada de animales. También es una semielfa y parece más anciana de lo que realmente es. Está sucia, es harapienta y juraríais que en su pelo anidan algunos insectos.
Cuando los personajes se internen en el bosque, se darán cuenta que se acercan a la casa de la druida porque los animales dejaran de alejarse de su camino para quedárselos mirando. En especial los pájaros y los roedores. Es como si no tuvieran miedo o como si estuvieran acostumbrados a las visitas (lo que no es cierto). Cuando ya vean la casa, una choza que parece mantenerse en pie gracias a las telarañas que unen sus tablones, dos enormes perros les saldrán al encuentro. No son lobos, sino perros grandes tipo labradores o mastines, pero gruñirán y se mostrarán fieros como si fueran lobos. Impresionan. No atacarán, salvo que algún PJ intente cruzar hacia la casa y, aun en ese caso, se limitarán a lanzar una dentellada.
De cómo se comporten los PJ con los perros, será la reacción de Mama Baba con los visitantes. Si guardan las armas y los hablan con amabilidad (como si fueran seres inteligentes que merecen respeto), los perros se apartarán y les dejarán pasar moviendo el rabo contentos; Mama Baba les atenderá con educación, les ofrecerá alguna infusión o remedio contra enfermedades y les contará todo lo que saben. Si les ignoran y llaman a Mama Baba a gritos, sin atacar a los perros, saldrá de la casa, les tratará con antipatía y, salvo que la obliguen, no contará nada relevante. Si atacan a los perros, el bosque entero se echará encima de los PJ, empezando por hordas de pájaros, seguidas de roedores, los perros y, por último, un enorme oso pardo; Mama Baba desaparecerá y no volverán a encontrarla.
Lo que mama baba les puede contar es que sí, efectivamente, fabrica papiros que vende en la ciudad de vez en cuando y que sí, recientemente recibió un encargo de decenas de hojas de un guardia de la ciudad. No, no se identificó como guardia, pero ella los identifica enseguida (el corte de pelo, la forma de hablar, el arma). Cuando le preguntó porque papiro y no papel, el guardia le contó que así era como lo hacía el emperador (lo que es cierto). No sabe el nombre del guardia, pero le reconocería si le ve (si le prometen algo para sus animales, les acompañará a la ciudad para identificarle). Si no consiguen convencerla para que les acompañe o no se les ocurre, les contará que el guardia tiene un gato en casa. No le pregunten como lo sabe, lo sabe. Esa fue la razón por la que le dejó pasar a verla.
Esta revelación del gato puede utilizarse como «prueba» para desenmascararlo. Cuando se enfrente al cerebro detrás del complot e intenten convencer al gobernador, puede ser vital dar este dato. Una identificación de Mama Baba será mejor, pero reconozcamos que una druida loca no es el mejor de los testigos.
El guardia que consiguió los papiros y se los pasó al escriba no está de buen humor. La muerte del agente del gobernador no le ha suavizado el carácter y sabe que se ha metido en problemas que quizás no pueda sortear. A pesar de toda la fortaleza física que despliega, en el fondo es una rata asustadiza. Sabe que sus «jefes» no le van a cubrir las espaldas si las cosas vienen mal dadas. Ayudó al complot por pura ambición, le prometieron quitar al jefe de la guardia de su puesto y, aunque no directamente, le insinuaron que el puesto quedaría vacante para un veterano (quizás él).
En un primer momento pensó quedarse en su casa, en la zona oeste de la ciudad, pero enseguida se le vinieron las paredes encima (el gato estaba muy pesado) y salió un momento a relajarse a la taberna. De ahí a echar unos dados y a empeorar su humor por ir perdiendo.
Los personajes podrán encontrar su casa si hablan con alguien de la guardia (incluso el propio jefe de la guardia) y le comentan lo del gato, le hacen una descripción o, directamente, dicen su nombre. Todos saben dónde vive, más o menos, porque la relación con sus vecinos es algo tensa y no es la primera vez que le denuncian. De todas formas, no estará en su casa, pero cualquier amable vecino les dirá dónde encontrarle (en una taberna a pocos pasos de allí). ¡A esas horas de la mañana! Sí, aunque sea muy pronto para andar bebiendo.
En cuanto entren en la taberna, Gino sabrá que van a por él. Aquella no es una taberna popular y nadie va de paso por ese barrio y entra en ella de casualidad. Uno no llega a veterano de la guardia sin ese sexto sentido. Es un hombre fornido e intentará escapar de los PJ atacando primero intentando romper su línea y escapando a la calle. Si le persiguen, podrán darle alcance.
Matar a Gino Malaco es un error porque es una persona que puede llevarles hasta el responsable del complot. Sin embargo, el hombre no se lo pondrá nada fácil. No dejará de intentar huir y la escena debe incluir algunos tenderete ambulantes volcados, ancianitas atropelladas, escenas de equilibrio en las azoteas y cosas similares al estilo «Isla de las Cabezas Cortadas». Combatirá a muerte mientras crea que hay alguna esperanza, pero si le cortan todas las opciones, se rendirá como la rata cobarde que es.
Si consiguen reducirle y llevarle ante alguna autoridad (el jefe de la guardia o el asistente del gobernador) revelará que fue abordado por el Secretario del Gobernador y le pidió, primero que consiguiera el papiro y se lo entregará a un escriba y segundo que matara a Indalecio Mural.
Nota: esto último es mentira. La orden que recibió fue que descubriera los planes de Mural (a quién el secretario le dijo que vio salir del despacho del asistente), Gino, cuando le vio que cogía uno de los pergaminos de la pared, reinterpretó las órdenes a que debía asustarle para que no hiciera lo que fuera a hacer (contratar a los PJ) y aquello derivó en la muerte.
Ver el acto tres para ver las consecuencias de esta revelación.
Nuestro escriba sospechoso ha convertido su habitación en la pensión en un pequeño taller de escriba en el que pasa horas haciendo trabajos. Le pillarán preparando uno de los papiros que se han hecho ya famosos en la ciudad. Tiene dos más preparados secándose sobre una cuerda que cruza la habitación de lado a lado.
Marco Asal tiene los ojos pequeños que parpadean con rapidez, un cuerpo delgado y enfermizo y una piel muy blanca a la que nunca da el sol. Si entran de repente, les mirará con aire extrañado. ¿Quién puede venir a importunarle mientras trabaja? Si llaman a la puerta tardará en abrir porque intenta ocultar las pruebas. Le oirán abriendo y cerrando cajas y baúles.
Sea como fuere, Marco no es rival para los PJ y bastará la amenaza de golpearle para que se rinda y lo confiese todo. Fue despedido de «Canción de Pluma» por culpa del gobernador quién devolvió varios de sus trabajos alegando imperfecciones inexistentes. Una excusa para cambiar el trabajo después de recibirlo. Odia al gobernador y cuando un agente le sugirió este trabajo, le dieron dinero para el material y le consiguieron el papiro, no se lo pensó dos veces. La promesa de un trabajo como escriba para el nuevo gobernador fue innecesaria, pero bien recibida. No sabe quién está detrás de todo, pero sí quién es el «agente», la hermana del contable: Grata Grande. Ella no le dio las órdenes, pero sí contactó con él y cuando aceptó, el papiro, las herramientas y las instrucciones empezaron a llegar vía uno de los guardias. Un tipo arisco y hosco del que desconoce el nombre.
Es un pobre hombre que había tocado fondo y que se ha aferrado a esta posibilidad por venganza y desesperación. Se lo contará todo a los PJ y si le llevan ante el ayudante del gobernador, se lo contará todo a él entre sollozos.
Ver el acto tres para ver las consecuencias de esta revelación.
«Contable del gobernador» es el título oficial del este personaje, pero, en realidad, estamos hablando de un tesorero o un ministro de Hacienda. No es la típica persona a la que uno aborda por la calle para interrogarla y acusarla de un complot contra el gobernador. Si lo hacen, los guardias del gobernador serán los encargados de enseñarle la salida a los PJ.
Por otro lado, Honorio es culpable de una indiscreción; no está muy de acuerdo con el gobernador (de quién piensa que está desperdiciando el dinero arreglando los barrios más humildes de la ciudad), pero no participaría en un complot. La debilidad de Honorio es su hermana pequeña Grata, una cabeza loca que anda tonteando con el Secretario (ese ambicioso joven). Y sí, Honorio le comentó a Grata que iban a contactar con Indalecio para descubrir quién estaba detrás de los papiros calumniosos. La hermana lo escuchó con atención, como siempre hace, para luego contárselo todo a su «amigo». Honorio no delatará a su hermana (ni a sí mismo), salvo que el ayudante del gobernador se lo pida (se lo exija más bien o amenace con resolver esa cuestión ante el gobernador). Quiere mucho a su hermana, pero más a su carrera política.
Los PJ podrán descubrir la existencia de Grata investigando con discreción a Honorio. Saben dónde vive (en los palacetes cercanos a la casa del gobernador) y pueden hablar con el servicio. Ellos les contarán que Grata vive con su hermano (y con la mujer, a quién no le hace mucha gracia el tema, y los tres hijos de la pareja). La tía Grata, como los niños la llaman, es una especie de consejera de su hermano. Él le cuenta las cosas del trabajo y ella le da consejos. La mujer de Honorio, al parecer, no está nada interesada en los asuntos del Gobernador.
También pueden colarse en la casa (muy discretamente) y descubrir la existencia de Grata en cuadros del salón o en un árbol genealógico sobre papiro en la pared del despacho de él. También pueden descubrir su existencia en el codicilo guardado en el primer cajón de la mesa donde dice: «…y a mi hermana Grata le dejo una renta mensual de…». Si llegan a entrar en la habitación de ella, encontrarán un diario donde va anotando todas las cosas que le cuenta su hermano.
En el entorno del gobernador (no los PJ, claro) todos conocen la existencia de Grata y todos saben de su amistad con el Secretario. No parece nada serio ni romántico, ambos tienen la misma edad y se conocen desde niños. Grata visita a su hermano o a su amigo con regularidad y todos, guardias incluidos, la conocen. Si deseas facilitar la vida a los PJ, puedes hacer que Honorio aseguré al asistente del gobernador que fuera de su «entorno» no ha comentado lo de Indalecio Mural con nadie. Eso pondrá la atención en Grata a alguien que podrá decírselo a los PJ.
Una mujer hermosa, con rasgos ligeramente élficos, y llena de la frescura y los ideales de la juventud. Grata, que conoce los entresijos del poder a raíz de las consultas de su hermano, cree que el gobernador está más preocupado de mantenerse en el cargo que de ejercerlo y está convencida que a la ciudad le hace falta una mano recta, fuerte, moderna, que entienda de la importancia de la libre economía para el progreso de la ciudad.
Que no os engañe la sonrisa de Grata; ella no es una alocada joven con sueños grandes, no; ella quiere ser la futura gobernadora. Es una manipuladora que, en realidad, es el cerebro del complot y ha utilizado al Secretario como un peldaño en su carrera política. Es ella quién ha sugerido la idea de ir erosionando la figura pública del gobernador para desgastarlo de cara a las próximas elecciones. Según su punto de vista, es algo lícito ya que él utiliza el dinero público para campañas populistas como arreglar el saneamiento de los barrios periféricos (algo que sabe porque conoce las cuentas de la ciudad).
Cree estar preparada para gobernar la ciudad, pero se hace la inocente amiga y hermana para que nadie se fije en ella. Interpretará este papel hasta el final y si ve que ha sido descubierta (el escriba), no dudará en echar al secretario a los lobos. «Él me lo pidió. No sabía para que necesitaba a un escriba, solo me pidió que contactara con uno y yo me acordé de este hombre al que habían despedido. ¡Cómo iba yo a saber…». Contactó con este escriba en concreto porque le conocía de cuando trabajaba en la «Canción de Pluma», sabía que le habían despedido por culpa del gobernador y que estaría resentido con él.
Ver el acto tres para ver las consecuencias de esta revelación.
Nota: si han conseguido el diario de Grata, su implicación en el complot será más clara (al menos para su hermano) y si bien puede que se escape, su carrera política se habrá acabado.
El Secretario, Alfonso de Conbar, parece que quiere ser califa en lugar del califa (una motivación vieja y conocida) y que es lo suficientemente impaciente para no esperar su turno en la carrera política. Esto de airear trapos sucios de los compañeros de partido no parece algo que se haya inventado en nuestros tiempos.
Dos cosas señalan al Secretario:
- fue quién contactó con el guardia para que consiguiera papiros, material de escritura y trasmitiera las instrucciones al escriba.
- fue quien le pidió a Grata que contactara con el escriba.
Nota: en realidad, el Secretario también quiere ser gobernador (una aspiración legítima), pero la idea de precipitar las elecciones no ha sido cosa suya. Eso sí, no implicará a Grata, aunque la mujer no tienen intenciones matrimoniales, él cree que su amistad puede ir a más con el tiempo.
Si los personajes descubren una de las dos, la desmentirán y acusará a los PJ de haber sobornado al guardia o amenazado a su pobre Grata para soltar esas calumnias. Si en este caso intentaran detenerle por las malas, varios guardias (de la facción de los veteranos) le defenderían y combatirían hasta morir o matar a los PJ.
Si por el contrario, se enfrenta a las dos acusaciones, sabrá que le han pillado e intentará escapar. Dirá a los guardias que los PJ han venido a matarle e intentará huir. Los guardias, nos tememos, darán más crédito a las explicaciones del Secretario.
En cualquier caso, el tumulto atraerá al Jefe de la Guardia (acompañado de otros guardias) quién, si los PJ le han tratado bien, sabrá que quizás hay algo de verdad en sus acusaciones y parará la pelea, pero si los PJ han sido arrogantes, le han dejado en evidencia frente a sus jefes o se han ganado su enemistad, se unirá a los guardias del Secretario contra los PJ.
La única persona con autoridad para detener la pelea final es el auxiliar del gobernador o el propio gobernador. Si alguien va a buscarle, detendrá la pelea de un solo grito y dará la orden de detener al Secretario. Por el contrario, si primero van a contar al auxiliar lo descubierto para que él dirija la detención (solo lo hará si tienen las dos pruebas), los guardias leales al Secretario le avisarán e intentará escapar. Lo PJ podrán encontrarle a él y a sus guardias incondicionales en una de las salidas de la ciudad. En este caso, el Jefe de la Guardia irá con ellos, lo que evitará que otros guardias de la ciudad se unan a defender al Secretario del ataque de unos desconocidos.
Si atrapan al Secretario con vida, será juzgado por conspiración y el juicio le dará gran popularidad al gobernador porque será implacable y el reo será ejecutado. Si muere en la refriega, el gobernador intentará venderlo para obtener réditos políticos, pero la jugada no le saldrá bien.
El contable, Honorio Grande, será amonestado por el gobernador por llevarse asuntos del trabajo a casa, pero más allá de eso no será castigado. Eso sí, dejará de confesarle cosas a su hermana y, es más, esta abandonara la casa (para alegría de la mujer de Honorio que tenía calada a su cuñada y sabía que solo traería problemas).
Grata Grande se irá de Ariak. Su nombre ha quedado algo manchado con todo este asunto y las puertas del palacio se le han cerrado. No se sabe su destino, pero algunos dirán que la vieron coger un barco aéreo en dirección a Ôs.
Gino Malaco será juzgado y condenado a muerte por el asesinato de Indalecio Mural. El jefe de la Guardia asistirá a su ejecución y los PJ serán invitados a hacerlo si lo desean. Allí se enterarán que el jefe de la Guardia ha hecho una purga en la guardia y varios veteranos han sido licenciados (parece que culpan a los PJ de su mala fortuna).
Marco Asal será juzgado y condenado a varios años de trabajos forzados por su participación en la difamación del gobernador. Morirá en la cárcel a las pocas semanas.
Los PJ habrán ganado un contacto entre las altas esferas de la ciudad. El auxiliar del gobernador les deberá una (además de pagarles una bonita suma en agradecimiento por su colaboración para sacar a la luz la conspiración).