Llego hasta aquí
Nadie oirá vuestra agonía
Semilla de aventura para EXO
El acercamiento a la estación espacial fue todo menos normal. En una de las rutas perpendiculares a la Thalamir, ciertamente menos frecuentada que esta, de lejos, era necesario realizar una parada. Alguna reparación de cierta gravedad y el querer estirar las piernas fuera de la nave.
Lo dicho, mientras os acercabais no ha habido manera de contactar con el control. Silencio absoluto. Las dudas os habían invadido, pero como era necesaria la reparación, decidisteis entrar en la estación.
El abordaje, sin ni una sola ayuda desde ella, fue más bien casi manual. Un 10 para el piloto, que al finalizar el atraque, suspiró de manera ostentosa. La cara, aparte de mostrar los nervios de la maniobra, también denotaba la satisfacción del trabajo bien hecho.
Al bajar al hangar pudisteis cercioraros que este estaba casi lleno de otras naves. Y solo eso. No había nadie, fuera de la especie que fuera, que rondara por allí. Ni dentro de ninguna nave. Desierto absoluto.
En los pasillos la misma situación. Nadie. A las estancias que pudisteis acceder todo estaba allí, cualquier equipo, herramienta o lo que fuera. Pero ni un solo ser vivo.
Las consolas para acceder a la información de la estación estaban desconectadas, aunque el sistema de soporte vital parecía funcionar correctamente. Las luces iluminaban, salvo unas pocas zonas, sin problema alguno.
Había que realizar la reparación. Era cuestión de ir al almacén a conseguir pocas piezas que os faltaban. Y mientras se arreglara la nave, no estaría de más investigar un poco. Al menos para que lo que fuera que hubiese sucedido no os pillara desprevenidos.
El tiempo se consumía rápido, era la sensación que tenias.