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martes, 3 de diciembre de 2024


 

¡Muerte desde el cielo!

La instalación de leviatanes, ya destruida, les había llevado a ese planeta. Juana estaba utilizando la fragata como punto de abastecimiento y encuentro. No dudaba de sus capacidades de infiltración en el espacio profundo, pero ahora se trataba de entrar en un sistema enemigo, un enemigo que estaría bajo alerta.

Juana se encontraba en órbita, dentro de una de las Victoria. Genweb y Fernandez estaban realizando un EVA un poco especial. Habían saltado desde la nave a una instalación orbital automatizada de los aioll. Era como una especie de silvano enorme que retorcía sus tentáculos siguiendo extraños impulsos. En su cabeza llevaba adherido un complejo sistema de telemetría y láseres. Si se había percatado de su presencia no había dado muestras de ello. Quizás fuera más inteligente de lo que parecía y Juana lamentó no poder liberarlo de su condición. No sabía cómo hacerlo y, probablemente, lo mataría. Lo que sus dos tripulantes estaban haciendo era instalar una interferencia los sensores del ser…, del dispositivo, le costaba pensar en él en términos de maquinaria.

La segunda nave Victoria estaba en el planeta, infiltrándose en las instalaciones científicas de la superficie. Un complejo aislado a varios kilómetros del centro más cercano. Por lo que habían descubierto allí fabricaban los sistemas con los que engañaban a los leviatanes. Una especie de disco duro de tamaño gigante. Su gente tenía que entrar, conseguir toda la información que pudieran y escapar de allí antes de que la tercera nave hiciera su trabajo.

La tercera nave estaba en el campo de asteroides que orbitaba el planeta. Un círculo transpolar que se había formado mucho antes de la colonización del planeta. Las rocas parecían tener órbitas estables, pero, de vez en cuando, alguna salía despedida por algún rebote. Y ahí es donde entraba nuestro sistema de telemetría viviente. Si la roca era grande, la destruía o desviaba y si era pequeña, la dejaba pasar para que la atmósfera hiciera su trabajo. El tercer grupo exo estaba posado en una de esas rocas, instalando pequeños propulsores de aire comprimido, que se desprenderían al iniciarse el rozamiento atmosférico. Con esos pequeños cohetes estaba sacando de la órbita la pequeña piedra. Era cómo jugar un partido de pel·les a nivel planetario. El objetivo era que la piedra entrara en órbita descendente y cayera justo encima delas instalaciones. Juana y su equipo eran los encargados de dejar miope al sistema de defensa para que fallara el tiro.

Pronto sabrían si aquel rebuscado plan de Tor tendría éxito.

 

 

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