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jueves, 21 de noviembre de 2024


 

Otra cacería de bichos

Una partida corta, pensada para ser jugada en una única sesión, unas jornadas o una presentación del juego.

Intro

Los PJ acaban de completar su entrenamiento como inmos. Integran un EFlig (Equipo de Fuego Ligero) y se encuentran de camino hacia su primer destino. Si hay seis jugadores, uno de ellos tendrá el rango de cabo y estará al mando del grupo. Si hay siete o más jugadores, los demás serán tecnos de la flota, enviados para echar una mano con las reparaciones de la base.

Actualmente, los personajes se encuentran a bordo de la RFP Minipun, un viejo transporte de tropas y suministros. Su destino final es, casi con toda seguridad, un acorazado o un destructor, aunque por motivos de seguridad todavía no se les ha comunicado cuál. Lo sabrán cuando lleguen a su destino. Sin embargo, su transporte realiza una parada inesperada y el EF de los personajes es elegido para llevar a cabo una misión de lo más sencilla: deben entregar unos suministros técnicos en una base científica de un pequeño planeta helado…

Biefring

Los personajes están en su cabina, relajándose en su tiempo de RyD, cuando son convocados al comedor de la nave, reconvertido para la ocasión en pequeña sala de conferencias. Allí les espera uno de sus superiores: el brigada Lhomas (al que yo particularmente imagino con el aspecto de José Maria Urtain).

Lhomas les informa de que han recibido órdenes: antes de llegar a su destino, la nave debe realizar una parada de emergencia para entregar suministros en una base científica de un pequeño planetoide sin otro nombre que XS-26458.

Hará unos veinte días, la mayor parte de XS-26458 fue sacudida por un terremoto de gran intensidad y alcance global, el cual provocó cuantiosos daños en muchos de los equipos de la base, entre ellos el sistema de soporte vital y el generador principal. Los tecnos de la base solicitaron que les fueran enviadas los repuestos que precisan para llevar a cabo las reparaciones. La situación no era crítica, pero sí bastante grave.

La petición se realizó por las tortuosas vías burocráticas, y la respuesta se ha demorado hasta que una nave de la Armada ha pasado lo suficientemente cerca como para que mereciera la pena desviarla de su curso. Los suministros consisten en numerosos contenedores repletos de equipo y piezas de recambio.

El plan es el siguiente: una planetizadora aterrizará en una zona despejada a unos tres kliks de la base y los personajes deberán conducir su vehículo (un T-03 "Burro"; ver páginas 98 y 164 de Inmo) hasta la base. El equipo suministrado es el habitual para una misión rutinaria como esta, así que en principio no contarán con equipo pesado o explosivos, a menos que lo soliciten expresamente (y aun así probablemente no dispondrán de ellos en la nave, se reirán de ellos por pedir esas cosas y les tratatán de novatos paranoicos).

En el caso de que tengas cinco o menos jugadores, los jugadores que te falten para completar el EFlig estarán en cuarentena, de baja tras contraer las inofensivas (pero extremadamente contagiosas) fiebres vooleanas, por lo que no pueden acompañarles en esta misión. Si el cabo es uno de los convalecientes, deben elegir un jefe de misión entre ellos mismos; tienen dos minutos para hacerlo.

Si tienen dudas, Lhomas tratará de responder a las preguntas de los personajes como mejor pueda. Algunos datos de los que dispone son los siguientes:

Llegarán al sistema de destino en catorce horas. Disponen de ese tiempo para descansar y prepararse.

El planeta está considerado Eco blanco (ver página 70 de Inmo). Carece de vida inteligente y los informes disponibles solo hablan de vida vegetal y animal, adaptada a las condiciones de frío extremo y bastante inofensiva. La atmósfera es respirable pero pobre en oxígeno, por lo que si la exposición es prolongada debe usarse equipo de respiración si la exposición. La actividad sísmica es muy intensa, con frecuentes terremotos y temblores de tierra.

La base científica estudia los particularísimos movimientos sísmicos que se dan bajo la superficie del planeta, así como los extraños patrones de actividad del campo magnético del planeta.

La dotación de la base está compuesta por una decena de científicos y tecnos. No hay personal militar asignado.

El administrador al mando de la base es un tal Dr. Tyon Gecko, especialista en Geología, Sismología y Ciencias planetarias.

El último contacto vía EPR con la base fue hace seis días. Fue una comunicación rutinaria para avisar de la pronta llegada de suministros. En la comunicación no hubo nada inusual, aunque los científicos avisaron de que llevaban días sufriendo réplicas del terremoto, y que temían que creían que pronto habría otro de igual o superior magnitud. Además, se preveía un empeoramiento de las, ya de por sí, malas condiciones climatológicas locales. Los personajes pueden esperar frío y nieve.

Estas horas podrían aprovecharse para jugar algunas escenas cotidianas de la vida castrense. Tal vez los integrantes de otro EF de novatos como ellos les felicite por haber recibido su primera misión y expresen su envidia. O tal vez quieran practicar algo de combate cuerpo a cuerpo, con lo que podrían poner en práctica lo que han aprendido durante su entrenamiento.

Descenso

En el momento de comenzar la misión, en el hangar de la Minipun les estará esperando el equipo que les han asignado, que es el habitual para un EFlig (ver pág. 460 de Inmo). El brigada Lhomas se acercará para darles una última indicación: la base científica no responde a los intentos de comunicación. Tengan cuidado ahí fuera., añadirá con tono paternal antes de alejarse.

El descenso al planeta se llevará a cabo en una planetizadora armada (17562 Ver). Se trata de un modelo bastante anticuado, que ya no se emplea en las operaciones de los inmos pero del que todavía quedan bastantes unidades en servicio a bordo de viejas naves logísticas como la RFP Minipun. La tripulación de la planetizadora consiste en dos "mercas" (pilotos de carga): la alférez Ana (piloto) y la cabo Swan (artillera).

En el hangar les han dejado el "Burro", en el que ya han sido cargados los suministros que deben entregar. Un oficial de suministros les hará entrega del mem que contiene el recibo de entrega que tiene que firmarles el Dr. Gecko. Deben meter el vehículo en la nave. Si lo deseas, puedes hacerles tirar para ver qué tal lo conducen al meterlo en la planetizadora. Así sabremos si rascan la pintura (lo que hará que la piloto y la artillera les llamen de todo menos bonitos) o si dan buena imagen en su primera misión.

Durante el embarque, Ana y Swan, en un tono de voz ligeramente más alto de lo normal para asegurarse de que los personajes las oyen bien, sostendrán una conversación sobre lo vieja e insegura que es la planetizadora a la que van a subirse, lo extremas de las condiciones climáticas en la atmósfera del planeta y dejarán caer que lo más probable es que esta vez sí que se estrellen. Se trata de las típicas inocentadas de los pilotos a los inmos, pero siendo los personajes bisoños es posible que se lo traguen.

Realmente, el descenso hasta la atmósfera resultará bastante agitado; mucho peor que los saltos simulados en los que han participado hasta ahora. Si alguno de ellos parece pasarlo realmente mal escucharán a Ana y Swan riéndose por el comunicador interno: "Bienvenidos a la vida real, novatos…".

Tras la entrada en la atmósfera, por las pantallas de la bodega podrán ver que la nave se encuentra en medio de una intensa tormenta de nieve. Los fuertes vientos agitan la planetizadora como si fuera una hoja en un huracán, mientras que por los comunicadores se escuchan gruñiditos de concentración de Ana mientras trata de mantener el curso de la planetizadora y la respiración agitada de Swan, que todavía trata de asustarles un poquito más. Deja que los personajes suden un poco y se les reseque la garganta, pero dudamos que ninguno llegue a mearse encima. A fin de cuentas, aunque novatos siguen siendo inmos. Han sido entrenados para esto.

Tras unos minutos, la planetizadora llega a su destino: una explanada helada, que ha sido despejada de rocas para permitir el aterrizaje de naves, y junto a la cual han levantado un pequeño cobertizo. En este momento se encuentran en mitad de una tormenta de nieve que no permite la visibilidad a más de doscientos metros.

Al tomar tierra tendrán la primera sorpresa del día: una pequeña aeronave atmosférica se ha estrellado en la pista, aparentemente mientras llevaba a cabo una maniobra de aterrizaje. Si se acercan a investigar los restos del accidente, verán que se trata de un semiplaneador modelo Damisela (17563 Ver). En la zona de carga transportaba contenedores con instrumental científico de campo (sismógrafos, magnetómetros, etc.), parte de los cuales han quedado desparramados por la pista. No hay ni rastro de los tripulantes, aunque en los restos de la cabina aún quedan manchas de sangre congelada. Es imposible saber si los tripulantes sobrevivieron al impacto.

Si en este momento contactan con sus superiores y exponen la situación, se les ordenará continuar con la misión y comprobar si pueden ayudar a los científicos en lo que sea que está pasando.

Por cierto, para este momento los personajes ya deberían haber decidido quién será el responsable de conducir el vehículo, pero es posible que no se les haya ocurrido. En tal caso te damos permiso para mirarlos despectivamente en tu papel de Swan, sacudir la cabeza y rumiar para ti misma: "Novatos…"

Una vez hayan sacado el vehículo de la planetizadora, deben conducirlo a través de tres kliks de páramo helado. El viaje puede ser sencillo o, si tienes ganas de tocarles un poco las narices, puedes decidir que haya que llevar a cabo alguna que otra TA de Conducir debido a los fuertes vientos o la repentina aparición de grietas bajo el hielo. Si alguna de estas tiradas falla, el vehículo podría chocar o quedar atrapado. La única manera de liberarlo es cavar durante un buen rato y después enganchar un cable a alguna roca. Esto puede empezar a poner las cosas interesantes ya que, como dijimos, la atmósfera es pobre en oxígeno, y ellos disponen de un suministro limitado de aire.

La base

Tarde o temprano la base científica aparecerá recortada contra el níveo lienzo de la tormenta, apenas visible. Si han tenido problemas para llegar hasta aquí probablemente les parecerá una de las cosas más bonitas que han visto en toda su vida.

Por una vez el biefring acertaba en casi todo: la base es una estación científica dedicada a la investigación, por lo que no cuenta con equipo militar de ningún tipo. Cuando lleguen a la base, comprobarán que el generador se encuentra operando al mínimo, y que ha sido activado un protocolo de ahorro de energía: las dos esclusas de entrada a la base (la principal y la del hangar) se encuentran cerradas a cal y canto, y nadie contesta a las transmisiones solicitando acceso. Si quieren entrar directamente a la base deberán forzar la entrada.

Cuando los jugadores lleguen al exterior de la base, descubrirán que nadie contesta a sus llamadas. Su mejor opción es meter el vehículo en el hangar/garaje de la estación, aunque para ello deberán abrir la esclusa con una TA de Cerraduras. Si no lo logran por las buenas, deberán forzar su entrada físicamente; sin embargo, hacer esto significa que la compuerta no podrá volver a cerrarse, dejando el interior de la base expuesta al frío (y a los uluad que rondan por los alrededores).

Cuando logren entrar, descubrirán que todo el complejo está a oscuras. Solo las luces de emergencia funcionan, alimentadas por el generador auxiliar. Las puertas automáticas tardan una eternidad en abrirse y, una vez abiertas, solo pueden cerrarse manualmente. El interior de la base está desordenado, y está claro que ha sido blanco de un ataque: mobiliario volcado, mems tirados por el suelo y objetos rotos por todas partes. No hay ni rastro de los científicos (los hambrientos uluad no han dejado ni los huesos).

La computadora principal que controla la estación ha sido apagada (para ahorrar energía) y cualquier intento de reiniciarla requiere hackearla, puesto que carecen de los permisos biométricos de reconocimiento de voz que habilitan para hacerlo. Aunque logren acceder a la computadora, ésta solo contiene datos científicos sobre el planeta, irrelevantes para su misión. La temperatura en el interior de la base resulta sorprendentemente baja, entre 6º y 10ºC, dependiendo de la hora del día. Con el sistema de soporte vital funcionando al mínimo, el calor se ha ido escapando poco a poco. Para empeorar las cosas, una de las réplicas del seísmo ha inutilizado el relé de comunicaciones de la estación, que ha quedado inoperativo. La base se encuentra completamente incomunicada, por lo que no pueden contactar con la nave en órbita.

Lo que sucede es que entre veinte y cuarenta uluad (ver pág. 76 del Exobichos) han infestado algunas zonas de la estación. Puedes llevar a cabo una tirada para saber cuántos hay, o bien puedes irlos sacando cada vez que te parezca adecuado. Normalmente, después de terminar con toda la vida inteligente en la base deberían haber procedido a disgregarse en forma de huevos. Sin embargo, de alguna manera los uluad "sienten" la presencia cercana de un ser racional, lo que les impide el inicio a la fase final de sus vidas. Saben que un ser racional está muy cerca, en ocasiones incluso lo huelen, pero hasta ahora han sido incapaces de atraparlo. Esta situación de impasse se ha convertido en una tortura para estas criaturas, que no son capaces de dar comienzo a su última transformación y propagarse. Por este motivo se comportan incluso de forma más agresiva de la habitual, si cabe.

Solo ha habido una superviviente a la matanza: una niña llamada Rebeca, la hija del Dr. Gecko. Antes de ser atrapado, su padre la hizo colarse en uno de los conductos de ventilación, que resultan demasiado estrechos para un adulto o un uluad. Rebeca los ha estado usando para moverse por el complejo y acceder al invernadero, donde ha conseguido agua y frutas. El invernadero es el único lugar al que no han logrado acceder los uluad.

A efectos de la partida, puedes emplear este mapa de la Base científica (17543 Ver).

A partir de este momento, el único objetivo de la partida es sobrevivir. Si han dejado abierta la puerta del garaje, pronto entrarán allí algunos uluads que se habían quedado fuera, y que ahora impedirán que accedan a su vehículo.

Probablemente, la mejor opción que tienen es contactar con Ana y Swan para que vengan a sacarles de aquí. Si el DJ se siente especialmente sádico, es posible que algunos de los uluad las pillen por sorpresa mientras Swan sale fuera a fumar o contemplar el paisaje. Si Ana y Swan mueren, su única oportunidad es regresar hasta la planetizadora y pilotarla ellos mismos hasta la órbita. O bien solicitar refuerzos y exterminar a esos malditos bichos.

Qué es lo que ha pasado

Hace treinta o cuarenta años, uno de los científicos destinados en la base (no diremos nombres, que eso está muy feo) se infectó con huevas de uluad. Hasta ahora, la presencia casi continua de campos electromagnéticos y equipo tecnológico a su alrededor habían mantenido a raya a los parásitos. Después del terremoto, él y uno de los tecnos salieron en el semiplaneador (sí, ese que los personajes vieron estrellado en la explanada) a revisar el estado de las estaciones automatizadas de recogida de datos que tienen repartidas por medio planeta. Normalmente esta tarea se iba haciendo poco a poco pero, esta vez, debido la necesidad de revisar todas las estaciones, el científico iba a pasar fuera de la base varios días.

El descenso de la exposición a los campos electromagnéticos durante esta "excursión campestre" despertaron por fin a los parásitos que permanecían aletargados en su sistema linfático desde hacía muchos años. Muy pronto, el científico comenzó a encontrarse enfermo, aunque durante los primeros días lo achacó a las asquerosas barras de proteínas que se habían llevado para comer. Para cuando su estado empeoró sustancialmente y el tecno tomó la decisión de regresar a la base ya era demasiado tarde. Durante el aterrizaje, los pequeños uluad surgieron por docenas del cuerpo del científico y, pillándolo por sorpresa, se lanzaron como pirañas sobre el pobre tecno que, histérico, no pudo controlar los mandos y se estrelló, matándose en el acto. Los uluad que sobrevivieron al choque devoraron los cadáveres en cuestión de minutos. Después, procedieron a alimentarse de cuantos animales pudieron cazar por los alrededores, alcanzando el tamaño adulto y dirigiéndose hacia el lugar donde sentían la presencia de seres racionales: la base.

Aprovecharon la salida de uno de los tecnos para colarse en la base a través de la esclusa acceso al reactor. Una vez dentro, los sorprendidos científicos no fueron rival para ellos. El director Gecko apenas logró poner a salvo a su hija y activar el protocolo de cierre total del complejo (que cierra todas las compuertas exteriores, apaga el generador principal, desactiva la apertura automática de puertas, apagando el computador, etc.) antes de ser devorado vivo por las hambrientas criaturas. Unos pocos uluads se quedaron fuera de la base, y ahora rondan por los alrededores, cazando todo lo que pueden. Sin embargo, pronto la presencia de los personajes les atraerá de nuevo hacia la base, y puede que algunos también se dirijan hacia la planetizadora…

 

 

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