Llego hasta aquí
Este es el primero de una serie de artículos que pretenden ser una pequeña guía (en líneas muy generales) de interpretación de ciertas razas de EXO para ayudar en las partidas en las que se incluyen estos personajes. Antes de empezar hay que decir que por el momento se excluyen los humanos de esta serie. Por otra parte, la forma de interpretar en última instancia depende de la persona que lleve al personaje, por lo que es perfectamente posible (e interesante) llevar un nitilos con aires de matón, un úkaro con tendencia a filosofar e ideas oscuras cruzando su mente y un largo etcétera. Finalmente, en este primer artículo, nos centramos en los sheller.
Interpretando Sheller
Lo primero que debe saber un jugador que quiera llevar un sheller es que son, ante todo, gente mucho más calmada y pausada que los caóticos humanos. Dan la impresión de meditar mucho las cosas antes de actuar, lo que en ocasiones provoca que los demás los vean como unos pueblerinos recién salidos de su mundo granja. En realidad, los sheller son mucho más tranquilos porque siguen una máxima: "Dedica toda la atención del mundo a las cosas pequeñas. Dedica poca atención a las cosas grandes" (Ipalw Izkai dijo algo así como: el Universo se mueve sin importar la celeridad con que lo hacemos nosotros. Nos corresponde, pues, ser los que observan y aprender de él). Por lo tanto, un sheller, ante todo, observa y aprende. Esto puede interpretarse en la mesa de juego de la siguiente manera:
Un sheller observará una forma de actuar o costumbre durante un tiempo prudencial. Esa prudencia puede ser desde unos pocos días hasta varios años, dependiendo de lo incomprensible de la costumbre que observen, según su perspectiva. Por ejemplo, los sheller tienen como pueblo una serie establecida de protocolos a la hora de sentarse en la mesa (protocolos habituales e informales, no en situaciones oficiales. Para esos menesteres tienen expertos en protocolo y diplomáticos). Cuando tenga que comer con extraños, primero observará todos los detalles posibles que a un humano le pasarían inadvertidos: la mano con la que se lleva la comida a la boca, cómo se acercan los comensales comida los unos a los otros, si se habla, si se mastica con la boca abierta o cerrada, si se usan cubiertos, que tipo de cubiertos utilizan si los hay, para qué, en qué momentos se utilizan, si hay un período de tiempo dedicado a la comida y a cada una de las partes que componen la comida, etc. Tras dicho análisis, observará el contexto en que se mueve el sheller, los comensales, su trasfondo social y escuchará atentamente los temas de conversación que surjan. Esto, como es evidente, les lleva mucho tiempo desde nuestro punto de vista y puede suceder perfectamente que en las primeras reuniones a la mesa, el sheller no abra la boca ni una sola vez (salvo que sea estrictamente necesario, como agradecer escueta y amablemente que le alcancen la bandeja con el pan). En ocasiones, ni siquiera comerá o participará de manera activa en la comida, a pesar de estar presente. Una vez que se acostumbre, dará sus primeros pasos. Esto nos lleva a otra característica chocante de los sheller.
Un sheller, una vez se encuentra adaptado a la circunstancia social (digamos que ha considerado que en su búsqueda del Camino no interfiere con la forma de afrontar el Camino del resto de individuos con los que se relaciona), no se avergüenza si considera necesario preguntar. Suele ser muy chocante para un comensal (siguiendo el ejemplo) que el compañero sheller que durante una semana no ha abierto la boca y apenas ha probado bocado un día participe en la conversación más activamente y pregunte muchas veces porqué cogen el tenedor con la mano izquierda, los palillos con la derecha o sorben lotis con una pajita. En realidad, esto es la antesala de lo verdaderamente importante: una vez comprendidas las costumbres de sus compañeros, el sheller adecuará las suyas a las de ellos siempre que no contradigan las propias. Siguiendo con el ejemplo, un sheller jamás cogerá el cubierto de otra persona, ni aun si se lo ofrecen en primer lugar. Es extremadamente rudo y en la cultura sheller se considera una agresión que puede desembocar en una pelea. Se disculpará continuamente, pero no lo hará. Nunca. Sin embargo, si los comensales se reclinan en sillones en vez de arrodillarse a la mesa como hacen ellos, no tendrán mayor problema. Harán un comentario amable sobre lo curioso de la costumbre y se sentirán honrados por participar en ella.
Por otra parte, sus preguntas en ocasiones pueden ser tan francas y honestas que sorprendan a los demás. Esto es debido a un problema de lenguaje. Usan emtrades, pero prefieren muchas veces aprender los idiomas por ellos mismos (el Camino lo recomienda, incluso). En ocasiones, los idiomas y sus inflexiones no son del todo claras para ellos y provocan confusiones que para los demás serían embarazosas pero para ellos no supondrían mayor complicación. Es famoso el suceso en una cena de gala entre diplomáticos de la RFP y Sheller. En un momento de la cena, alguien hizo un chiste sobre el último cotilleo en la RFP. El diplomático sheller no entendió el doble sentido de la frase (que incluía una metáfora deportiva interpretable como una referencia al acto sexual) por lo que, con cámaras encendidas, tras disculparse antes todo y todos, pidió que se lo explicaran. Una vez se le hubo explicado, el sheller asintió y dijo; "Comprendo. No le veo la gracia. Es cosa del lenguaje." Cosa que era cierta, pero se interpretó como un desliz imperdonable de la diplomacia Refepera y provocó alguna que otra destitución. En ocasiones, esa franqueza puede considerarse rudeza por los demás.
Los sheller respetan a los que han alcanzado el Camino por encima de todas las cosas. De hecho, cuando un Erel viaja o ha de relacionarse con otras especies, asume que sus criterior y sus costumbres son las correctas (al fin y al cabo, el ha completado el Camino y los demás no). Esto provoca problemas ya que son inflexibles en su aplicación y es lo que ha acuñado la frase de que la diplomacia sheller es peor que ir al dentista. Un sheller se mostrará sumiso ante estas personas, sea sheller o no. Si un médico humano tiene 25 en medicina, su palabra no se discutirá en ese ámbito. Y punto. El sheller claudicará silenciosamente ante lo que considera su superior. Es una actitud chocante para el extraño. Si un sheller considera que otra persona es más sabia que él en cualquier aspecto, asumirá sin dudar que su criterio es el corecto. Un PJ sheller nunca realizará una TA de una habilidad si otro compañero más capacitado la ha hecho antes que él (nada del tipo: «pues yo también compruebo los sensores...»). Y sí él es la persona más sabia en un tema, no considerrará válido ningún resultado diferente al suyo.
Los sheller no se tocan en público. Es terriblemente embarazoso abrazar a alguien en público, besarle o incluso sonreírle. Son actos que dejan para su intimidad, lo que contribuye a su fama de seres fríos e indiferentes. En realidad, los sheller se abrazan, besan y dan muestras de amor y afecto de manera habitual, pero sólo a sus escogidos. Los sheller no sonríen nunca, en lugar de eso, sueltan el aire por sus fosas nasales produciendo un ligero ronroneo o gruñido. Enseñar los dientes es el equivalente a enseñarle a alguien las garras. Los sheller nunca sonreirán, pero mostrarán signos de alegría igualmente, al modo sheller. El ronroneo, chocar la palma de una mano con el revés de la otra para expresar satisfacción o que se participa en una broma, tocarse el estómago para indicar conformidad, etc. Si el aprende los gestos de los demás, los demás aprenderán los suyos.