Insecto asesino

El insecto asesino es un auténtico prodigio de la microtecnología refepera. Desarrollados a partir de los infames insectos espía de la corporación MecVen (ver artículo) por un fabricante desconocido (probablemente algún laboratorio clandestino del SSR), solo recientemente han sido descubiertos y su existencia revelada al gran público, si bien se ignora desde cuándo son fabricados.

Que el SSR ha empleado insectos asesinos en repetidas ocasiones es un hecho que los expertos dan por hecho. Son controlados mediante una pequeña pero sofisticada consola que puede sostenerse en una mano y que, además, sirve como punto de recarga del insecto. El insecto asesino es capaz de volar a unos 50 Km./h y de operar durante tres horas seguidas antes de agotar su energía. Además, sus alas están fabricadas en un material fotosensible, por lo que son capaces de recargar la micropila que lo alimenta en apenas una hora. El transmisor/receptor tiene un alcance máximo de 5000 m. y los sofisticados visores del insecto transmiten tanto imagen normal como de visión nocturna y térmica.

Mecánica

La consola es la unidad de control del insecto asesino. Desde allí se puede hacer que se mueva prácticamente en cualquier dirección y, por supuesto, el insecto asesino es capaz de fijarse en casi cualquier superficie metálica gracias a un sistema magnético, incluso a los techos. El insecto asesino es manejado con la habilidad de Técnico (robótica).

La diminuta aguja hipodérmica del insecto está cubierta de una sustancia anestesiante, de modo que su picadura pasa completamente desapercibida. Puede servir tanto para inocular sustancias tóxicas en el organismo de las víctimas como para tomar muestras de su ADN. Se sospecha que el SSR podría haber usado estas muestras para clonar a determinados individuos en el pasado. Las especies dotadas de armadura natural no pueden ser picados por la aguja del insecto asesino.

El uso de un generador de ruido blanco (GRB, ver página 69 del TCM) anula por completo a los insectos asesinos, cuyos receptores dejan de funcionar hasta que salgan del área de efecto (lo que, en la práctica, deja ciego al "piloto" que lo maneja). Evidentemente, el efecto de una granada PEM los destruye definitivamente.

Por supuesto, los insectos asesinos no están a la venta; al menos en el mercado legal. En el mercado negro podría alcanzar un precio astronómico.

La imagen que inspiró el artículo puede encontrarse aquí:

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