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miércoles, 4 de diciembre de 2024


 

[ITA] Barrilete 01

He visto que en algunas listas de correo y webs, algunos DJ escriben mensajes y artículos sobre el desarrollo de sus partidas. He pensado que es una buena idea y cómo ya había hecho mención alguna vez a la posibilidad de hablar de mi grupo de juego, pues me he dicho: «¿y por qué no?». He titulado el artículo con la etiqueta [ITA] para designar este tipo de sucesos centrados en un grupo. ITA significa: «Informe Tras la Acción» y se lo he robado a los «wargameros» que hacen algo parecido y lo llaman AAR (After Action Report, creo).

Tripulación

Como es el primer artículo que escribo sobre ellos, permitidme que los presente:

  • Miguel «Sonrisas» Deelan [humano]: en el momento de los acontecimientos descritos en este mensaje era el capitán de la nave. Es un jugador empedernido que le viene un poco grande el puesto de capitán, que consiguió tras el «aparente» accidente del anterior capitán (se perdió en el subespacio cuando la nave se dividió).
  • Ros Rodrigo [jional]: un rico ex deportista que se enroló en la nave para vivir aventuras y escapar de su vida monótona en su planeta desierto natal. Su conocimiento de los entresijos económicos, le ha llevado al puesto de «Jefe Comercial» de la nave. Está pensando en dimitir, demasiadas emociones. Su herida en la pierna, la que le hace cojear y le obligó a abandonar su carrera deportiva, vuelve a molestarle.
  • Olalla V. [humana]: es el piloto de la nave y, técnicamente, el segundo oficial al mando. Todos creen que está loca pues habla con la nave cuando cree que nadie está mirándola.
  • Krel Gultar [marbagán]: tras una traumática experiencia en un manicomio tras un incidente subespacial (el mismo que hizo desaparecer al antiguo capitán), ha vuelto a la nave dispuesto a aplicar sus conocimientos piratas a casi cualquier situación.
  • Dimas Amorebieta [marbagán]: otro ex-pirata, muy curioso (en exceso), que es el jefe de máquinas de la nave y que es conocido por ser capaz de contar una anécdota de casi cualquier cosa que le ocurra. «Recuerdo un día...» son sus tres palabras favoritas.
  • La nave, que por cierto se llama NMC Barrilete, tiene tres PNJ en este momento: Arturito (es un robot de carga amarillo que tiene la programación un tanto tocada); Karol (un oliero que siente cierta pasión por la carne humana y que viaja siempre con una siniestra nevera) y 0164 (el ordenador de la nave que desde que tuvo un encuentro con un noble verriano y sus poderes cibernésicos, tiene ideas propias).

    La partida

    El grupo lleva un tiempo viajando por el espacio, pero pensé que en vez de describir sus andanzas desde el principio (lo que me daba un poco de pereza) podía escribir desde el último punto de inflexión. Cuando sea necesario, añadiré explicaciones sobre el pasado.

    Nuestra historia empieza en un bar de un espaciopuerto, una cantina de duros y malencarados comerciantes espaciales donde algunos miembros de la Barrilete dejan pasar las horas entonando el cuerpo con bebidas espiritosas. Una mujer alta, musculosa y morena entró en el bar y tras ojear brevemente a la parroquia, se sentó directamente delante de «Sonrisas» y le dijo: «Me debes un favor».

    Y lo peor es que era cierto. La mujer no era otra que Juana, la oficial del 501 y el favor al que se refería (en una partida anterior) es que les ayudaron a librarse de un noble verriano que habían «introducido» en la Barrilete por error. Considerando que el noble verriano se los hubiera merendado a todos (incluyendo a Arturito) si hubiera salido de la caja de contención donde lo habían encerrado, la deuda contraída era muy grande. No habría beneficios en el próximo viaje, pero Juana tampoco habría aceptado un no por respuesta. Les cita en un sistema (concretamente Jera), una fecha en la que se encontrarán allí (unos veinte días) y les da una caja que deben colocar cerca del ordenador de la nave. La caja, como Dimas desveló al ponérsele los ojos como platos con el símbolo de estándar en sus pupilas, se trataba de un sistema muy sofisticado de comunicación, una especie de EPR portátil (Alto Secreto Militar), de valor incalculable en el mercado negro.

    La primera sorpresa se la llevaron al salir del espaciopuerto con carga para comerciar en el siguiente planeta de su ruta. Sí, a pesar de que habían quedado con la 501, viajar de vacío es un anatema para la Barrilete. Descubrieron que a su espalda (a popa) llevaban adosados un sistema de contenedores externos que antes no tenían, pero la nave iba demasiado ligera. Pensaron detenerse a investigar, pero antes de llevarlo a efecto, los contenedores se transformaron en una masa negra que se colocó sobre ellos. La caja dijo: «acelerar». La mancha negra permaneció a su lado (el piloto es bueno, muy bueno) y justo antes de alcanzar el subespacio, 0164 (el ordenador de la Barrilete) desconecto el motor subespacial para susto de la tripulación (sus experiencias con el subespacio no han sido muy gratificantes). El susto fue completo cuando vieron los destellos azulados del salto y luego les envolvió el campo Faus Carber. Fue entonces cuando descubrieron que la mancha negra era una nave Victoria (clase B) y habían saltado dentro de su campo.

    El motor de la Victoria y el motor de la Barrilete no son iguales y llegaron a su destino comercial bastante antes de lo previsto (10 horas en vez de 20). La nave de la 501 volvió a mimetizarse como un asteroide y decidió esperarles en el exterior del sistema (en medio de un campo de asteroides) mientras los PJ concluían sus negocios. Y se las veían y se las deseaban para explicar cómo habían logrado llegar en tan poco tiempo. «Debimos pillar alguna distorsión espacial de cola» fue una de las mejores explicaciones. Después de este incidente, decidieron hablar con la Victoria para que les llevara más despacio y renunciaron a hacer más «paradas técnicas» durante el viaje.

    Al llegar a Jera, la estación orbital dió la bienvenida a las dos barriletes... ¿Dos barriletes? ¡Cielos, nos hemos vuelto a dividir en el subespacio! (Esto ya les pasó en una partida previa). Luego descubrieron que la Barrilete 2 (la otra) era en realidad la nave Victoria aprovechándose de sus costosos sistemas de camuflaje electrónico y de su pintura mimética. La verdad es que son un poco «presuntuosos» estos chicos del 501. Sin embargo, que dos naves mercantes de pequeño tamaño viajen en parejas no es una técnica tan rara en el duro mundo espacial. Jera, cerca de la frontera iroiendi y fuera de los sectores de la RFP, no es el espacio puerto más seguro del universo. La Victoria se quedó a cierta distancia (no engañaría a una inspección a corto alcance) mientras la Barrilete se reaprovisionaba de todo el combustible y víveres que pudiera... ¡Por cierto, estos de la 501 aún no les han dicho dónde van a ir!

    Su primer destino era Goab (un mundo independiente en medio del Espacio Innominado) y de ahí al brazo Alfeirón. La 501 necesitaba una nave mercante que le sirviera de pantalla para entrar en territorio iroiendi. Los sensores, esperaban, detectarían una nave mercante y la Victoria quedaría oculta tras las señales de los motores espaciales de la Barrilete. El tránsito por Goab fue sencillo, de hecho, no se acercaron al interior del sistema, pero en cuanto entraron en Alfeirón, la cosa era mucho más siniestra. La Victoria había impuesto el silencio de radio (exceptuando unas pequeñas trasmisiones para indicarle la dirección del salto a 0164).

    El primer salto hacia Alfeiron fue al sistema Albazatu, allí les esperaban tres cazas iroiendi de patrulla rutinaria por el sistema. La nave Victoria iba camuflada, así que la Barrilete se enfrentó a la amenaza con sus tres torretas (una mejora propuesta por 0164, para su protección, la última vez que la nave necesitó entrar en revisión). Hubo varios disparos y las tres naves iroiendi explotaron sin dejar rastro. Sin embargo, la tripulación no las tenía todas consigo y dudaba poder apuntarse los derribos como propios. Nunca habían sido tan efectivos ni tan demoledores.

    Unas nuevas coordenadas de salto les llevaron hasta el sistema Idru y allí descubrieron una pequeña luna que no aparecía en las cartas estelares. No fue hasta que se acercaron un poco, y vieron sus formas rectilíneas, que no se dieron cuenta que era una estación de combate... (Sí, vale, es un homenaje). De la nave iroiendi (sí, una de las 5 naves iroiendi) surgió un ala completo de cazas de combate. La nave Victoria se deshizo de su camuflaje (ya no tenía mucho sentido) y cubrió su casco con el famoso esquema blanquinegro y atigrado de la 2ª Flota (como dije, son algo fanfarrones). La caja de comunicaciones dijo: «Esto no estaba previsto, nosotros nos encargamos de la nave, haced lo que podáis con los cazas... ¡suerte!»

    ¡¡¡SUERTE!!! Les habían dejado tirados en medio del espacio iroiendi y con 10 cazas tras su estela. ¡Iban a necesitar un milagro!

    La fortuna se alió con ellos de dos maneras. La primera es que los cazas iroiendi estaban a bastante distancia y la Barrilete pudo trazar un rumbo que los alejaba de la zona. Los cazas iroiendi eran más rápidos, pero, aún así, les iba a costar alcanzarles. No todo fue fácil porque resultó que eran cazabombarderos y cuando se encontraban a distancia media de combate, lanzaban un misil rastreador. Esos jodidos misiles se pegaban a la nave e imitaban sus movimientos con más perfección que los pilotos de élite iroiendi. No pasaron mucho tiempo sin descubrir que los misiles iroiendi al moverse en paralelo a la nave, son fáciles de derribar. En vez de huir de ellos, concentraron el fuego sobre estos peligrosos atacantes y maniobraron para mantener la distancia con los cazas (que una vez libres del torpedo) se comportaban como un caza normal, es decir, disparando a lo que se movía.

    La segunda muestra de la fortuna fue un desconocido sistema de asteroides que permitió a Olalla realizar maniobras imposibles mientras los cazas iroiendi trataban de imitarla. Varios acabaron despanzurrados contra la pétrea superficie, pero la Barrilete había sufrido bastante daño. Tenía perdidas de soporte vital, un arma no iba y a uno de los motores le había dado por opinar de forma diferente al resto. Los intentos de Dimas eran infructuosos y sólo se le oía refunfuñar: «Nos debéis un favor, nos debéis un favor...» mientras se ajustaba el traje de vacío por si acaso.

    Finalmente, la fortuna falló, el lado de estribor topó con un pequeño asteroide, la nave empezó a dar vueltas y la superficie de un inmenso planetoide se fue acercando por momentos. Olalla consiguió dominar sus erráticos movimientos en el último segundo, pero la Barrilete acabó incrustada en un pequeño agujero natural de la superficie. Los cazas iroiendi sobrevolaron la zona y lanzaron algunas bombas (o misiles porque en realidad no los vieron) que sellaron la entrada. La Barrilete estaba atrapada... casi destrozada, pero había sobrevivido gracias a los refuerzos laterales de blindajes añadidos en la última revisión (nuevamente, sugeridos por 0164). Tres tripulantes habían salido despedidos. Dimas fue el que llegó más lejos. Ros se hirió en la otra pierna (ahora cojeaba de las dos), Arturito estaba destrozado y 0164 permanecía en silencio.

    Encerrados en un agujero, sin aire, con la nave agonizante y algunos heridos, descubrieron que tenían otro problema, en el agujero había «arañas» (un bicho que ya habían visto en otra partida y que tiene debilidad por los materiales pesados). Dimas se dedicó a las reparaciones (con tranquilidad, su contrato no incluye horas extras), mientras que Krel y Karol se dedicaron a esterilizar la zona de los vecinos indeseables. Fuera se seguían oyendo algunas explosiones, lejanas y algún miembro del grupo tuvo la intención de investigar el fondo del agujero por si había un gusano espacial (lo que hubiera sido otro homenaje). Le pregunté si se iba a acercar al fondo del agujero andando y decidió que si había un gusano, ya le verían...

    Su situación empeoró cuando escucharon ruidos de excavación en el exterior. Sin duda, los iroiendi habían planetizado y estaban intentando acceder a la nave. Tensa espera, Dimas arregla una de las armas con un imperdible, una cinta y mucha suerte. Rápidamente giran la torreta y apuntan a la pared. Un taladro láser termina de hacer un agujero y a través de él asoman la cabeza dos armaduras iroiendi. No queriendo comprobar si se tratan de robots o de iroiendis de verdad, disparan al techo de la caverna y un nuevo derrumbe vuelve a cerrar el agujero. Han ganado tiempo, los iroiendi no parecen renovar sus intentos de entrar (nota: los iroiendi creían que estaban muertos, pero el disparo les ha sorprendido y ahora están evaluando la forma de actuar).

    Está claro que la situación no puede prolongarse mucho. Los iroiendi saben que están ahí y no tardarán mucho en descubrir como acabar con ellos. Dimas logra recuperar uno de los motores y tapar los agujeros más gordos del casco (como el del mamparo por el que él mismo había salido despedido). No sería la mejor nave del mundo, pero podía volar de nuevo. Finalmente, Dimas arregló a Arturito. Fue éste un momento muy doloroso para él pues el jefe de máquinas opina que hace tiempo se tendrían que haber deshecho de ese robot alocado y haber comprado otro modelo sin «peculiaridades». Por un momento pensó que el accidente había traído algo bueno. Sin embargo, necesitaban a Arturito para despejar la entrada de rocas. Podrían disparar, pero sin saber si la cueva iba a aguantar, mejor no arriesgarse con nuevos disparos.

    Arturito desenterró los restos de las armaduras (que resultaron que eran robots) y Dimas (disimulando que hacía una inspección de los trabajos del robot) se agenció algunas piezas de las armaduras. Ros fue menos discreto (aunque igual de efectivo) y recogió media armadura (la superior) y la escondió en su habitación. Sonrisas Deelan, al ver los restos en la caverna, dijo: «ya tenemos suficientes problemas, así que a nadie se le ocurra meter nada iroiendi en la nave que a saber lo que puede hacer esta tecnología alienígena en nuestros sistemas» (la experiencia con pasadas tecnologías raras es lo que tiene). Toda la tripulación asintió y afirmó no tener intención de meter nada en la nave (a partir de ese momento).

    El robot terminó de abrir un agujero en la caverna. Los últimos restos fueron muy delicados porque esperaban que, en cualquier momento, los iroiendi abrieran fuego contra ellos, pero, para su sorpresa, no había ninguna patrulla esperando. Esperaron a que Arturito subiera a la nave (a pesar de las indicaciones de Dimas diciendo: «ya estamos todos, ya podemos salir...») y partieron. Al salir al campo de asteroides de nuevo, descubrieron decenas de cazas patrullando la zona, esperándoles. La nave iroiendi se había acercado también a la zona y parecía abrirse camino hasta su posición. De repente, 0164, volvió (la tripulación ha llegado a la conclusión que 0164 es claustrofóbica). La aparición de la IA permitió calcular una ruta rápida entre el campo de asteroides (la cual siguieron) y les permitió acelerar, dejando atrás a los sorprendidos iroiendi y saltar al subespacio sin cálculos previos y sin comprobar a dónde iban. Una locura, sí, pero no había tiempo para ser razonable...

    Próximo capítulo

    Perseguidos por los iroiendis...


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    «Quien habla mal de mí a mis espaldas mi culo contempla.»

    Churchill