Soy un tipo tranquilo. Se cual es mi trabajo. Normalmente interpreto las melodías que me piden. No las discuto. No son difíciles y se me dan bien. Hacer mi trabajo de una manera exquisita es mi lema, y que los que me pagan estén contentos con mi interpretación. Mi mente se funde con mis ágiles dedos y son todo uno.
Vivo una vida relajada, tranquila. Soy un buen chaval, que sabe estar en su sitio. No me va el lujo, ni el derroche. Por no ir, no me van ni siquiera cosas triviales para la inmensa mayoría de la gente. Vivo feliz con muy poco. Disfruto de mis melodías. Me encanta que me las pidan. No soy servicial, simplemente se cual es mi trabajo. Mi trabajo es mi vida.
Últimamente los parroquianos han variado algo y las canciones que me piden tienen otro nivel. Me exige más concentración, más responsabilidad? Me encuentro que algunas no son de mi agrado. Pero como he dicho, se cual es mi lugar.
Se ve que sigo siendo bueno, no tengo ningún reproche con mis interpretaciones. El cambio en el repertorio empieza a ser lo habitual, tanto como el cambio generacional que he visto en mis oyentes. Ya no soy un hombre tan feliz. Mi pasión se está convirtiendo en una rutina cansina. El estilo que corría por mis venas se ha diluido, diríase que en whisky de garrafón. Del que te da una terrible resaca al día siguiente. Sigue leyendo