Rol Negro – …y el pianista vació el cargador

Soy un tipo tranquilo. Se cual es mi trabajo. Normalmente interpreto las melodías que me piden. No las discuto. No son difíciles y se me dan bien. Hacer mi trabajo de una manera exquisita es mi lema, y que los que me pagan estén contentos con mi interpretación. Mi mente se funde con mis ágiles dedos y son todo uno.

Vivo una vida relajada, tranquila. Soy un buen chaval, que sabe estar en su sitio. No me va el lujo, ni el derroche. Por no ir, no me van ni siquiera cosas triviales para la inmensa mayoría de la gente. Vivo feliz con muy poco. Disfruto de mis melodías. Me encanta que me las pidan. No soy servicial, simplemente se cual es mi trabajo. Mi trabajo es mi vida.

Últimamente los parroquianos han variado algo y las canciones que me piden tienen otro nivel. Me exige más concentración, más responsabilidad? Me encuentro que algunas no son de mi agrado. Pero como he dicho, se cual es mi lugar.

Se ve que sigo siendo bueno, no tengo ningún reproche con mis interpretaciones. El cambio en el repertorio empieza a ser lo habitual, tanto como el cambio generacional que he visto en mis oyentes. Ya no soy un hombre tan feliz. Mi pasión se está convirtiendo en una rutina cansina. El estilo que corría por mis venas se ha diluido, diríase que en whisky de garrafón. Del que te da una terrible resaca al día siguiente. Sigue leyendo

Pangea – La leyenda del origen de los Gardan

Según cuenta una de sus leyendas, los hermanos que más tarde serían conocidos como Gard y Ath fueron engendrados por el gran espíritu brontotigre. Este espíritu, furioso contra los mendwan y otras razas que osaban dar caza a sus hijos, se hizo carne y violó a una mujer, preñándola.

Cuando nacieron, los bebés eran tan horribles que incluso la partera de la tribu quiso llevárselos y ahogarles en el río. Para salvarlos, su madre huyó con ellos en brazos a través de la llanura pero, debilitada por la pérdida de sangre durante el parto, murió poco después. Allí fueron encontrados por una leona (una tigresa en otras versiones) que acababa de perder a sus crías y que, tras olerlos, los reconoció como sus propios parientes. La bestia los recogió y se los llevó consigo, amamantándoles con su propia leche. La leona los crio como si fueran sus propios cachorros hasta que fueron capaces de cazar por sí mismos.

Los niños crecieron y se convirtieron en dos jóvenes altos y fuertes, con cuerpos de hombre y rostros felinos, así como garras y cola de animal. Gard era un niño fuerte y colérico, con una larga y crespa melena y la piel cubierta de un pelaje color crema, mientras que el esbelto cuerpo de la grácil e indómita Ath era atigrado. Un día, la madre de ambos fue herida de muerte por las lanzas de un grupo de cazadores, y ambos jóvenes fueron capturados cuando trataban de defender el cuerpo caído de su madre. Sigue leyendo