Autor: Juan M. Díaz
Desde los años noventa se ha visto un notable incremento en el interés por los deportes extremos gracias, en parte, a que se han hecho públicos numerosos videos con espectaculares imágenes de las hazañas de estos deportistas. Una de las últimas modalidades que ha ido ganando en popularidad (al menos entre espectadores) es el del salto al vacío en traje aéreo (wingsuit). Con estos trajes, la sensación de velocidad es superior al que se tiene en la caída libre y aunque menos acrobática, se pueden realizar maniobras espectaculares más parecidas a los pájaros. En esta modalidad del deporte extremo, el deportista salta equipado con un traje especial que tiene membranas que unen sus brazos con el tronco y entre sus piernas de manera que cuando abre las extremidades forma una especie de ala con el que poder maniobrar. Con este traje especial, se incrementa la superficie que el saltador presenta al avance y las superficies crean sustentación y capacidad de maniobrar al variar la posición de las extremidades. Estos trajes solo son útiles durante la caída, en ningún momento generan la suficiente sustentación como para elevar al saltador, por lo que siempre se debe empezar desde un lugar elevado (saltar desde un avión o helicóptero, desde un edificio, puente u otro edificio o desde lo alto de una elevación). Tampoco generan suficiente sustentación como para permitir que el saltador llegue al suelo con seguridad, por ello, al igual que con cualquier otro salto al vacío, el saltador desplegará un paracaídas para el aterrizaje. Con uno de estos trajes, el saltador sacrifica parte de la velocidad de caída y capacidad acrobática a cambio de una mayor relación de planeo (la relación entre la distancia recorrida horizontalmente y la distancia vertical) y mayor control de guiñada (girar a izquierda o derecha).
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