La waka es una canoa que los habitantes de las islas del sur construyen para utilizar en tiempos de guerra. Pueden llegar a medir hasta cinco manos de varas y la empujan la fuerza de sesenta remeros.
Las barcas se decoran con profusión sobre todo con motivos divinos o marinos. Se construyen ahuecando un solo tronco del árbol Totara, un árbol autóctono de las islas más grandes cuya madera es muy resistente y ligera. Tales árboles se plantan en ocasiones con muchos inviernos de antelación para disponer de la madera cuando llegue el momento.
En la preparación se retira la corteza del tronco y se limpia el suelo que lo rodea. Tras cánticos y rezos con ofrendas a los dioses (sobre todo a la madre Tierra) el árbol se tala con una combinación de fuegos en su base y cortes con hachas de piedra. Esas mismas hachas se usan para ahuecarla y con el fuego se endurece. Se impermeabilizan el interior y exterior con aceites.
Las waka se usan fundamentalmente para tiempos de guerra. Son duras, resistentes y pueden transportar un contingente guerrero considerable y de manera rápida. No es extraño que una isla conquistada sea reclamada por el jefe de la tribu vencedora al llegar en una waka mientras se mantiene de pie en ella hasta que toca tierra.
Sin embargo, no es raro que se use para viajar entre islas o explorar los mares en busca de nuevas islas en las que asentarse.