Exo – Tren mercante

Por: Kennell

En la página 38 de Exo 3464 se habla de los «trenes mercantes» y aunque se hace una breve descripción de cómo son, hemos considerado interesante ampliar un poco las explicaciones dadas en ese breve párrafo. Los trenes mercantes en realidad es la unión de una o más cabezas tractoras a una sucesión de contenedores estandarizados. No hay casi límite técnico a la longitud que puede tener un tren mercante, pero las necesidades comerciales sí lo limitan. De nada vale mover un tren de kilómetros de longitud si la mitad de sus contenedores van vacíos. Los mayores trenes son los de las corporaciones mineras cuando salen de las zonas de extracción.

Hablemos primero de la composición de los trenes mercantes:

Composición

Cabeza tractora

Las cabezas tractoras son enormes motores a los que se les une algunos compartimentos para la tripulación. Se podría decir que son motores con asientos. La principal particularidad de las cabezas es que pueden unir los contenedores estándar tanto por delante como por detrás. Lo normal es que la cabeza tractora tire de la carga para evitar un efecto conocido como «efecto punta loca» que consiste en que la punta del tren mercante empieza a oscilar al acumularse todas las imperfecciones de la propulsión. Si la carga va detrás, estas imperfecciones se autocorrigen.

Una cabeza puede arrastrar casi cualquier número de contenedores, aunque su capacidad de aceleración se irá reduciendo a medida que aumente el peso. Sin embargo, en las zonas de preparación o en los envíos en vacío (no siempre se pueden evitar) se puede ver una cabeza tractora con cientos de contenedores. El único problema es que la cabeza tractora no tiene capacidad subespacial para cualquier longitud de carga. De hecho, lo normal es una longitud de tres cargas (nueve contenedores como veremos más adelante), pero pueden llegar a cuatro con ciertos apoyos (una segunda cabeza tractora posterior) o a seis si pone tres por delante y tres por detrás.

Cuando un tren mercante alcanza cierta longitud, se añade una segunda cabeza tractora en la parte posterior. Aunque no es necesario, esto mejora las prestaciones de la nave. Finalmente, si el tren es muy largo, se pueden colocar cabezas tractoras intermedias que llevarán cargas tanto por delante como por detrás.

Contendor estandarizado

contenedor estandarizado
Los contenedores estandarizados son pequeños sectores cilíndricos (120º) con unos 100 metros cúbicos cada uno y con capacidad para unas 50 toneladas (este peso viene limitado por la resistencia del contenedor, ya que si se llenara el contenedor de materiales densos, se superarían esas 50 toneladas. Tiene unos diez metros de largo y poco más de tres metros y medio de alto. La parte externa (la que correspondería a la parte curva del sector circular) es plana para facilitar el apoyo del contenedor en superficies para permitir la carga superior. Para cargas a mano, los contenedores se colocan lateralmente (sobre la base del cilindro). Sus esquinas, sin embargo, tienen un amplio rebaje circular cuyo objetivo es no interferir con los escapes de la cabeza tractora. La superficie de este rebaje va protegida con material refractario para proteger la carga. En la parte interior son circulares (un metro de radio) y tienen un sistema de anclaje hermético para cuando se unen a otros contenedores. Por esta sección interna es donde está la puerta de acceso al contenedor. Además, en las paredes laterales tienen los sistemas de anclajes magnéticos a otros contenedores.

carga
Los contenedores estandarizados se unen formando tríos que se denominan «carga». Es decir, cada carga son 3 contenedores normalizados unidos formando un cilindro. En el interior de cada carga se forma un pasillo circular hermético donde están las tres puertas de acceso. Es el «pasillo de carga» y aunque es hermético, sólo un tripulante loco accedería a él sin su traje de vacío. Los rebajes de las esquinas quedan enfrentados unos a otros quedando otro espacio circular llamado zona de escape. Los capitanes mercantes buenos son muy quisquillosos con el correcto alineamiento de esta zona y, sobre todo, con el estado de las protecciones refractarias. Una pequeña fisura podría hacer que un contenedor ardiera y que todo el tren sufriera un terrible accidente. Considerando que la mayor parte del tiempo que el motor está encendido es en el subespacio, ningún capitán quiere tener accidentes allí.

Los contenedores se unen unos a otros mediantes anclajes magnéticos. Se dice que estos anclajes son capaces de soportar más tensión que el propio contenedor. Las cargas se unen unas a otras mediante unos anillos de sujeción articulados que se enganchan a los pasillos de carga de ambas cargas. La articulación no permite mucho movimiento, lo justo para absorber pequeñas vibraciones producto de la aceleración o los cambios de dirección. Desde la cabeza tractora se pueden fijar para que no se mueva (un mecanismo de seguridad cuando se entra en el subespacio).

Contenedores subespaciales

Como hemos comentado, las cabezas tractoras pueden cubrir tres cargas traseras con su propio motor subespacial. Con una segunda cabeza se pueden llevar al subespacio hasta siete cargas. ¿Qué hacen los trenes mercantes cuando son más largos? Pues añaden motores subespaciales adicionales.

Cada seis cargas adicionales se añade una séptima, en el centro de las otras seis, que lleva dos contenedores estándar y un contenedora subespacial. Este, de apariencia externa similar a los anteriores, lleva en su interior un motor subespacial que se sincroniza con el motor de la o las cabezas tractoras. Al activarse, todos los motores subespaciales (de la cabeza y adicionales) forman un solo campo Faus Carber alargado que cubre la longitud completa del tren mercante. Aunque no hay límite al número de contenedores subespaciales que se pueden colocar en línea, cuanto mayor sea su número, mayor es la posibilidad de que algo salga mal en los periodos de tránsito.

Procedimiento mercante

Los trenes mercantes suelen prepararse en zonas con mucha exportación. Normalmente sistemas mineros o agrícolas. Una vez formado el convoy, este empieza a acelerar hasta alcanzar la velocidad subespacial. Dada la carga, que suele ser pesada, este proceso puede llevarle días, incluso semanas. Suelen viajar en línea recta a su objetivo (aunque esté a cientos de años luz) y no siguen las rutas comerciales más típicas.

Cuando llegan a un punto de destino, lo atraviesan a toda velocidad por uno de sus extremos. Su llegada, por otro lado, está perfectamente sincronizada con los servicios del sistema que con naves especializadas abordarán al tren. Desengancharán las cargas destinadas a ese sistema (no tienen porque ser todas las que lleva el tren) y le ayudarán a recomponerse, añadiendo nuevas cargas, uniendo o desenganchando las cabezas tractoras y los motores subespaciales. Todo este proceso tiene una belleza logística incomparable con decenas de naves zumbando alrededor de otra lanzada a gran velocidad. A esa zona se le llama «punto de comercio» aunque en realidad los acuerdos comerciales están cerrados desde hace tiempo.

Las cargas desenganchadas serán llevadas al interior del sistema por las naves auxiliares (que son las mismas que han llevado las cargas de exportación hasta el punto de comercio. El tren mercante empezará ahora a virar lentamente hasta alcanzar la dirección de su nuevo destino y volver a saltar. Las rutas de los trenes ya se calculan para que estos virajes no sean muy pronunciados y así evitar maniobras de días de duración en el interior de un sistema. De todas formas, las naves auxiliares pueden, si hace falta, ayudar en este viraje.

El proceso continúa, dejando y admitiendo cargas, hasta que el tren llega a su destino final, normalmente casi sin carga y entonces, la cabeza o cabezas tractoras se separan de la carga, se dan la vuelta, vuelven a unirse y empiezan a frenar hasta alcanzar velocidades manejables para el interior de un sistema.

El viaje de un tren mercante suele durar varias semanas y la tripulación de la nave tiene varios días libres (mientras se vuelve a formar el tren) antes de emprender el siguiente viaje. No, la vida de la tripulación de los trenes mercantes no se parece en nada a la de los comerciantes de las holonovelas.

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