No todas las razas de la galaxia realizan sus viajes a mayor velocidad de la luz siguiendo los mismos principios, pero el «salto subespacial» es uno de los más habituales entre, como dirían los iroiendi, las razas emergentes. ¿Pero cuál es el procedimiento para hacer uno de estos saltos subespaciales?
Iniciamos con este artículo una serie de ellos en el que comentaremos diferentes aspectos del salto subespacial para dar a los Directores de Juego herramientas para describir sus viajes espaciales.
Punto de entrada
Lo primero que debemos comentar es que los saltos subespaciales están afectados por la masa. Cuanto mayor sea la masa, mayor será la velocidad necesaria para realizar el salto. Es posible saltar desde el interior de un sistema estelar, pero, normalmente, es más fácil alejarse un poco de la estrella y saltar fuera de la zona de habitabilidad. Un gigante gaseoso puede ponernos las cosas difíciles, pero eso no implica que no podamos saltar desde dentro de su órbita. El gigante puede estar en el otro extremo del sistema estelar cuando nosotros vayamos a desaparecer del sistema.
La segunda cuestión importante en el salto subespacial es la dirección. Salvo algunas naves exo de la RFP y algunas de la UPL, ninguna nave es capaz de girar en el subespacio. Eso quiere decir que sus trayectorias subespaciales son en línea recta y que cuando salta debe estar apuntando a su destino. Esto es un problema si tu destino está alineado, en ese momento, con la estrella del sistema, con un planeta o con cualquier otro obstáculo, primero tendrás que esquivarlo y luego hacer el salto. De hecho, muchos patrones espaciales prefieren saltar en otra dirección y luego corregir la dirección en uno de los puntos intermedios de los que hablaremos en otro artículo. Este procedimiento no es mejor en gasto de combustible, pero sí suele serlo en tiempo.
Por tanto, las naves acelerarán cuando van a salir de un sistema hasta alcanzar velocidades enormes. Cuanto mayor sea la capacidad de aceleración de la nave, más cerca del centro del sistema podrá saltar. Por lo general, las naves con más aceleración son las que tienen menos masa, lo que también les ayuda a saltar más cerca de la estrella. Las grandes naves de transporte mercante ni siquiera entran en los sistemas. Saltan en las órbitas exteriores, liberan o recogen la carga con naves auxiliares, y continúan su viaje de estrella en estrella.
El procedimiento es sencillo: orientar la nave hacia el destino, acelerar y saltar. La aceleración que se da a la nave no es pequeña (decenas de g) y no son unos minutos. Una nave exo puede llegar a un punto de salto en una hora; una nave de línea (pasajeros) puede tarda 10 horas en llegar a su punto de salto. Cada raza y cada nave compensa esa aceleración (que los pasajeros notarían como gravedad) de formas muy diferentes. Por ejemplo, las naves exo llevan unos asientos que son capaces de absorber gran parte de esa gravedad extra y los exos son entrenados para soportar 6 o 7 g sin pestañear. Naturalmente, los pasajeros de un transespacial no tienen esta especie de entrenamiento, pero la compañía naviera, que no quiere recoger papilla de pasajeros, tiene sistemas de gravedad artificial en cámaras de suspensión. En otras palabras, los pasajeros realizan esta parte del salto «inconscientes«. En Exo no hay motores inerciales, pero la unión de grandes motores y sistemas de gravedad artificial casi lo aparentan.
El motor subespacial necesita mucha energía. De hecho, casi el 100% de la que es capaz de suministrar una nave con salto subespacial. Por ello, mientras se va acelerando por el sistema estelar, la nave va apagando diferentes sistemas (luces, sistemas de armas, sensores, etc.). Al final, cuando la nave ya ha alcanzado la velocidad necesaria, pero un poco antes de alcanzar el punto de salto, se desconecta los motores y los sistemas de gravedad artificial. El único sistema que permanece activo, además del motor subespacial, es el soporte vital pero en regímenes mínimos (no es un buen momento para abrir una esclusa o para iniciar un incendio). Toda esa energía de los motores y la gravedad artificial se vuelca de golpe sobre el motor subespacial, que es justo lo que necesita para crear la burbuja Faus-Carber y «saltar» al subespacio.
¿Qué ve el piloto de la nave? En realidad nada. Lo que ve es que las estrellas (o lo que hubiera fuera) parpadea unas veces y luego se vuelve todo negro; el negro más oscuro que puedas imaginar que parece absorber la propia luz de la nave, como mirar el interior de un agujero negro. Algunas especies, incluyendo la humana, pueden percibir cierto tono azul entre los parpadeos. Es muy débil y muy tenue y los científicos aseguran que es el resultado de la radiación de Cherenkov.
¿Qué se ve desde fuera de la nave? La nave parece parpadear varias veces y luego desaparecer. No es que el espacio que hay alrededor de la nave se vuelva negro, simplemente deja de estar ahí. Cualquier cosa que hubiera detrás de la nave que salta se vería perfectamente. Nuevamente, algunas especies pueden ver cierto tono azulado en forma de círculo alrededor de la nave entre parpadeos. Este halo azul desaparece junto con la nave.
¿Qué sienten los pasajeros? Siempre se ha descrito la sensación del salto como si alguien te pateara el estómago desde el interior, pero es una descripción bastante imprecisa. Los sentidos de las diferentes especies no están preparados para lo que los científicos llaman zona interespacial que podríamos decir que es la «barrera» entre el espacio normal y el subespacio. Lo que ocurre es que, en ese momento, todas las terminaciones nerviosas de tu cuerpo le dicen a tu cerebro que algo o alguien acaba de arrancarlas del cuerpo. Sientes que te disuelves por un instante y es un dolor indescriptible. Los pilotos espaciales están acostumbrados a esa sensación, pero igual que los boxeadores que tras muchos combates acaban acostumbrándose a los golpes de sus rivales, eso no significa que esos golpes no les afecten; los notan igual que los demás, pero han aprendido a ignorarlos.
Afortunadamente existen sustancias químicas que interrumpen o amortiguan temporalmente las conexiones nerviosas con el cerebro. Esto permite hacer el salto sin gritar de dolor, pero esa sensación desagradable de sentir que tu cuerpo deja de existir por un instante, no te la quitan los fármacos. Por ello, mucha gente (incluso exos) prefieren pasar el salto inconscientes.