Autor: David M. Cabal Inés
Antes de nada quiero aclarar que esta ayuda está orientada a un tipo concreto de enfrentamiento de intelectos, un combate verbal que no tiene porque ser siempre el caso pero que recomiendo dadas las buenas experiencias para todos los participantes en las últimas partidas.
Un interrogatorio puede ser una escena muy amena como constatan las múltiples series que basan su estructura en este acto. Y debido a que suelen cambiar los participantes y el objetivo tiene muchas posibilidades de rejugabilidad y de uso.
Es un complemento a Interrogando () donde se dan las pautas generales para este tipo de escena, aquí se tratará de como planificar u orientarla para imprimirle un ritmo concreto dependiendo de la orientación que le quiera dar el interrogador que lleva la iniciativa, se recomienda que prime la interpretación.
Lo primero que hay que establecer es que la tortura y la violencia física no debería ser una opción, o al menos no una que sea fácilmente accesible, tiene que ser un último recurso muy peligroso.
Los interrogados deben permanecer normalmente entre el nivel 0 y el nivel 1. Es principalmente apropiado para miembros de bandas o del crimen organizado con un alto sentido del honor y/o un ego considerable o gente de la calle que tiene bastante que perder y que respeta la autoridad, aunque se sientan confiados y seguros.
Nos vamos a centrar en las estrategias psicológicas, como herramientas que pueden ayudar tanto a los jugadores como a los directores para representar y aprovechar el lado de la mesa en el que les toque estar.
Aparte de la clásica poli bueno, poli malo que es una versión de lo que se va a comentar a continuación hay más formas de conseguir información de alguien, el problema de las estrategias clásicas es que son fáciles de ver venir y de prevenir por eso se espera que el interrogador las aplique de una forma personal y diferente para que sean más eficientes.
Hay una serie de puntos básicos que conviene tener claros:
- – Como en el póker, el conocer al adversario y poder «leerlo» es una herramienta fundamental y una ventaja clara. Vamos a suponer que el interrogador es una persona entrenada y tiene la capacidad de percibir detalles como el lenguaje no verbal (Psicología), los tics (Descubrir), los fallos de entonación (Escuchar)… Se recomienda que se intenten obviar el mayor número de tiradas y que se den datos dependiendo del nivel de la habilidad implicada, si el personaje quiere saber más puede solicitar la tirada.
- – Es importante que el interrogador establezca el entorno que le interesa para su interrogatorio, muchos prefieren generar un entorno hostil buscando que el interrogado se sienta incómodo y nervioso (pero eso también lo pone a la defensiva). Luces directas, sillas incómodas, dejarlo a solas mucho tiempo, beber delante de él cuando se sabe que está sediento… Pero no solo el entorno es importante si se pretende quebrar su voluntad y que venda a su madre por un café, hablar con frases cortas con palabras secas e imperativas ayudan a crear ese entorno (Dialéctica), colocarse muy cerca o por encima del interrogado (Intimidar) también ayuda a transmitir esa hostilidad de forma no verbal.
Por otro lado existe la corriente contraria que es dar confianza al interrogado para que acabe ahogándose con su propia soga. Un trato amable un uso de palabras neutras que no lo pongan a la defensiva (no acusarle o no implicarle directamente), solicitarle ayuda, demostrar interés preguntándole por datos personales y por su punto de vista, darle la opción de explicarle y contar su versión… Son formas de permitir que principalmente mediante la Dialéctica que se acomode, además de las contrarias a la anterior: ofrecerle refrigerios, bebidas o algo de comer, una silla cómoda, darle tiempo para pensar sus respuestas, ponerle en antecedentes de porque está siendo interrogado…
- – La información es el tesoro. Tanto la que se tiene como la que se supone o la que se quiere conseguir. Una buena forma para saber cuando el interrogado miente es hacerle una primera tanda de preguntas de las que conocemos las respuestas, tanto de las que sabemos que no le importa decir la verdad (como por ejemplo datos personales y/o que avalan su versión o coartada) como en las que sabemos que va a mentir (datos que contravienen su coartada o secretillos que quiere ocultar pero que el interrogador conoce). Es importante que sea un tanto que no trate temas importantes ni escabrosos para que sea fiable… Dependiendo del tipo de entorno que queramos crear se orientaran en un sentido u otro: si se quiere dar confianza harán que el interrogado vaya acomodándose y bajando las defensas al ser preguntas sencillas y preguntadas con calma, casi recopilando información superflua y detalles nimios; si se quiere crear el efecto contrario serán una batería de preguntas rápidas pensada para confundir al interrogado y que responda casi sin pensar por instinto para que cuando llegue la pregunta importante le pille desprevenido.
- – Cuando el interrogado esté en el estado que se quiere llegar a causar y tengamos más o menos claro que podemos detectar sus mentiras llegará el gran momento. El objetivo es dar un giro al interrogatorio para sorprender al interrogado y sacarlo de la rutina que se había establecido… Si está acelerado respondiendo rápidamente y casi sin poder extenderse a la batería de preguntas cortas y secas que le llueven a modo de cuestionario, una pregunta larga calmada con cierta empatía que casi lo ponga en la situación de responder de forma corta (y a ser posible afirmativa) la pregunta que realmente le queremos hacer desde el primer minuto y que demostrará su implicación o su culpabilidad y que luego lo desequilibrará para las preguntas siguientes o la pregunta rápida y seca cuando ya se ha acomodado y está tan tranquilo y calmado que le hace saltar de su silla y no saber bien que responder mientras no se le da tiempo a pensar su respuesta.
- – Luego solo queda tirar del hilo. Entre lo que hemos aprendido del interrogado, los datos de la investigación, la red de información y detalles que hemos ido tejiendo casi sin darle importancia y con su reacción y respuestas a las grandes preguntas deberíamos tener suficiente para darle un final, a ser posible y si todo ha salido bien con ayuda del propio interrogado.
Este ritmo se puede integrar, complementar con o incluir en estrategias clásicas como el dilema del prisionero (se detienen a varios sospechosos, se les va interrogando por etapas, dándoles tiempos muertos para pensar que se habla con el otro y hacerles creer que el otro les ha cargado «el muerto» a cambio de un trato más favorable) o marcar un tiempo límite antes de que su ayuda sea útil y se le pueda aportar ventajas (a veces por la naturaleza del caso como un secuestro o una bomba).
Es una posible opción y una de las más usadas en películas y series, sobre todo por su espectacularidad y desarrollo, por lo que también son muy divertidas de interpretar. Además pese a tener un esquema básico claro, se crea una rutina y se va escalando hacia un giro dramático deja mucho margen a que cada uno la amolde a su estilo y a su forma personal de interpretarla.
Quiero agradecer a David F. sus conocimientos y sobre todo a Rubén Ramos la idea para esta ayuda principalmente por sus reacciones, interpretaciones y por la estupenda partida donde los interrogatorios fueron una parte tan fundamental para desvelar una trama tan bien hilada y sorprendente.