Autor: Francesc Almacelles
Steward Wilson es galerista, junto con su pareja Manuel Prego. Ambos son propietarios del negocio en Cunia, aunque mientras que es Manu quien ‘pone el arte’, Steward ‘pone los números’.
Dicen que compartir cama, baño, mesa y negocio pone a la gente en su sitio y solo los auténticos amantes soportan el paso del tiempo. Aunque ello no es óbice para los roces y tiranteces de toda relación. Y Steward no las tiene todas consigo en lo referente al ‘amor eterno’ de su marido… Por ello Steward contrata los servicios de la agencia para que investiguen a Manu y puedan decirle sin sombra de duda alguna si le es infiel.
Los siguientes días los pasan siguiendo a Manuel, siendo su sombra hasta por la noche. Y si bien no pueden decir que se ve con alguien, ni siquiera se puede intuir, si que algo indeterminado en su rutina diaria les tiene mosca. No pueden determinar nada raro, pero existe un ‘que’ que no acaba de hacerles bajar la guardia.
Y más extraño se vuelve el tema cuando Clara recibe la visita de Eduardo Paniagua, un ex-policía metido a detective privado hace años con una fama ciertamente turbia. Soluciona sus casos y no se sabe que esté en nómina de nadie pero sus maneras y métodos rozan, si no los sobrepasan a veces, los límites de lo moral. Eduardo le espeta sin preámbulos que porqué están detrás de Manuel. Quiere saber quien es su posible cliente y que quiere. Tras un largo y tenso tira y afloja, y un pacto entre ‘caballeros’ discutible, Clara informa a Eduardo de que Steward quiere saber si Manuel le está engañando. Comparte asimismo que no han encontrado nada referente a posibles amantes y así se lo confirma Eduardo. De este, Clara solo sabe que Manuel es cliente suyo. A regañadientes Clara da por finalizada su investigación.
No pasa un día y la noticia del asesinato de Manuel en su casa, en lo que parece a todas luces un robo, les sorprende. Y más si esa misma noche también la galería ha sido allanada dejándola patas arriba.
Una nueva visita de Eduardo antes de finalizar la semana pidiendo la ayuda (¿o protección?) de Clara parece arrojar luz sobre el caso. Hace tiempo que Eduardo en una investigación anterior había pillado a Manuel en algo turbio (se intuye que algún cuadro de su galería no seria todo lo original que debiera). Llegó a un acuerdo y no lo denunció. Tiempo más tarde decidió ‘darle servicio’ a su silencio. Aprovechando el negocio de Manuel, utiliza a este y a los cuadros que compra e importa, para ser correo. Eduardo esta trayéndose material sensible de un ex-general ruso de la extinta KGB, dedicado desde hace tiempo a negocios oscuros, que últimamente ha fijado su residencia en Cunia, para hacerlo servir contra este cuando tenga todo el archivo en su poder.
Y parece ser que alguien se ha fijado en Manuel y ha podido enterarse de sus idas y venidas…