Autor: Rubén Ramos
Cuando asumimos el reto de interpretar a uno de éstos alienígenas, lo jugadores tenemos que pensar en un adolescente en plena edad del pavo. Los ielsekharen son como un adolescente con las hormonas en plena ebullición: chulitos y pendencieros. Cuando alguien hace algún comentario considerado ofensivo (es decir: que amenace la posición del ielsekharen como macho alfa o ponga en duda su masculinidad) la situación posiblemente se resolverá a golpes. Es erróneo pensar que el ielsekharen peleará de manera sucia o desleal. Utilizará métodos que le den ventaja, sí, pero dentro de unos límites. Por ejemplo, en una reyerta de bar arrojará líquido a los ojos de su contrincante si con ello puede distraerle y ayudarle a golpearle con facilidad, pero nunca le desenfundará un arma para acuchillar o disparar salvo que alguien lo haga antes. Un guerrero al fin y al cabo ha de pelear con cierta limpieza.
Los ielsekharen son gritones. En su sociedad suele imponer su criterio el que más grita, mejor pelea o ambas cosas. Por ello hablar con ellos a veces parece una discusión constante aunque la intención de éste no sea esa. Se dice que los sheller son testarudos, pero eso es porque es más habitual discutir con un sheller que con un ielsekharen. Cuesta muchísimo que den el brazo a torcer y el hecho de que sean gritones no implica que sean idiotas. Hay que argumentar muy bien las razones si quieres que cedan (al fin y al cabo, es una batalla dialéctica y hay que demostrar que es el que mejor pelea con las palabras).
Un ielsekharen es, por definición, gruñón. Esto se deba a que son el único cuadrúpedo inteligente en una galaxia repleta casi en su totalidad de bípedos. Todo es ridículamente alto, estrecho o incómodo (escaleras en lugar de rampas, esos malditos cuartos de baño, trajes espaciales inservibles para ellos, camastros elevados, etc). De manera nada sorprendente, sus quejas constantes se reducen cuando están con doctes, debido a que su fisionomía es casi, casi parecida y están más cómodos en sus naves, edificios, etc.
Los ielsekharen adoran el contacto físico. A pesar de que no les gustan las estrechuras, sí que buscan el calor de sus congéneres y no es raro que duerman juntos en una misma habitación. Cuando un ielsekharen te saluda, trata de abrazarte y cubrirte lo máximo posible entre grandes gritos. Es una muestra de afecto elevadísima para un no ielsekharen que se le salude así. Son explosivos en sus muestras de alegría, riéndose con fuerza y lanzando bravatas.
Dos últimos apuntes. Esto describe tanto a los machos como a las hembras. El hecho de que éstas últimas estén supeditadas a los machos no implica que no actúen igual y no sean igualmente promiscuas. La única diferencia entre una hembra y un macho, es que el trasfondo guerrero es menos habitual en las primeras. Por otra parte, respecto a las crías; las niñas ielserkaren son silenciosas y observadoras. Saben que no deben llamar la atención más de lo debido o acabarán en la cama con su padre. Por otro lado, los varones son niños mimados, creidos, a los que se les conceden casi todos los caprichos, excepto su padre que los trata con una dureza que roza los malos tratos.