Número: 167. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Gerardo Dural, cabeza de una familia de tres varones que también trabajan en el negocio, suele contar a los clientes que sus antepasados ya eran linotipistas y que por sus venas corre tinta. Nadie recuerda cuando abrió la tienda y en el barrio Oliver todos dicen que siempre estuvo ahí. En la fachada hay un 1886, pero Dural dice que marca la fecha de coronación de Alfonso XIII y no la de apertura de la imprenta.
Impresiones Dural es una imprenta de calidad, aunque algo cara, especializada en impresiones diferentes. Muy apreciada por los novios para imprimir sus tarjetas de invitación de boda, la verdad es que su principal negocio es la membresía y las tarjetas para empresa y ejecutivos. Hay muchas imprentas en internet que tienen precios más asequibles que los suyos, pero una tarjeta, un sobre, un folio de empresa impreso aquí, se nota. La calidad de las tintas, la calidad del papel, forman un sello inconfundible.
En impresiones Dural no hacen fotocopias. Es algo a lo que Gerardo se ha negado una y otra vez, aunque sus hijos creen que es demasiado anticuado. El patriarca de la familia dice que una fotocopiadora es un instrumento del demonio que solo ocupa sitio y entretiene a un operario atendiendo a la gente. Ellos fabrican joyas, no bisutería.
Suele presentarse en la imprenta a primera hora de la mañana para organizar el trabajo diario y decidir el orden y las máquinas a utilizar. Algo fundamental según él, pero, poco a poco, va dejando la responsabilidad de controlar el resultado final en manos de sus hijos y él se dedica a pasear por el barrio y a compartir unos vinos con los vecinos. En esas ocasiones es posible oírle hablar de cuando preparó las invitaciones para la boda de Felipe y como le hicieron, por culpa de ella, cambiarlas diez veces (cada vez que cuenta la historia son más veces).
La familia Dural son falsificadores y lo han sido por generaciones. Aunque la imprenta da dinero para mantenerse, menos cada vez, su verdadera fuente de ingresos en falsificar documentos. No falsifican dinero porque está muy vigilado y perseguido, aunque algunas fuentes les señalan como el origen de los bolívares falsos que han inundado la economía venezolana y la razón por la que el gobierno se ha decidido a cambiar todos los billetes, para dejar inservibles las copias falsas de Dural. Tampoco hacen carnets ni pasaportes.
Están especializados en falsificaciones en papel: cartas de recomendación, falsas invitaciones de boda (los periodistas las usan mucho), currículos con master aprobados por universidades de prestigio, partidas de nacimiento, cartas de asilo y cosas así. En muchas ocasiones, la copia tiene tanta calidad que el original es el que parece falso.
La persona detrás de esta rama del negocio es Federica Malda, esposa de Gerardo, y su hija y cuando ves a amabas en la imprenta pareciera que están allí de visita, como invitadas, a ver a hijos y hermanos. Aquellos que las ven muy a menudo creen que trabajan en la oficina llevando la parte contable y los pedidos de material. Quién puede imaginar que en la carpeta que llevan quizás escondan varias tarjetas de residencia falsas.
El gran secreto de la familia Dural es que no han sido ambiciosos. Sus falsificaciones son siempre de documentos y papeles de importancia menor. Ni dinero, ni DNI, ni tarjetas bancarias, ni bonos del tesoro. "Cuando engañas por mucho, te buscan muchos", dicen que decía el abuelo fundador del negocio.