Número: 166.     4ª época.     Año XXI     ISSN: 1989-6289

166 > Ambientación > Personajes > Slissu (Pan). Por: Rubén Ramos

 

Slissu

Slissu es el chamán del grupo de Lobo. Es, cuanto menos, enigmático. En realidad la palabra que lo definiría con fidelidad es perturbador ya que tiende a incomodar a los extraños con su presencia.

No es para menos. Slissu es de ascendencia noble, de una de las familias con más abolengo de su raza, que llevan muchos inviernos manejado los designios de los suyos en las marismas. Su familia ha sido, desde siempre, una fiel servidora de Ashtar. Eso implica que sus luchas contra los seguidores de Hassur son legendarias y la causa en última instancia de la caída en desgracia de Slissu.

Atrapado en una lucha de poder entre poderosas familias para controlar el Gran Zigurat, los tejemanejes del poder le pusieron al descubierto como la cabeza de turco más adecuada para finalizar el conflicto y que el resto de sus enemigos (y familiares) avanzaran en la carrera hacia el poder y la riqueza.

En aquella época, sin embargo, contaba con unos aliados inesperados: Lobo, Adebbi y Aarthalas. A cambio de una promesa de lealtad por parte de Slissu colaboraron con sus congéneres aún leales para sacar a la luz a los conspiradores. Al final de ese día, había varias cabezas ofidias colocadas en hilera siguiendo el camino que asciende al Gran Zigurat. Ninguna de ellas era la de Slissu.

La lealtad jurada en nombre de su deidad le vincula de por vida a Lobo. En realidad no se arrepiente, pasados los inviernos. Ha conocido una libertad que dentro de la casta noble a la que pertenece, no habría disfrutado. Su raza, y con el tiempo se ha ido dado cuenta de ello, está tan ocupada traicionándose a sí misma que en ningún momento van a ser verdaderamente felices.

Sin embargo, sigue preguntándose porqué Lobo le eligió a él como compañero de grupo y el encargado de las cuestiones místicas. Alguna vez lo ha dejado caer entorno a un fuego. La respuesta de Lobo siempre ha sido la misma: "me gusta como brillan tus escamas. Es un buen reclamo para que la gente se anime a hacer trueque en los pueblos". Todos ríen, pero Slissu no es capaz de ver el chiste.

Slissu tiene una relación cercana pero distante con Lobo, Adebbi y Aarthalas. Son, digamos, los nobles de más nivel del grupo si ajustamos sus baremos socioculturales de su sociedad ofidia a la caravana. Sí es cierto que Aarthalas es lo más parecido a un alma gemela: ambos son dados a silencios, contemplativos y distantes en el trato. Comparte confidencias con ella en ocasiones. Al fin y al cabo, es la única que escucha atentamente sus relatos cuando están frente al fuego.

Con el resto del grupo mantiene una relación de igual a igual y no tiene problema en el trato. Quizás es distante con los guerreros del grupo, Bim, Birco y Sim, con Sonrisas y con los esclavos, pero cordial. Pero los viejos hábitos son dificiles de enterrar.

Algo desconocido para todos, salvo para Aarthalas, es el hecho de que Slissu puede ser muy cruel. Evita esos impulsos, pero durante su etapa con los suyos, despachaba salvajes castigos a los esclavos. En ocasiones, esa vena cruel aparece en su rostro. Y no es buena idea azuzarle cuando está así.

Siente, no obstante, ciertos remordimientos de su forma de ser anterior a unirse al grupo. Esos remordimientos aparecen en forma de pesadilla recurrente: el en el Zigurat, arroja a un niño a los cocodrilos del foso. El recuerdo del llanto de los padres y los chillidos del foso le acosan en los últimos inviernos.

Hace unos inviernos, Kel, el tikki, fue atacado por un tigre dientes de sable que lo dejó muy mal herido. Tanto que se temía por su vida o incluso si recuperaría la capacidad de caminar, tras las horribles heridas que sufrió. Slissu pasó tres jornadas enteras doblegando con sus poderes chamánicos y sus conocimientos herborísticos a un espíritu maligno de la enfermedad para que abandonara a Kel. Con éxito. Nunca han hablado sobre ello. De hecho, Kel no ha cambiado su actitud jocosa y bromista contra el huraño del grupo. Sólo una vez le preguntó si había sido él el que había salvado sus piernas y la respuesta de Slissu fue un siseo apenas mascullado: "déjalo estar de una maldita vez".

Desde entonces Slissu encuentra por las mañanas o al atardecer algún roedor o pajarillo vivo en sus alforjas, los cuales son golosinas deliciosas para él. Nunca se han dado las gracias, no obstante.