Número: 122. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Andrey Victorovich Gurau es un hombre de un metro ochenta y unos 120 kilos de peso distribuidos en puro musculo, tiene un rostro cuadrado y de facciones muy marcadas, y lo encuadra con una cabeza completamente afeitada y una barba de tres días. Su aspecto encaja perfectamente en el arquetipo de matón de barrio con mucho músculo y poco cerebro, sin embargo es justo lo contrario, una persona muy inteligente y con dotes de liderazgo muy poco dada a la violencia, que está reservada a la “daga siberiana”.
Para reforzar su aspecto de matón, que aprovecha para sorprender a quien no lo conoce, suele vestir con ropa ajustada, vaqueros y camiseta en verano y jersey de cuello alto en invierno.
Nunca va armado, pues es muy poco hábil con las armas de fuego, pero siempre le acompañan dos miembros de la “daga siberiana” que están encargados de protegerlo y hacer el trabajo sucio.
Andrey nació en la antigua URSS en la zona del mar báltico, pero se quedó huérfano de niño y acabó trasladado a Sverdlovsk (actual Ekaterimburgo) donde se aglutinaba una parte importante del tejido industrial de la unión soviética. Allí es donde entró en contacto con Ivan Stenka y fue “adoptado” por el clan.
Desde entonces ha estado trabajando en múltiples destinos y demostrando su gran capacidad para gestionar equipos logísticos capaces de burlar controles fronterizos y policías de todo tipo, hasta que en 2011 decidieron destinarle a Cunia, donde ha jugado un papel muy importante en el crecimiento de la influencia que el Clan Stenka ostenta en la ciudad.
Andrey siempre intenta aprovechar su aspecto de bruto descerebrado para que su interlocutor se confíe y crea que tiene superioridad en la negociación y cuando baja la defensa demuestra el error que han cometido al prejuzgarlo.
En el ámbito de los negocios es una persona muy calculadora y no se deja amedrentar por nadie, pero es muy reacio a la violencia intrínseca del negocio en el que trabaja. Procura evitar siempre que sea posible que alguien sufra daño, pero si es necesario, no dudará en dar las órdenes oportunas, pero nunca se manchará las manos.