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T28 Superpesado
En 1943, Estados Unidos se creyó la propaganda nazi que hablaba de una formidable fortificación en las fronteras de Alemania. La Línea Sigfrido, así se llamaba, que se estaba construyendo sería impenetrable. En defensa de la credulidad estadounidense, ellos ya estaban viendo algunas de esas formidables fortalezas en la Muralla del Atlántico y no era extraño pensar que Sigfrido pudiera ser cómo la anunciaban. Ellos no querían desembarcar en Francia para quedarse detenidos en una guerra estática (como la Primera Guerra Mundial) en el Rin. Para evitarlo decidieron que había llegado el momento de construir un tanque tan potente y tan blindado que fuera indestructible y que pudiera pasar por las defensas de Sigfrido sin pestañear. Movilidad vs posiciones estáticas era, o eso pretendían, una repetición de lo sucedido en la Línea Maginot.
Tanque superpesado T28 de pruebas en Aberdeen en 1946. Imagen de dominio público.
Los diseñadores tuvieron claro desde el principio que el tanque no tendría torreta. Es decir, sería más un autopropulsado que un carro de combate. El motivo de esto es que eso les permitiría ahorrar peso o, más específicamente, concentrar todo el blindaje en el casco. Además, el casco se diseñó con ciertas inclinaciones para mejorar sus capacidades defensivas (algo que ya se estaba haciendo con algunos modelos de Sherman, pero que en el T28 fue más exagerado). El armamento elegido fue el cañón T5E1 de 105 mm que, según sus especificaciones podía atravesar una pared de hormigón de metro y medio de grosor a unos 500 metros. Pocas fortificaciones tenían esos grosores (por ejemplo, las dársenas de submarinos). Por último, se pensó en el motor Ford GAA V8 para alimentar una transmisión eléctrica. Es el mismo motor que se había desarrollado para el tanque pesado T23 que acabaría siendo la base del M26 Pershing.
En este momento, el tanque pesaba 80 toneladas y se calculaba que podría desarrollar una velocidad de 25 km/h en condiciones favorables. En diciembre de 1943 se hizo la recomendación de construir 25 prototipos del T28, pero estas expectativas se rebajaron en marzo de 1944 a solo 3 modelos con algunos cambios: se descartaba la transmisión eléctrica y se sustituía por una más tradicional, se debía aumentar la capacidad de munición, se debía aumentar el espacio para la tripulación y también el ángulo de movimiento lateral del cañón. Aunque hemos comentado que era un autopropulsado por no tener torreta, la verdad es que el cañón, además de arriba y abajo, también podía moverse lateralmente (un poco); no estaba fijo en el eje del carro como otros modelos.
Detalle de las orugas del tanque superpesado T28 realizada en el museo Patton por Pahcal123. CC BY-SA 4.0.
Estos cambios, naturalmente, retrasaron la producción del carro. Un mes después, se aumentaría la petición de prototipos en dos, hasta 5 ejemplares. En esta fase de rediseño se incrementó (aún más) el espesor del blindaje frontal (¡de 250 mm a 300!). Esto incrementó el peso del tanque a las 95 toneladas y obligó a un interesantísimo rediseño de las orugas. El T28 pasó a tener cuatro orugas: dos a la derecha y dos a la izquierda en paralelo). Además, las orugas exteriores eran desmontables para que los técnicos y las dotaciones pudieran acceder a las interiores y para que, desmontadas, facilitaran el transporte del vehículo en trenes o barcos. Su ancho era realmente grande con las 4 orugas puestas. Se sabía que unas orugas anchas beneficiaban las prestaciones campo a través de los vehículos porque su presión sobre el suelo era menor (evitaba empantanamientos y esas cosas en terrenos blandos). Las cuatro orugas del T28 tenían ese objetivo (y eran una idea bastante interesante que, por lo que sabemos, nadie más aplicó a posterioridad; quizás no era tan interesante mecánicamente). Para facilitar el montaje y desmontaje, el propio tanque llevaba dos grúas con cabrestantes que se montaban en las esquinas y permitían mover un juego de orugas externas. Una tripulación entrenada podía tardar en montar o desmontar las dos orugas externas entre 2 y 4 horas.
Detalle de las orugas exteriores desmontadas y remolcadas por el propio tanque en 1946. Imagen de dominio público.
En septiembre de 1944, la Pacific Car & Foundry Company recibió el encargo de realizar el proyecto final del T28 y de producir las unidades de prueba. Se le cambió la denominación a T95 por su similitud a los carros autopropulsados que tenían numeraciones más altas (la T en la nomenclatura estadounidense se refiere a proyecto en marcha), pero para principios de 1945 ya se sabía que el diseño no iba a ser necesario (la línea Sigfrido había resultado un bluf), pero se pensó que podría ser interesante para el planeado asalto a Japón. Sin embargo, las prioridades de producción y de material estaban en otros modelos y el primer prototipo se terminó en septiembre de 1945, cuando la guerra había terminado. Se llegó a terminar un segundo modelo, pero ninguno más. El T28 sería uno más de los proyectos inconclusos de la guerra.
Al acabar la guerra, el ejército americano se encontró con dos carros superpesados de 95 toneladas e hizo lo que cualquiera hubiéramos hecho: ¡probarlos! Así que los enviaron a Arizona y allí los sometieron a bastantes pruebas. Resultaron ser bastante robustos y confiables llegando a recorrer 870 kilómetros seguidos o mantener sus prestaciones de velocidad tras 70 horas de conducción. Es en esta época cuando vuelven a cambiarle el nombre de T95 a T28 que es como lo conocemos hoy. Las pruebas sobre los vehículos concluirían en octubre de 1947 cuando se cerró el proyecto. El mismo cañón se montaba ya en carros más ligeros y con torreta por lo que su papel como "antifortificaciones" no era ya necesario.
El tanque superpesado T28 escondido tras unos arbustos de Fort Belvoir. Imagen de dominio público.
Siempre se pensó que los dos carros habían sido desguazados, pero en 1975, una revista militar publicó una foto del carro de 1946 invitando a sus lectores a averiguar el modelo del carro. Muchos lectores respondieron acertadamente a la cuestión, pero una de las respuestas marcaría la diferencia. Su autor decía: "es un T28 y lo usamos para las prácticas de visión nocturna en Fort Belvoir". El carro no solo había sobrevivido, sino que seguía en servicio, oculto entre matorrales para que los estudiantes de la academia lo descubrieran por la noche. Tras algunas negociaciones, el carro fue entregado al Museo Patton en Fort Knox (Kentucky). Lo que nunca llegó a aclararse es cómo ese carro llegó hasta Fort Belvoir.
Datos para Comandos
El T-28 de frente. Imagen para enseñar a los PJ cuando se acerque a por ellos, de dominio público.
Inicio: 1946 (solo pruebas)