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jueves, 21 de noviembre de 2024


 

Armas químicas japonesas

La unidad 731

La Unidad 731 o Escuadrón 731 fue un programa encubierto de investigación y desarrollo de armas biológicas del Ejército Imperial Japonés, que comenzó durante la segunda guerra sino-japonesa y se extendió a la Segunda Guerra Mundial (es decir, de 1937 a 1945). No fue la única unidad de investigación de este tipo del gobierno japonés, sino que hubo hasta una decena de estas unidades o escuadrones, pero la 731 destacó precisamente por el uso de la población civil china en sus experimentos.

La unidad 731 tenía su sede en concreto en las instalaciones conocidas oficialmente como Laboratorio de Investigación y Prevención Epidémica del Ministerio Político Kempeitai. La Kempeitai era una policía militar encargada del orden público en territorios ocupados (como lo fueron Corea y China). Estas instalaciones simulaban ser un módulo de purificación de agua situado en el territorio del gobierno títere de Manchukuo.

Desde esta unidad se promovían las creencias de supremacía racial japonesa, así como acciones de espionaje, investigación y política, convirtiéndose en un equivalente de la SS alemana. La experimentación directa con personas y el uso de las armas desarrolladas por esta unidad produjo la muerte de, como mínimo, decenas de miles de personas en China.

Al acabar la guerra los científicos japoneses que participaron en esta unidad tuvieron un distinto destino. Los pocos que fueron capturados por el ejército soviético fueron juzgados por crímenes de guerra. Mientras, la mayoría de quienes se rindieron al ejército estadounidense, incluyendo al líder del laboratorio, el Teniente General Shiro Ishii, fueron amnistiados a cambio de la información sobre guerra biológica de que disponían.

Actividad de la 731

En las mencionadas instalaciones de la 731 se realizaban investigaciones sobre enfermedades como peste bubónica, cólera, carbunco, tuberculosis, sífilis, gonorrea, empleando como conejillos de indias a prisioneros de un campo de concentración construido al efecto. También diseñaban y manufacturaban aparatos para esparcir estas enfermedades, directamente o a través de parásitos (piojos y pulgas), ropa infectada y comida contaminada. La excepción eran los proyectiles, que se realizaban en otras instalaciones, aunque bajo la dirección de la 731.

En los experimentos con humanos, entre los que hubo personas de cualquier género y edad, se habrían realizado todo tipo de pruebas, incluyendo vivisecciones y amputaciones brutales, también sin anestesia, para comprobar el efecto de las enfermedades y sustancias que se les inyectaban. También se probaban las armas químicas, granadas y lanzallamas directamente en personas.

Unit 731 victim (1940). [Fotografía]. Xinhua News. https://en.m.wikipedia.org/wiki/File:Unit_731_victim.jpg. Imagen en Dominio Público.

Unit 731 victim (1940). [Fotografía]. Xinhua News. https://en.m.wikipedia.org/wiki/File:Unit_731_victim.jpg. Imagen en Dominio Público.

Otros experimentos que en teoría se habrían realizado sobre humanos incluían comprobar la resistencia a asfixia, congelación, rayos X, centrifugación, quemaduras, inyección de aire y fluidos tóxicos…

El trabajo de la 731 supuso uno de los más terribles crímenes de guerra de la historia. Recomendamos leer más sobre el tema en el trabajo de Gómez Acevedo "Unidad 731: La guerra biológica del Imperio del Japón" y la bibliografía en la que se basa, aunque advertimos que la información pone los pelos de punta.

Bajo el ataque biológico

Muchas de las armas desarrolladas por el 731 y sus unidades afiliadas sobrepasaron la fase de prueba y llegaron a utilizarse contra civiles y soldados chinos. Si las vas a usar contra tus personajes en algún momento, ahí van las instrucciones para su uso.

Dispersión aérea

La dispersión aérea de sustancias patógenas, en concreto de enfermedades fue realizada por la 731 mediante el rociado con aerosoles, mediante la dispersión de pequeños huevos o lanzando pulgas infectadas con la peste bubónica. Estás últimas se podían lanzar mediante bombas construidas en cerámica en las que iban mezcladas las pulgas con granos de trigo y algodón (para camuflarse en los campos donde cayeran).

Para que la dispersión sea efectiva ha de realizarse a baja altura, por lo que los personajes podrían tener alguna oportunidad de disparar contra el aparato con las armas adecuadas. Además, los personajes podrían sospechar aviones soltando una nube de gas o pequeños huevos, y si son listos pondrán en alerta a la población para que no salga de casa ni recojan objetos arrojados por ellos. El mayor riesgo está en el impacto de uno de los objetos infectados directamente contra una persona. Por tanto, las habilidades de armas, descubrir, química y la capacidad de esquivar, junto con tener algo de cerebro entre las orejas serán las principales formas de protección.

Si se está en el bando contrario, los personajes deberían saber que tendrán muchas más eficacia lanzando estos productos sobre pueblos y ciudades que sobre el campo, incluso que sobre corrientes de agua. De hecho, este método fue calificado de poco eficaz y provocó numerosas bajas entre los japoneses, entre quienes manipulaban los productos.

También se rociaron zonas de combate pero, de nuevo, la dispersión de la altura y el viento hace este método poco exacto. Por ejemplo, en uno de estos ataques con cólera, la peste y la disentería murieron más de 1700 soldados por las enfermedades… la mayoría del bando japonés.

Contaminación directa

En este método se transportan las sustancias contaminantes, principalmente bacilos de enfermedades y se usan para contaminar ríos o pozos. El primer método es muy poco efectivo (algunas de estas enfermedades, como la de la fiebre tifoidea, se deterioran pronto en contacto con el agua) y además provocó más bajas entre los japoneses que entre los chinos, por la manipulación del producto. El segundo es algo más eficaz pero tiene el riesgo de acceder al pozo. Los japoneses probaron el lanzamiento de comida contaminada como si fueran raciones del gobierno chino

La principal manera de evitar esta forma de contaminación es la vigilancia del movimiento enemigo y de las fuentes de agua. Por desgracia, esto se podrá empezar a hacer sobre todo después del primer ataque detectado.

Animales y personas infectados

La dispersión en ciudades de ratas contagiadas con la peste bubónica y anthrax, o de prisioneros liberados con el cólera tuvieron una eficacia algo mayor, aunque menos de la esperada por los japoneses, que esperaban exterminar ciudades enteras. La reacción rápida de las autoridades aislando enfermos y quemando zonas enteras de ser necesario redujo mucho las víctimas, aunque nunca fueron pocas. El aislamiento y el incendio de zonas enteras también se usó para combatir las infecciones por las pulgas dispersadas con aviones.

Este era también el método favorito para, después de provocar un brote en una ciudad del que se culpara a las ratas, aparecer luego ofreciéndose a vacunar a la gente. Así, en algunos casos usaron a la población para probar vacunas y en otros para seguir contagiando en lugar de vacunar.

La mejor manera de evitar estos métodos es dar estrictas instrucciones a la población para no aceptar ayuda japonesa o desconocida.

Bomba de bacilos defoliantes

Aunque estas bombas son mencionadas con frecuencia, en realidad no hemos encontrado referencias claras a qué eran o si se llegaron a usar más allá de un proyecto. Sin embargo, podemos presuponer que fueran bombas están pensadas para abrirse a cierta altura sobre cultivos, soltando bacterias con efecto defoliante, que, sin matar de inmediato a la planta, hacen que sus hojas caigan, afectando gravemente a la productividad de los cultivos.

En general estas bacterias, que se usaban en Japón para matar plagas desde 1910, son inofensivas para las personas, salvo que se inhalen en grandes cantidades, algo que es complicado que ocurra con la dispersión que se da desde la explosión hasta el contacto con el suelo. Los personajes deberían estar a salvo con alejarse un poco.

 

 

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Cita

«Temo haber despertado a un gigante dormido, cuya respuesta será terrorífica.»

Almirante Yamamoto