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viernes, 3 de mayo de 2024


 

La casa Reimann

En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial y durante esta, millones de personas fueron empleadas como mano esclava en fábricas y granjas de la Alemania nazi, habitualmente con poca o ninguna paga. Judíos, disidentes y prisioneros de guerra de todos los países trabajaron en estas condiciones para empresas alemanas como Volkswagen, fundada en 1937 por Hitler.

En 1823, Johann Adam Benckiser creó una empresa para fabricar y distribuir productos químicos. El químico Ludwig Reimann se unió a la empresa en 1828 y se casó con su hija.

El hijo y el nieto de Ludwig, ambos llamados Albert, dirigieron la compañía en los años 30 y 40. Los dos fueron antisemitas que apoyaron económica y orgánicamente al partido nazi desde los años 20.

Durante la II Guerra Mundial, la empresa usó casi 200 prisioneros rusos y franceses como mano de obra forzada en la producción de material para el ejército Alemán. También los usaban para trabajar como criados en sus villas privadas. Según los testigos, los trabajadores eran maltratados con regularidad. Las mujeres eran vejadas y abusadas sexualmente si se resistían. El trato era tan malo que, al parecer, mereció hasta la reprimenda de los cargos nazis.

Hoy día, los descendientes de esta familia, una de las más ricas de Alemania, repudian públicamente el pasado familiar y lo están investigando oficialmente a través de su empresa.

La casa

Esta no es ninguna de las casas que los Reimann poseyeron en la realidad, sino que ha sido creada a propósito para este artículo. Se encontrará en algún lugar de Alemania fuera de una gran ciudad. Habrá sido abandonada a principios de 1944, bien por los Reimann que huyen en busca de refugio, bien por soldados alemanes que se retiran ante el avance de las fuerzas enemigas. Habrá tenido la suerte de no ser bombardeada y estará relativamente intacta.

Casa Reimann. Imagen de Jacobo Peña Conversa (2023). «La casa Reimann» publicada con Licencia CC Atribución 2.0. Adaptación de la imagen «Leibfriedscher Garten» de Johann Wendelin Braunwald (1872-1873), en Dominio Público.

Imagen de Jacobo Peña Conversa (2023). «La casa Reimann» publicada con Licencia CC Atribución 2.0. Adaptación de la imagen «Leibfriedscher Garten» de Johann Wendelin Braunwald (1872-1873), en Dominio Público.

Leyenda

1. Salón
2. Sala de estar
3. Habitación de caballeros
4. Dormitorio
5. Vestíbulo
6. Comedor
7. Baño
8. Cocina
9. Despensa
10. Salón
11. Balcón
12. Dormitorio
13. Dormitorio
14. Balcón
15. Dormitorio
16. Distribuidor con techo de vidriera
17. Dormitorio
18. Balcón
19. Dormitorio
20. Biblioteca
21. Sala de costura
22. Veranda

Motivos para allanar la casa

Hay diversos grupos de personajes que puedan estar interesados en entrar en el caserón:

Soldados alemanes rezagados en la retirada, en busca de alimento, refugio temporal y quizás dinero.

Soldados aliados, en busca de lo mismo que los anteriores.

Oficiales aliados enviados específicamente en busca de pruebas contra los Reimann, de cara a un posible juicio.

Como en el caso anterior pero son enviados en busca de bienes a confiscar.

Civiles alemanes siguiendo la retirada de las tropas, en busca de alimento, refugio o dinero.

Civiles que trabajaron como esclavos en una fábrica o granja cercana a la villa; han escapado con la marcha de los alemanes y buscan comida, refugio, dinero, venganza…

Objetos en la casa

Lo normal es que los dueños se hayan llevado casi todos los objetos de valor y los soldados que la ocuparon un tiempo lo que sea útil y sobre todo alimenticio. Sin embargo, es posible encontrar algunas cosas.

Respecto de pistas sobre los dueños de la casa, quizás una foto de los dueños de la empresa saludando a Himmler, una plancha de carbón con esvástica grabada, una Cruz al Mérito de Guerra olvidada en un cajón oculto (sin espadas, símbolo de haberse concedido a un civil), una carta con instrucciones para tratar a los esclavos, un libro de contabilidad, un cuadro con el abuelo, el padre y el hijo de la familia Reimann… También habrá algún objeto de valor o útil olvidado, como un pendiente bajo una alfombra, vino de calidad escondido bajo la cama, algo de comida enlatada o en conserva en la fresquera, herramientas…

Peligros en la casa

Para darle emoción a este terreno, podemos asumir que los soldados que lo han abandonado han dejado algunos obstáculos para retrasar el avance enemigo.

Habrá métodos de defensa de la casa que permanezcan tras la huída, como entradas barricadas, así como la ocasional mina anti persona colocada bajo alguna ventana o junto a una puerta, que los soldados que estuvieron hasta hace poco sabían que debían evitar pero también habrá trampas dejadas específicamente para el enemigo.

La más clásica: dejar un par de granadas en sendos puntos de la casa, conectadas a un cable, que activa su espoleta cuando alguien tira del cable al pasar caminando, al abrir una puerta o un cajón. Es posible también un mecanismo parecido que inicie un incendio en una sala en la que previamente se haya derramado suficiente combustible. Trampas más sencillas son clavos del revés en escalones o cristales en zonas por donde se vaya a pasar la mano sin prestar demasiada atención. Quitar las sujeciones del pasamanos del hueco del vestíbulo superior para que alguien se apoye y caiga, o aflojar los clavos de una estantería requiere más tiempo de preparación y puede que los alemanes no lo hayan tenido, aparte de ser métodos menos efectivos.

Un último y macabro sistema de combatir de esta manera a los intrusos es dejar algo de comida de tal manera que parezca olvidada por azar y envenenarla. Se podría notar el pinchazo en el corcho de una botella, en el color un poco distinto de una conserva, en la caja de matarratas medio abierta o en un animal muerto junto al queso medio devorado.

 

 

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Cita

«Las guerras no se ganan con evacuaciones.»

Churchill