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Segunda Guerra Musical: Francia
Sea conocida en la historia de la Segunda Guerra Mundial como campo de batalla, por el vergonzante colaboracionismo del gobierno de Vichy, por su patriótica resistencia a la ocupación, o por la doble amenaza a su identidad por parte de alemanes y americanos (triple, si contamos la influencia soviética), Francia siempre será un escenario principal de este conflicto y es complicado no asociar los momentos de melancolía en el frente a la voz de una cantante francesa.
La vida musical bajo Vichy (artículo)
Clásica
A principios de siglo, Francia había vivido una explosión de música neo-clásica. Un ejemplo de ella fue la compositora Lili Boulanger, fallecida a edad temprana y a la que en marzo de 1929, con fondos estadounidenses, se dedicó la creación de un fondo dedicado a su memoria y a financiar a jóvenes talentos. Es de esperar que el simbolismo y la melancolía de su obra gozasen de popularidad en las casas burguesas y bohemias al comienzo del conflicto.
Otro de estos compositores sería Albert Roussel, quien también moriría antes de empezar la Segunda Guerra Mundial pero cuyas últimas obras, ya en la década de los treinta, se estarían escuchando en Francia mientras Alemania se dirigía a sus fronteras.
Symphonie no. 3, Op. 42 (Ernest Ansermet)
A pesar de tener estilos distintos, de haber sido reunidos accidentalmente más por su edad que por otra cosa y de poder incluirse en el grupo a más de los seis iniciales, el grupo de Les Six impulsó el rechazo al impresionismo y al wagnerianismo alemán. Herederos del minimalismo de Satie, quien les unió, y de las ideas modernas de Jean Cocteau, su música puede representar en las partidas más intelectuales de Comandos la oposición a la pesadez impresionista y épica del invasor alemán.
Si los personajes pasan en alguna partida por el campo de prisioneros alemán Stalag VIII-A, podrían escuchar a algún prisionero silbar "Cuarteto para el fin de los tiempos", compuesto allí e interpretado por primera vez por el prisionero francés Olivier Messiaen para una audiencia de presos y guardias. Messiaen sería considerado uno de los principales compositores franceses del siglo XX.
Tras el armisticio de 1940 y la instauración del régimen títere de Vichy, la libertad musical en Francia se acabó, pero eso no significa que no siguiera habiendo composición. En los primeros meses de ocupación, el gobierno organizó conciertos para combatir el desempleo entre los músicos. En general era la misma música que se interpretaba antes de la guerra pero purgando obras judías y evitando en lo posible las alemanas para evitar el desánimo. A partir de 1942, las ganancias de los conciertos se destinaron a causas de emergencia sanitaria y a los prisioneros de guerra franceses, cuyo responsable, el ministro Maurice Pinot, a pesar de apoyar a Pétain se oponía a colaborar con los alemanes. De estos esfuerzos surgieron obras nuevas dentro de la Francia ocupada como El Libro de Juan de Maurice Thiriet, quien también había sido prisionero de guerra. Algunos de los compositores aún estaban en prisión cuando se interpretaron sus obras.
El gobierno de Petain procuró apoyar el colaboracionismo cada vez más con las actividades musicales a través del Comité de Bellas Artes, buscando un entorno cultural favorable a los valores de "Trabajo, familia y patria", el lema elegido por el gobierno de Vichy para sustituir a "Libertad, igualdad, fraternidad". Decenas de obras fueron encargadas ex profeso por el colaboracionismo para estos fines.
J'ai perdu pour voler ici, cent plumes fines
En parte, este proyecto de Petain tenía como objetivo defender las raíces culturales francesas (e incluso italianas) frente a la supuesta superioridad germánica. Esto se acabó en 1942, con la ocupación alemana de la mitad sur de Francia, el veto a obras clásicas y la imposición de orquestas alemanas, así como la drástica reducción de conciertos. No sería hasta la liberación de Vichy, la capital musical del país, que los esfuerzos musicales girarían al patriotismo y la resistencia.
Popular
Desde el siglo XIX, Francia había adoptado con entusiasmo estilos propios de arte musical popular.
Cabaret
Podemos empezar por el Cabaret, que fue popular hasta bien entrados los años treinta, un entretenimiento que incluía canciones, música, baile, comedia y espectáculo, y que fue clave para el lanzamiento de cantantes internacionales como la artista multidisciplinar Josephine Baker o el famosísimo cantante y actor Maurice Chevalier.
El caso de Chevalier es especial, pues inicialmente cantó a la resistencia contra la invasión nazi desde la Francia libre del sur.
Sin embargo, en la etapa del colaboracionismo el miedo a las represalias (su esposa era judía) le llevó a ceder a cantar para el gobierno de Vichy, aunque se negó a hacerlo en la radio oficial y se ofreció a cantar para los prisioneros franceses. Esto le hizo llegar a ser acusado de colaboracionista por los americanos cuando liberaron el país en 1944.
Chanson
La Chanson francesa también tenía su típico estilo de temas romántico, social y político, muy relacionados con el cabaret. Sus representantes durante los años treinta no son tan conocidos como lo serían los posteriores (Jacques Brel, Georges Brassens o Charles Aznavour), con quienes los personajes jugadores podrían encontrarse en Francia. Estos mitos de la Chanson no serían conocidos hasta después de la guerra pero el conflicto les marcó en su obra posterior.
Debido a las circunstancias, la Chanson disfrutó de un renacer clandestino en las canciones que animaban a la población de la Francia ocupada a resistir. Este florecimiento vino del propio pueblo, que, como ocurría en otros países en guerra, inventaba canciones sobre la marcha, algunas de las cuales alcanzaban gran popularidad. Así, prisioneros de guerra, madres y esposas de soldados, músicos de jazz, miembros de la resistencia, cabareteros, espías y saboteadores inventaron los temas que llegarían a ser considerados himnos patrióticos.
No es posible cerrar esta parte sin mencionar a Edith Piaf, quien en 1936 alcanzó la fama con su primera grabación, Les Mômes de la Cloche.
Un escándalo y posterior linchamiento mediático la devolvieron a las calles, pero en 1937 el music-hall la devolvió a la fama, con la que continuó hasta la invasión alemana. Durante el gobierno de Vichy siguió actuando en público pero cambiando su nombre artístico anterior (La Môme Piaf) por el de Edith Piaf.
Aunque generó controversia que actuase para los alemanes, en sus canciones buscaba el doble sentido para criticar la situación política sin ser censurada, llegando a usar sus viajes artísticos y la simpatía que la tenían los nazis para ayudar a artistas judíos.
Nada más finalizar la guerra, escribió e interpretó la que sería su canción más famosa y sin duda un buen tema de salida para cualquier campaña de Comandos de guerra basada en la resistencia francesa.
Jazz
Con la expulsión de los alemanes de Francia y la llegada de las tropas aliadas, principalmente americanas, los franceses se ven obligados de nuevo a luchar por su identidad cuando los liberadores aportan su propia conquista, esta vez cultural. Esta resistencia se trasladó al jazz, para el que quisieron reivindicar una identidad francesa, definiéndolo como racialmente inclusivo y popular, frente al consumismo y segregación americanos.
Esta reivindicación no extrañaría a quienes conocieran el movimiento de los zazous, jóvenes aficionados al jazz parisienses que, ante la denuncia que Vichy hacía del jazz como degenerado, por su asociación con músicos negros y judíos, y con la sexualidad promíscua, abrazaron el estereotipo como forma de contracultura subversiva. Frente a la "apatía" que habría llevado a Francia a rendirse a los alemanes, los zazous reivindicaban saltarse las normas sexuales, de género y raciales en la moda y los símbolos. A modo de ejemplo, portaban en público estrellas judías similares a las que usaban los nazis en los campos de concentración para identificar a esta etnia.
Imagen reproducida en el libro "Counter-Revolution, Extreme Right(s) and Fascism in French Culture and Politics, 1870-1945,". Publicada bajo licencia Creative Commons Atribución 2.0
Como se podría esperar, esta resistencia la pagaron con palizas de simpatizantes nazis, internamientos en campos de concentración… Se vieron forzados a la clandestinidad.
Militar
Tras la primera emisión del discurso de De Gaulle en el exilio, desde la cadena Radio Londres, creada por franceses en Gran Bretaña, se empezaron a lanzar temas musicales para contrarrestar las radios de Vichy controladas por Alemania.
Algunas de estas canciones lograron gran éxito entre la población resistente, como "Le Chant des Partisans" escrita por Anna Marly, inspirándose en un tema ruso. Llegó a convertirse en el himno no oficial de Francia, solo por detrás de "La Marseillaise" en popularidad.
Como es lógico y ocurriría en otros países, para esta Segunda Guerra Mundial se actualizarían canciones populares en la primera, como La Madelon, que llegaría a ser traducida al español y el inglés, y cantada por Marlene Dietrich.
A partir de 1944, estas canciones y muchas de las creadas y popularizadas en la clandestinidad por el pueblo francés fueron adoptadas y convertidas en símbolos por la Fuerzas Francesas del Interior (la denominación dada al conjunto de fuerzas de la resistencia a partir del 44) y los batallones del ejército francés integrados en las fuerzas aliadas.