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Segunda Guerra Musical: Unión Soviética
No hubo nación que perdiese más ciudadanos en el campo de la Segunda Guerra Mundial que la Unión Soviética. Esta serie de artículos sobre música, en los que ya hemos hablado de Reino Unido y Alemania, estaría dramáticamente incompleto sin la URSS.
Clásica
En sus inicios, la música clásica de la Unión Soviética mezclaba sus bases tradicionales del Imperio Ruso con el acercamiento a experimentos occidentales. Con la centralización política de Stalin, las conexiones con el oeste se cortaron. La discusión entre el clasicismo y la modernidad continuó entre los artistas soviéticos, y en ella intervino el estado promoviendo el «realismo socialista», una corriente representada en la música por la sencillez y los sonidos tradicionales. En palabras del propio Stalin, «un arte nacional en la forma y socialista en el contenido». Un ejemplo claro sería Prokofiev, al que muchos lectores habréis escuchado de niños.
Como decíamos, clasicismo en las formas, no en los temas. La ópera de Shostakovich «La Lady Macbeth del Distrito Mtsensk» tuvo buena recepción crítica pero tachada por el partido comunista de «pequeño burguesa».
A raíz de la invasión nazi en 1941, los esfuerzos se dirigieron a lo bélico, algo que permitió la relajación de las normas anti-occidentales. Así resurgieron las grandes obras sinfónicas, aunque de corte patriótico, orientadas a la victoria, de la mano de Prokofiev, Myaskovsky, Khachaturian o Shostakovich, que fueron evacuados al Cáucaso Norte para seguir componiendo.
Ejemplos clásicos de la fusión de música y patriotismo fueron las sinfonías Séptima y Octava de Shostakovich. A la Séptima se la considera más representativa, por estar en teoría dedicada al sitio de Leningrado y usar las secciones de percusión y metal para crear una textura más militarística, sonando optimista e imponente.
Schostakowitsch: 7. Sinfonie («Leningrader»)
En cambio, la Octava, llama la atención porque, aunque salió a la luz con la URSS al contraataque y camino de la victoria, resulta una pieza más oscura y melancólica. El curioso contraste generó no poco debate e hizo que se acusara a esta sinfonía de contrarrevolucionaria.
El contraste queda más claro si la comparamos con la Quinta sinfonía de Prokofiev, mucho más vivaz y escrita aproximadamente por la misma época.
Otra de las formas de combinar nacionalismo y comunicación con las masas fue el cine, con sus bandas sonoras. Aquí destacaría de nuevo Sergei Prokofiev, con sus trabajos musicales para las películas Teniente Kije, Alexander Nevsky o Iván El Terrible, basadas en personajes históricos rusos.
Finalmente, pasaron desapercibidas obras de temática judía, escritas por Shostakovich, Weinberg o Gnessin, que se inspiraron en la música tradicional ashkenazi. A modo de ejemplo, parte de la obra de Weinberg está inspirada en poemas de autores yiddish, aunque tuvo que camuflarlas para esquivar la persecución política.
Quizás eran temas incómodos por su relación con un pueblo perseguido en casi toda Europa, no solo en Alemania. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la URSS fue de las pocas naciones que promovían la música judía, pero esa situación que cambió de golpe al terminar el conflicto.
Popular
La música popular de este periodo también estaría marcada por la revolución cultural soviética. Así, tenemos el género «canciones de masas», ideado por estudiantes del Conservatorio de Moscú, para que un coro o una voz solista se dirigieran a una multitud. Por supuesto, seguían los códigos del realismo socialista: sencillez, comprensividad, temáticas populares, propaganda, etc.
Una de las más famosas canciones, fue Katyusha, de Matvei Blanter, que los soldados cantaban con cariño durante la guerra. Seguro que os suena.
Como ocurría con la música clásica, se inspiraban en la tradición, en este caso del folk, pero también en el internacionalismo obrero; algunas de las canciones que se hicieron más famosas en la URSS provenían de Polonia («Varshavianka», que seguramente os suene como «A las barricadas») o Francia («La bandera roja»).
Algunas de las canciones populares de este periodo eran de nueva creación y otras se basaban en temas del folk ruso, a veces reescritas.
Que cualquiera pudiera convertir canciones clásicas en nuevas estaba dentro del espíritu soviético de involucrar a las masas en el esfuerzo militar (antes en el revolucionario). Así, se hacían populares no solo por su tema sino porque cualquier amateur podía llevarlas a la calle o al frente.
El primer concierto de jazz en Moscú tuvo lugar en 1922. A partir de ahí, el jazz se fue desarrollando despacio en Unión, donde la relación entre el jazz y la cultura negra encajaban con la ideología socialista en favor de los derechos civiles. Las bandas locales tocaban inicialmente temas americanos pero fueron desarrollando los suyos propios.
Sin embargo, no les daría tiempo a ello. En los años treinta, la posición oficial cambió y empezó a tacharse al jazz de pequeño burgués, limitándose mucho las actuaciones. Existió una Orquesta de Jazz del Estado, pero resultó un desastre. Solo con la llegada de la II Guerra Mundial se dio al jazz un respiro para permitir que algunas bandas tocaran para las tropas.
Pero al acabar la guerra se volvió a calificar al jazz de música occidental y burguesa, no volviendo a iniciarse su desarrollo en la URSS hasta los años 50-60.
Militar
Como ocurría en todos los países implicados en la guerra, muchas de las canciones populares que inspiraban a los soldados eran usadas como marchas militares y cantadas por los populares coros militares.
Las bandas militares dependían del Inspectorado de Bandas Militares del Ejército Rojo y la Armada, fundado en 1922 por General Semyon Alexanderovich Tchernetsky, y dependiente desde 1931 de la Tercera División del Departamento de Entrenamiento en Combate del Cuartel General de la Armada Soviética. El más famoso de los coros fue (y es) el «Conjunto de Canto del Ejército Rojo», fundado en 1928 por Alexander Vasilyevich Alexandrov y renombrado en 1935 «Conjunto de Canto y Baile del Ejército Rojo de la URSS» cuando empezó a incluir una sección de baile.
El propio Alexandrov fue el compositor del Himno Estatal de la Unión Soviética, reemplazando en 1944 a La Internacional. También fue el compositor de la Canción del Ejército Soviético en 1945. Como curiosidad, la versión de la Canción del Ejército Soviético que enlazamos es posterior a la época estalinista y por tanto con el nombre de Stalin eliminado de la letra.
The Song about The Soviet Army
Fotografía de Hornormusic (2017). Publicada bajo licencia Atribución - Compartir Igual 4.0
Durante la II Guerra Mundial (o la Gran Guerra Patriótica, como la llamaron los soviéticos), las bandas militares se multiplicaron para servir en el frente, incluyendo algunas que no eran unidades regulares. como el conjunto de jazz que apareció en la 21ª División de la Milicia Popular. Hacia el final de la guerra, Zhukov dio orden de convertirlas en unidades regulares.