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jueves, 28 de marzo de 2024


 

La ciudad olvidada

Xâlin, Solario 1547

Emblema de los Cinco de Ôs

Siguieron descendiendo, aunque cada paso que bajaban por la enorme cadena, notaban como el aire era más pesado y les costaba respirar. ¿A qué profundidad estaban? Habrían llegado ya a las nubes del Vacío. ¿Sería cierto que en ella habitaban demonios del Vacío? Valtar lamentaba que, hasta el momento, no hubieran encontrado muchas cosas de valor. No le preocupaba poner su vida en peligro, ni siquiera tener que enfrentarse a los cánidos de nuevo para salir, pero si subía con los bolsillos vacíos estaría más disgustado que al bajar.

Llegar a la parte superior para acceder al siguiente eslabón no fue difícil. También estaba a oscuras, pero, por lo que pudieron apreciar con sus linternas era una estancia pequeña, casi en el mismo borde que el agujero y, además, tenía una puerta en el sentido correcto, como si alguien la hubiera construido después de que se rompiera la cadena. Al traspasarla dieron con una segunda sala igual de pequeña con una segunda puerta. Los cinco entraban con cierta dificultad, pero descubrieron que un mecanismo en el techo impedía abrir la nueva puerta sin haber cerrado la primera. El primer instinto de Gorusa fue romper el mecanismo, pero Roba la detuvo y le preguntó si estaba segura de que aquello no bloquearía la segunda puerta.

Cuando abrieron esta, una intensa luz artificial les cegó por un momento. Roba y Tempesta fueron los primeros en habituarse a la luz y, para su sorpresa, había un comité de bienvenida. Cinco personas de cabellos rojos y rubios, piel clara y un pecho difícil de abrazar (quizás Gorusa podría) les esperaban con una sonrisa. Una mujer se aproximó a Roba y le entregó un ramillete de flores azules como ofrenda de paz. Era una costumbre muy antigua que ya no se practicaba, pero la mujer de Ôs la conocía de sus estudios hace ya tantos años.

Tras la mujer se adivinaban casas, calles y otras gentes ocupadas en sus quehaceres privados sin prestarles mucha atención. La arquitectura era extraña pues si bien la ciudad parecía girada un cuarto de vuelta, esta gente la había adaptado, había puertas y ventanas en la posición correcta y escaleras y pasarelas que atravesaban las calles convertidas en pozos. ¿Cuántos años llevaba esa gente viviendo allí?

Los otros miembros de la bienvenida entregaron ramilletes a los demás y la líder de los Cinco les indicó que los aceptaran. La alternativa era convertirse en enemigos.

Tras la ceremonia de reconocimiento, la primera mujer habló. Su idioma era el común del Mundo Conocido, pero lo hablaba con un acento muy extraño, como anticuado. Dijo:

-Os escuchamos mientras descansabais en la cabeza del dragón.

-¿Escuchamos? -Preguntó sorprendida Roba

-¿Dragón? -Dijeron los demás.

 

 

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Cita

«El pueblo sabe que no tiene nada que temer de nosotros, pues en todos nuestros actos nunca hemos perjudicado a los ciudadanos.»

La Voz