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Operación Weserübung Süd
La operación Weserübung (traducido "Ejercicios en el [río] Weser") fue el nombre clave para la operación aérea y naval que se llevó a cabo contra Dinamarca y Noruega en abril de 1940. Alemania no tenía intereses en dichos países, pero planificó la invasión de Noruega ante el temor de que Gran Bretaña ocupara el país (ya fuera militarmente o vía presiones políticas) y eso amenazara el suministro de materias primas de Suecia, que eran muy importantes para el esfuerzo bélico alemán. Dinamarca fue un daño colateral, Alemania necesitaba sus bases aéreas para lanzar la operación contra Noruega.
Aunque la operación Weserübung fue concebida como un conjunto, se dividía en dos partes: la Süd (sur, Dinamarca) y la Nord (norte, Noruega). En este artículo nos referiremos a la primera: la invasión de Dinamarca. Este país al norte de Alemania carecía de un ejército numeroso y confiaba en su neutralidad como mejor protección contra el belicismo de sus vecinos. Una estrategia que les sirvió en la Primera Guerra Mundial, pero no en la segunda. Además, en la operación participaban tropas de tierra (desde la frontera), tropas embarcadas (que desembarcarían en puntos costeros de Dinamarca) y tropas paracaidistas. Es a la participación de estos últimos a los que dedicaremos este artículo.
Los alemanes habían estado desarrollando un nuevo concepto de guerra: las tropas paracaidistas (o fallschirmjagers en alemán, ideadas como una forma de flanquear las posiciones enemigas (por arriba en vez de por el lateral) y así superar las defensas que el enemigo pudiera tener. Los alemanes ya habían practicado su "blitzkrieg" en Polonia sin haber probado su nueva arma, pero un reto como Weserübung parecía diseñado para el concepto paracaidista. Alemania necesitaba controlar ciertos puntos daneses (aeródromos) antes de lanzarse a por Noruega. El control del resto de Dinamarca no era tan necesario, pero la velocidad sí porque la invasión de Dinamarca pondría en marcha los planes británicos para Noruega con total seguridad.
Los fallschirmjagers no se pueden comparar con sus contrapartidas Aliadas de años posteriores. Muchos de los conceptos que ahora nos parecen evidentes, no se habían desarrollado todavía y, entre otras cosas, los paracaidistas alemanes llegaban a tierra casi desarmados (para que el exceso de peso no hiciera peligrar su llegada). El armamento y la munición (y las armas pesadas) se lanzaban en contenedores que los paracaidistas tenían que localizar y recoger. Además, Alemania carecía de grandes formaciones de aviones de transporte, por lo que los soldados se mandaban en pequeños grupos (unos 100) para ocupar puntos donde podrían llegar refuerzos posteriores. La estrategia básica era saltar sobre un aeródromo, controlarlo, anular las defensas antiaéreas y que la segunda oleada (en avión o planeadores) aterrizara en el campo capturado. Dinamarca fue su bautismo de fuego.
Dos fueron los objetivos paracaidistas en Weserübung Süd: Masnedø (una de las islas danesas del báltico) y Aalborg (al norte de Dinamarca).
Masnedø es una isla pequeña entre las islas Falster y Zelanda (Selandia, Seeland), ambas más grandes; su importancia estribaba en que sobre la reducida isla se apoyaba el puente que unía las dos islas mencionadas antes. El ejército alemán planeaba ocupar Falster y de allí pasar a Zelanda (la isla donde está Copenhague. Cortar el puente en ese punto implicaba mandar al traste toda la operación del ejército alemán. Por ello mandaron a los paracaidistas, para ocupar ese punto vital antes de que los daneses pudieran reaccionar al cruce de su frontera. La posición estaba defendida por una fortaleza.
12 aviones de transporte (Ju-52) despegaron desde Hamburgo a primera hora del 9 de abril. Los aviones localizaron el puente desde el aire y lo siguieron hasta que les llevó a su destino. La fuerza estaba compuesta por uno 80 hombre en dos secciones y acompañada de bombarderos y cazas de escolta. Tras su sorpresa, tras llegar a tierra, se encontraron que la isla de Masnedø estaba protegida por cuatro enemigos: dos de ellos, de la marina naval, en la fortaleza (aunque sin munición para el arma pesada), un tercero, guardia forestal, también en la fortaleza y el último vigilando el puente. Todos fueron capturados sin demasiados incidentes, aunque los paracaidistas llevaron a cabo algunas acciones intimidatorias con explosivos. Acabada la misión con éxito, los paracaidistas fueron relevados rápidamente por las tropas alemanas que habían desembarcado en el sur de y devueltos a Alemania a sus aeródromos de partida.
El salto aerotransportado sobre Aalborg era un poco más ambicioso que el anterior. Tenía que controlar el puente que cruzaba la parte continental con la isla de Vendyssel-Thy (Jutlandia norte) y los dos aeródromos cercanos. Sin embargo y dada la distancia, el mando estimó que solo necesitaba 4 aviones de transporte y 36 soldados. Estos saltarían sobre el aeródromo, lo controlarían y allí aterrizarían 53 unidades más con lo que cubrirían el resto de los objetivos. A semejanza de la operación del sur, la sorpresa fue total y los objetivos se consiguieron sin bajas entre los paracaidistas. Las tropas de tierra llegarían a la posición al final de la mañana, aunque el gobierno danés ya había dado la orden de rendirse. De la misma forma que sus compañeros, los paracaidistas partieron de regreso a sus bases de partida.
Todas las tropas de los fallschirmjagers pertenecían al 4./FschJgRGT.1 y puede decirse que ambas operaciones fueron un éxito. Tendrían, sin embargo, un efecto perverso en las tropas paracaidistas. La sorpresa había sido total y los resultados tan positivos que los diseñadores de las operaciones creyeron que estaban ante un arma imbatible. El éxito se había logrado frente a un enemigo no preparado; eso les llevaría a confiar demasiado en la superioridad paracaidista y a restar importancia a los preparativos previos (observación, inteligencia militar, etc.) confiando en el factor sorpresa. Esto costaría vidas en Noruega y en Holanda y Bélgica, pero no aprenderían la lección hasta la invasión de Creta.