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El Método Trueta
1943, Universidad de Oxford
"Los romanos antiguos honraban con la corona cívica a un hombre que hubiera salvado en batalla a un solo ciudadano. La Universidad tiene razón colocando esta corona en la cabeza de un hombre que ha salvado la vida de tantos." La cabeza que ese día coronaba la Universidad de Oxford, era la de Josep Trueta y Raspall, médico, nacido en Cataluña y exiliado tras la Guerra Civil Española. El presentador era el Orador Público, J. B. Barrington-Ward, M. A. del "Christ Church College", encargado de pronunciar el discurso en latín, el cual, elogiando los méritos del honrado, versó sobre la "ternura y destreza de su corazón y de sus manos".
Era el 6 de mayo de 1943. El acto tenía lugar en el gran anfiteatro del siglo XVII, el suntuoso "sheldonian", donde se celebran en Oxford las ceremonias académicas presididas por el Canciller.
En el grupo de refugiados españoles asistentes al acto había mucha emoción. El grado de doctor "Honoris Causa", otorgado a Trueta por la célebre Universidad británica, era un triunfo del que todos se sentían orgullosos. Algunos de ellos, los menos, habían venido de España. Los demás formaban parte de la importante colonia de refugiados de Londres, Cambridge y del propio Oxford. Eran gentes todavía llenas de esperanza. Las palabras de Winston Churchill en su discurso pronunciado en el Parlamento de la Cámara de los Comunes, a los pocos días de la caída de París, el 18 de junio de 1940, los había llenado de legítimo orgullo: "No menosprecio ni desestimo en absoluto los enormes peligros ni los graves trastornos que gravitan sobre nosotros. Pero, por otro lado, creo firmemente que todos nuestros compatriotas demostraron que son capaces de afrontarlos tal y como hicieron los valientes ciudadanos de Barcelona."
Josep Trueta i Raspall
Josep Trueta i Raspall nació en Poble Nou, Barcelona, en 1897. Fue educado en un ambiente de cierta severidad y durante su infancia estuvo muy influido por su abuelo paterno. Éste era un universitario y un militar progresista que le contagió el amor por los grandes ideales y por la actividad física y el deporte. Las primeras letras las aprendió en los Escolapios de la Ronda de Sant Antoni, allí demostró una enorme capacidad para el dibujo, y allí nació su primera vocación, la pintura. Posteriormente estudiaría el bachillerato en el Institut de la plaça de la Universitat desde 1912 a 1916. Aunque en un principio sus deseos fueron los de estudiar pintura, el hecho de que varias generaciones de su familia se hubieran dedicado a la medicina, le hizo inclinarse finalmente por ésta.
Pronto comenzó a sentirse cómodo con el aprendizaje de las distintas disciplinas médicas, que estudió en un ambiente en el que trabajaban Turró, en el Laboratori Municipal, Pi Suyner en el Institut de Fisiologia, Jaume Ferran en el Institut de Microbiologia, y Joaquin Trias i Pujol como profesor de patología quirúrgica. Especial mención hay que hacer del profesor Ferrer Solervicens, de patología médica, con quien fue alumno interno.
Se licenció en 1921 e ingresó en el Departamento de cirugía del Hospital de la Santa Creu, que dirigía entonces el profesor Manuel Corachán. También se trasladó a Madrid para cursar las asignaturas de doctorado. En 1923 se casó con Amèlia Llacuna. En un principio tuvieron que vivir con un sueldo exiguo que tenía que completar con la administración de inyecciones de salvarsán, tratamiento de la sífilis.
Con Manuel Corachán se trasladó a centroeuropa. En Viena conoció a Lorenz Böhler, con quien estudiaba también Jimeno Vidal. A ambos, Trueta y Jimeno, se les puede considerar como los padres de la nueva traumatología española cuya influencia ha inspirado la labor de gran cantidad de profesionales españoles.
A su regreso ya se sintió inclinado por la cirugía del aparato locomotor. Así, sus primeras publicaciones se ocuparon de la artritis gonococica, el sarcoma de Ewing, los tumores de huesos, etc. En 1935 moría el profesor de la Universitat Autónoma Ribas i Ribas, a quien Trueta iba a suceder cuando estalló la guerra civil.
Una nueva forma de curar
En el año 1924, Winnet Orr, que era un traumatólogo de Nebraska, estaba investigando sobre el tratamiento de la osteomielitis crónica. Durante sus investigaciones había tenido ocasión de curar gran cantidad de fracturas abiertas infectadas. El procedimiento que seguía era el siguiente: colocaba al paciente en la mesa de curar fracturas y lo sometía a tracción continua. Procedía después al tratamiento operatorio, al relleno con grasa vaselinaza y a la aplicación de algodón por encima. Después enyesaba y lo mantenía así sin practicar ventanas hasta la curación. Tras el éxito obtenido, pensó en utilizarlo en las infecciones crónicas de hueso. Esta técnica se empleó en las contiendas que siguieron a la Primera Guerra mundial.
El doctor Corachán le enseñó a Trueta los artículos de Orr y éste comenzó a aplicarlo en sus enfermos. El tratamiento de unos cuarenta casos le permitió sacar nuevas conclusiones: si el procedimiento tiene éxito con infecciones de hueso ya arraigadas, con supuraciones crónicas, tiene que ser más fácil prevenir en una herida fresca una infección no declarada. Este fue el punto de partida de sus investigaciones sobre lo que se conocería mundialmente por "método Trueta". A medida que investiga introduce nuevos detalles técnicos, como la necesidad absoluta de eliminar los cuerpos extraños y restos de tejidos deteriorados; excisión y drenajes perfectos seguidos de inmovilizaciones por vendajes escayolados. Trueta continuó sus investigaciones en la práctica de la cirugía civil, que después aplicaría a la cirugía de guerra, hasta estructurar la cura en cinco puntos esenciales, que Trueta hará famosos: Lavado con abundante agua y jabón, extracción de los cuerpos extraños, escisión o desbridación lo más completa posible de los tejidos desvitalizados e inmovilización del miembro en un vendaje de yeso. El elemento decisivo era para él hacer una buena desbridación; si no se hacía bien, el resto de pasos no servían para nada, e incluso podían llegar a ser perjudiciales.
1936, Estalla la guerra
Cuando estalla la sublevación militar, en julio de 1936. Josep Trueta era jefe del Hospital General de Catalunya. Para él no constituye un gran problema la avalancha de heridos traumatizados por arma de fuego que llegan al hospital, víctimas de las luchas callejeras. El Hospital General de Catalunya, hoy San Pablo, no era un hospital militar, ni Trueta un médico militar. Pero al gran centro hospitalario barcelonés, empezaron a llegar los heridos de los bombardeos aéreos y marítimos, que eran precisamente quienes presentaban los tipos de fracturas más complejos. Así que, desde los primeros momentos sus heridos cuando abandonaban la sala de operaciones, lo hacían ya enyesados.
En 1934, Trueta había presentado una nueva técnica de las fracturas abiertas en la Sociedad Catalana de Cirugía. La exposición del tratamiento fue recibida con marcado escepticismo. Sólo un reducido grupo de cirujanos se decidió a ensayarlo, entre ellos Gubern Salisachs, el cual, sin pérdida de tiempo, empezó a experimentarlo en los accidentes de tráfico. Y desde los primeros casos pudo comprobar los resultados positivos del método. Josep Trueta no ignoraba la importancia que podía tener en estos momentos conflictivos la aplicación de su técnica y decide exponerla de nuevo en la Sociedad Catalana de Cirugía. Sube a la tribuna con esa secreta amargura de todo innovador, sobre la acogida que de entrada puedan tener esta vez sus teorías. Sabe que la implantación de cualquier fórmula nueva genera casi siempre el rechazo de entrada. Hay que afrontar la controversia, y las irónicas insidias personales; pero debe correr este riesgo, porque hay en juego muchas vidas humanas. Sobre esa segunda presentación Trueta contaba:
"En el mes de septiembre de 1936, leí otro trabajo y en esta ocasión, cuando Gubern señaló sus éxitos, los cirujanos catalanes mostraron gran interés por este método. Desde esta época la técnica se fue adoptando gradualmente. En 1936. el Gobierno republicano se trasladó a Valencia, y en 1937 urgentemente se estableció en Barcelona. El Estado Mayor del Ejército, con el coronel Joaquín d'Harcourt, reputado cirujano madrileño, jefe del Servicio Quirúrgico del Ejército, fijó su residencia en Barcelona. Hasta entonces yo había encontrado una fuerte oposición en las autoridades médicas del Ejército. Con la llegada del coronel D'Harcourt a Barcelona terminaron mis dificultades. Después de ligeras vacilaciones, decidió adoptar el método en el Ejército y durante la ofensiva republicana de Teruel en diciembre de 1937 y en enero de 1938, él mismo lo aplicó en más de 100 casos. Después sería uno de sus más entusiastas defensores. Su alto cargo militar le dio posibilidad de poner en pie una vasta organización que enseñaba dicha técnica a todos los cirujanos del Ejército de Cataluña y estableció un esquema para escalonar y coordinar el tratamiento de las lesiones, en sus diferentes estadios, desde el hospital de campaña hasta el retaguardia. La divulgación del método se intensificaría gracias a su publicación"
Los milagros de Trueta
En Cataluña era vox populi la noticia de que un médico barcelonés salvaba a los heridos de la horrible mutilación. La nueva se había propalado como algo milagroso. Jaume Miravitlles, comisario de Propaganda de la Generalitat, no conocía al médico, pero como la gran mayoría, estaba al corriente de la "leyenda". La más hermosa para un pueblo que vivía bajo la amenaza de constantes bombardeos.
Un día llamaron a Miravitlles desde el frente de Aragón. Al teléfono se encontraba Ljubomir Ilitch, yugoslavo, comandante de las Brigadas Internacionales, herido por la explosión de una mina, entre Zaragoza y Mediana del Ebro. Con voz febril le explica que está gravemente herido desde hace varios días. Sabe que su caso es de amputación inmediata, para evitar la gangrena, pero él ha oído hablar de un médico famoso que puede salvarlo y le pide que haga lo posible para que lo reciba. Al cabo de unas horas Ilitch llegaba en una ambulancia al Comisionado de Propaganda de la Generalitat, situado en la calle de Córcega. Miravitlles sube en la ambulancia y ésta se dirige al hospital de Catalunya, donde Trueta les está esperando. El cirujano constata la gravedad del herido. Una fiebre altísima, 40 grados, así como un intenso dolor que hacen delirar al militar. Lo interviene Inmediatamente. En el fondo de la herida hay fragmentos de cúbito. La parálisis cubital, secuela de la destrucción del nervio al producirse el accidente, es irreparable, debido a la gran pérdida de substancia.
Trueta aplicó los cinco puntos de su método y la mejoría fue apreciable en pocos días. Al quinto, la fiebre descendía a 37'8. A los diez días le cambiaron el yeso y pudieron observar la notable mejoría de la herida. Se le volvió a enyesar y al cabo de otros diez días se le cambió de nuevo el yeso. Y de nuevo se produjo el "milagro" del que hablaban las gentes. Las masas musculares se habían aplanado, las superficies en carne viva habían empezado a granular y los labios de la herida sanaban.
La curación del brazo de Ilitch fue un caso asombroso. Surgió entonces la idea de publicar este tratamiento de las heridas. En abril de 1938 Trueta entregaba a Miravitlles el Manuscrito en catalán. El Departamento de Propaganda de la Generalitat lo edita y traduce al castellano, al francés y al inglés. Es el arma que la Generalitat pone en manos de los cirujanos para hacer "la guerra a la guerra".
Los enfermos del doctor Trueta en el Hospital General de Cataluña se convirtieron en polo de curiosidad. Al hospital empezaron a llegar médicos y periodistas deseosos de comprobar y conocer el interesante y discutido tratamiento. Una de estas visitas fue la de Donald Carlin, periodista inglés, que hizo la correspondiente comunicación a las autoridades médicas de su país.
En 1938 tenía recopiladas 605 fracturas de guerra sin que hubiera tenido que amputar y sin mortalidad. Un año más tarde se refirió a 1.073 heridos curados con éste método, de los que sólo el 0,75 % presentó complicaciones.
El exilio
Finalizada la guerra, al igual que otros miles de compatriotas, Trueta se exilió. Su destino era Venezuela, donde estaba exiliado su maestro Manuel Corachán. Primero fue a Perpignan, allí fue invitado a ir a Londres a dar unas conferencias sobre el tratamiento de heridas de guerra aplicado en la guerra civil española. Las doctoras inglesas J. D. Collier y D. Rusell, enviadas por el Foreign Office, fueron las encargadas de ir a recogerlo a Perpiñán, donde Trueta y su familia esperaban los visados para trasladarse a Caracas.
Trueta dio varias conferencias ante el Alto Mando de los tres ejércitos británicos. Les expuso su experiencia sobre la evacuación de heridos de bombardeos; el servicio de defensa pasiva, según las prácticas adquiridas en los 350 ataques aéreos que sufrió Barcelona; la actuación de los servicios de sanidad... Eran lecciones muy provechosas para los ingleses que veían venir su guerra y se preparaban para ella. Los Trueta se desesperaban por sus hijas que seguían en una colonia infantil, en el sur de Francia. No sabía el matrimonio que estaba "atrapado". Instalado en Inglaterra para una emigración que iba a dilatarse mucho más de lo que podían imaginar aun en las horas más pesimistas. Con el pretexto de las interminables conferencias, los retenían gentilmente. Hasta que un día, para tranquilizarlos, les propusieron traerles a sus hijas. Después, como los ingleses prohibían a un extranjero ejercer como médico en tiempos de paz, el ministro de Salud Pública, Mac Donald, se inventó una ley para él: lo nombró su consejero privado en cirugía de guerra. Trueta nunca llegó a hablar con Mac Donald. En 1940, lo elegían miembro de Honor de la Sociedad Británica de Ortopedia. Por aquel entonces estaba ya instalado en Oxford, contratado por la Universidad. Mr Girdlestone, catedrático de Cirugía y Ortopedia de la Facultad de Medicina, lo "descubrió" en la primera conferencia que Trueta dio en Londres, vio en él a su sucesor, e hizo lo imposible por atraerlo a la Universidad de Oxford.
Durante su exilio en Londres también formó parte de Consell Nacional de Catalunya, que se constituyó en esta ciudad, a pesar de que no quería implicarse directamente, aceptó por la petición expresa de Carles Pi i Sunyer. Tres años más tarde publicó "The Spirit of Catalonia" obra en la que trató de mostrar a los ingleses la historia y cultura catalanas. Ese mismo año se le otorgó el grado de doctor Honoris causa por la Universidad de Oxford. Previamente, en 1939 publicó "Treatment of war wound and fractures", que se tradujo casi inmediatamente a varios idiomas. También se incorporó al Radcliffe Hospital de Oxford, y en 1940 al Wingfield Morris Orthopaedic Hospital que se convirtió en el primer gran hospital ortopédico de Gran Bretaña.
Su método pronto tuvo ocasión de ser aplicado durante la Segunda Guerra mundial. Alcanzó el grado culminante de perfección con el uso de yeso de Tobruk en las batallas del desierto, donde se daban las condiciones más idóneas para su aplicación. Los resultados obtenidos influyeron, sin duda, en que después fuera nombrado catedrático de cirugía ortopédica en Oxford, puesto que desempeñó desde 1949 hasta su jubilación en 1965 y que se hiciera popular en todo el mundo.
¡La guerra ha acabado!
En tiempos de paz siguió investigando. Una de los temas en los que trabajó fue la acción de la inmovilización por vendaje enyesado sobre la progresión de la infección en los tejidos. Pudo comprobar que la infección iba del foco a los vasos linfáticos y de aquí al torrente sanguíneo, favorecida por las contracciones musculares y los movimientos articulares.
Más tarde, también se percató de que algunos enfermos que ingresaban en el hospital por problemas poco relevantes morían de uremia a la semana. Fue así como descubrió la doble circulación renal. Publicó sus hallazgos en inglés en 1947 y dos años más tarde en castellano (Estudios sobre la circulación renal).
Se iniciaban así nuevos estudios sobre las circulaciones locales. Por este motivo fue propuesto para el Nobel. En Estados Unidos se habla del "Trueta Shunt"; en los casos de shock clínico o experimental se produce una desviación de la circulación cortical que se reduce o desaparece, hacia la médula, camino por el cual el tránsito es más rápido; esto hace que la sangre no tenga tiempo de ceder el oxígeno a las células renales, como lo prueba la existencia de la misma proporción de oxígeno en la sangre de la vena renal que en la de la arteria renal.
En 1955 sir Morris, más tarde lord Nuffield, hizo una donación que permitió construir un centro de investigación en el Wingfield-Morris Hospital, que se convirtió en el gran Nuffield Orthopaedic Centre. Esto benefició a Trueta, quien pudo compaginar docencia e investigación. Entonces comenzó sus trabajos sobre la irrigación ósea, el origen del osteoblasto, la osteogénesis fracturaria, las infecciones óseas y la artrosis. Publicó sus hallazgos en la obra El origen del sistema óseo y en "Studies of the development and decay of the human frame" (1968). Los estudios sobre la embriología de los huesos se cortó en 1976 cuando su enfermedad se agravó.
Siguió recibiendo premios y condecoraciones en las más prestigiosas universidades del mundo. Sin embargo, en España se prohibió hablar de él o de que aparecieran noticias relacionadas con su actividad hasta 1969, cuando se le otorgó el premio Virgili de la Societat Catalana de Cirurgia. Al año siguiente también se le nombró miembro de honor de la Reial Acadèmia de Medicina de Barcelona. Finalmente, en 1976, la Universidad Autónoma de Barcelona le nombró Doctor Honoris causa. En otoño de ese mismo año empezó a encontrarse mal, por lo que el discurso que pronunció en el acto fue el último de su larga carrera profesional. En éste dijo:
"Havent deixat Catalunya quan la democràcia moria en ella, és per a mi una font de gran satisfacció el que aquest títol em sigui conferit quan la democràcia hi reneix... La llibertat és consubstancial en la meva vida. Aquest acte d'avui significa el veritable retorn a la meva terra, que vaig deixar perquè no volia veure morta la llibertat del meu pais"
"Habiendo dejado Catalunya cuando la democracia moría en ella, es para mi motivo de gran satisfacción el que este título me sea concedido cuando la democracia renace... La libertad es consustancial en mi vida. Este acto de hoy significa el verdadero retorno a mi tierra que dejé porque no quería ver muerta la libertad de mi país".
Moría el 19 de enero de 1977. A título póstumo se le concedió la Medalla d'Or de Sant Jordi y el premio Jaume el Conqueridor. También, por voluntad propia, había recuperado la nacionalidad española.
En febrero de 1977 se publicaba en la revista "Lancet", la más importante del planeta junto al "New England Journal of medicine", un obituario sobre Josep Trueta. (Lancet. 1977 Feb 5;1(8006):317-8.) A este artículo sucederían otros tantos por todo el mundo.
-"In memoriam. Joseph Trueta. 1897-1977."J Bone Joint Surg Br. 1977 May;59(2):243-5. [Disponible en http://www.bjj.boneandjoint.org.uk/content/59-B/2/243.long]
-"Joseph Trueta 1897-1977".Matthews JL, Goodfellow JW. Clin Orthop Relat Res. 1981 May;(156):5-7
-"Symposium: Tribute to Joseph Trueta." Clin Orthop Relat Res. 1981 May;(156):1-114
-"[Joseph A. Trueta 1900-1977]."Stringa G. Arch Putti Chir Organi Mov. 1978;29:427-8 (En italia)
-"[Joseph Trueta, 1897-1977]."Zucman J. Rev Chir Orthop Reparatrice Appar Mot. 1978 Jan-Feb;64(1):90-1 (En Francia)
Bibliografía
http://www.historiadelamedicina.org