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Erich Hartmann, el Diablo Negro
Todos hemos escuchado en alguna ocasión las historias del Barón Rojo quién, además de un grupo de música, fue uno de los pilotos alemanes más mortíferos de la Primera Guerra Mundial. Von Ritchthofen, el conocido piloto del avión rojo, derribó 80 aparatos a lo largo de su carrera. Erich Hartmann, en la guerra posterior, derribó la increíble cantidad de 352 aviones; sin embargo su nombre y su apodo, el Diablo Negro, son menos conocidos.
Erich Hartmann nació en Weissach (Alemania, cerca de Stuttgart)) en 1922. Su padre, de profesión médica, se vio forzado a abandonar Alemania por culpa de la crisis económica y la inestabilidad del país tras la Primera Guerra Mundial. Toda la familia pasó unos años en China, pero se volvieron en 1928 después de que el padre de Hartmann descubriera las cabezas de unos amigos ingleses clavadas en pica en el camino. La guerra civil China, que había estallado unos años atrás, había fijado sus objetivos propagandísticos contra los "diablos extranjeros" y aunque los ingleses eran el objetivo, el padre de Hartmann temió por su familia.
La madre de Hartmann, Elisabeth Machtoff, era instructora de vuelo y una de las pioneras de la aviación alemana. A su regreso a Alemania, ella trabajó en el recién reconstituido programa de entrenamiento de planeadores de la Luftwaffe. Hartmann no tuvo ninguna dificultad en entrar en dicho programa ya que pudo practicar mucho con un planeador que era propiedad de la familia (aunque más tarde tuvieron que venderlo por necesidades económicas).
Al llegar el partido nazi al poder (1933) reforzaron la instrucción en la Luftwaffe y lo que era un pequeño programa de entrenamiento, se convirtió en una auténtica escuela de instrucción. La madre de Hartmann seguía siendo instructora, pero el propio Erich se convirtió en instructor de planeadores en 1938 y ejerció como tal durante su paso por las juventudes hitlerianas. Fue en esta época, concretamente un año antes, cuando conoció a Úrsula Paetsch (sería su esposa con los años).
A finales de 1939, recién cumplidos los 18 años, Hartmann consigue su licencia como piloto y es enviado al 10º regimiento de entrenamiento (en Neukuhren) y posteriormente a la Escuela de Guerra Aérea de Berlín. Finalmente fue enviado a una escuela de pilotos de cazas de Zerbst (Alemania) donde pilotó por primera vez un Messerschmitt Bf 109.
En 1942, tras terminar todo el entrenamiento, fue enviado a la unidad JG52 (Jagsgeschwader 52) que era una de las mejores unidades aéreas alemanas de la guerra y contaba entre sus pilotos con otros como Paule Rossmann. Comparado con los pilotos más veteranos, Hartmann era bastante joven y eso le hizo ganarse el apodo de "Bubi" (en alemán significa "niño"). Curiosamente este apodo le acompañaría toda su vida, incluso cuando fue piloto de reactores tras la guerra.
Su primera misión (el 14 de octubre de 1942) con el JG52 fue bastante desastrosa. Desobedeció a su oficial, los pilotos rusos estuvieron a punto de derribarlo y, al final, se vio obligado a hacer un aterrizaje de emergencia porque se quedó sin gasolina. El 5 de noviembre de 1942, Hartmann derribaría su primer Il-2 soviético. Sin embargo, su cuenta de derribos no fue muy espectacular en esos inicios, al terminar 1942 sólo había derribado 2 aviones enemigos.
Transferido al JG52/7 (un escuadrón dentro de la unidad en la que ya estaba), Hartmann pasó a estar bajo las órdenes de Walter Krupinski (un piloto más veterano que acabó con 197 derribos en su historial). La influencia de Kupinski fue muy favorable para Hartmann ya que le enseñó todas esas cosas que no se aprenden en la academia de vuelo y fue entonces cuando la carrera de Erich despegó. Durante la batalla de Kursk, derribó 7 aparatos soviéticos en un solo día y a final de mes, el número de victorias ascendía a 50. 48 más obtuvo en Agosto. Su habilidad hizo que le nombraran Staffelkapitän y le pusieran a las órdenes de un escuadrón, concretamente el JG52/9. Cuando acabó el año, 1943, Hartmann contabilizaba 159 derribos. Considerando que en 1942 sólo había hecho 2, era una mejoría bastante espectacular. Así lo pensó el Alto Mando alemán y a finales de año lo condecoró con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro.
En 1944, el número de derribos de Hartmann de ese año fue de 172. De hecho, en los primeros dos meses del año hizo 50, casi un avión cada día. Esta cifra de 172 derribos tiene mayor mérito que sus 159 anteriores por cuatro motivos:
- No sería correcto decir que la aviación soviética de 1943 estaba aún recuperándose del varapalo sufrido en 1941, pero es indudable que tanto los pilotos como los aviones soviéticos de 1944 eran mejores que los de 1943.
- El Alto Mando alemán sospechaba que Hartmann inflaba sus cifras, se atribuía derribos que no había realizado él, y le sometió a un cuidadoso análisis de cada uno de sus derribos.
- Los soviéticos, que habían empezado a conocerle y a escuchar por radio sus continuas reclamaciones de derribos (en realidad las continuas reclamaciones de derribos del "Karaya 1"), decidieron que debían derribarlo y ofrecieron una recompensa de 10.000 rublos al piloto que acabara con él. Eso convirtió a Hartmann en un jugoso objetivo de sus enemigos.
- El Alto Mando alemán, sobre todo a partir de su derribo 300, temía lo que para la moral soviética (y la alemana) podría significar derribar a Hartmann. Era un símbolo y el propio Goering ordenó que no se le permitiera volar por temor a que le derribaran. Eso le dejó en tierra algunas semanas, aunque más tarde le dejarían seguir volando.
El Messerschmitt Bf 109 de Hartmann llevaba pintado el morro en aquella época una especie de tulipán negro que cubría gran parte del fuselaje delantero. Debido a esta marca tan característica, los pilotos soviéticos empezaron a llamarle "Chemiye Chort" que podría traducirse como "Diablo Negro".
En Marzo de 1944, junto a otros pilotos de su escuadrón, Hartmann fue condecorado con las Hojas de Roble (una especie de Cruz de Hierro de nivel 2). Dos meses después, sobre el cielo de Rumania, Hartmann derribaría a sus primeros dos enemigos no soviéticos: dos P-51 Mustang, no sería los últimos P-51 que derribaría.
Cuando superó los 300 derribos, recibió los Diamantes (una especie de Cruz de Hierro de tercer nivel). Sólo 27 personas recibieron los Diamantes de la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro durante la guerra. Fue en esa época en la que el Alto Mando empezó a plantearse la posibilidad de retirarle de primera línea para evitar que lo derribaran y Adolf Galland le ofreció incorporarse a la nueva unidad de reactores Me 262 que se estaba creando. Sin embargo, Hartmann solicitó permanecer con su unidad en el frente. El Alto Mando aceptó su petición, pero le obligó a tomarse algunos días de descanso. Él aprovechó esos días para casarse con Ursula Paetsch, novia suya desde hacía muchos años.
En Febrero de 1945, Adolf Galland volvió a pedirle, en realidad se lo ordenó, que se pasara a las unidades de Me 262, en concreto a la unidad JV44 que comandaba el propio Galland. Hartmann, reacio a abandonar su unidad, aunque no podía desobedecer una orden, recurrió a algunos conocidos para que Galland retirara su petición. Hartmann se convertiría en comandante de la JG52/1 y permanecería con su unidad en el frente oriental hasta el final de la guerra. En abril de 1945, pocos días antes del final de la guerra, Hartmann conseguiría su derribo 350.
Recibió la orden de volar al sector británico para entregarse allí, pero Hartmann no sólo desobedeció la orden, sino que continuó volando en misiones de combate y el 8 de Mayo, el último día de la guerra en Europa, derribó un Yak-9 en los cielos de Checoslovaquia. Sería su derribo 352. Poco después ordenaría destruir los 8 aviones que quedaban del escuadrón y toda la munición y él y su unidad se entregarían a la 90ª división estadounidense que había ocupado la zona.
En virtud de los acuerdos entre los Aliados, Hartmann, y su unidad, fueron entregados a los soviéticos. Con ellos, tras diversas amenazas, lisonjas e intentos de convertirlo al comunismo, Hartmann fue juzgado por los soviéticos por "crímenes de guerra" y acusado de matar a civiles, destruir fábricas y derribar aviones. En realidad el juicio fue una farsa, un castigo por las negativas del piloto a colaborar con los soviéticos que habían llegado a ofrecerle un puesto en la Fuerza Aérea de la Alemania Oriental. Fue condenado a 25 años de trabajos forzados, pero como se negó a trabajar, fue confinado en solitario en muchas ocasiones. No fue un prisionero modelo y su fama como piloto le daba cierta influencia entre sus compañeros. Protagonizó motines, huelgas de hambre e, incluso, alguna que otra ejecución de soplones. No era un prisionero cómodo y pasó por varios campos y gulags hasta que el gobierno de Alemania Occidental llegó a un acuerdo comercial con la Unión Soviética en 1955 (famosa visita del canciller Adenauer a Moscú). Una cláusula de ese acuerdo dictaminaba la liberación de los prisioneros alemanes en manos soviéticas. En la URSS se estaba llevando a cabo un proceso de desestalinización y tenía mucho interés en llevarse bien con la parte occidental de Alemania.
Llegaría a Alemania Occidental en 1955. Su hijo, nacido en 1945, había muerto sin llegar a conocerle. Gracias a Walter Krupinski, quien fuera su líder de ala al inicio de su carrera, el matrimonio Hartmann realizó un viaje a Inglaterra a las pocas semanas de su liberación. Allí hizo un curso de pilotaje para aviones a reacción. Tras las presiones de antiguos pilotos de su unidad y tras recibir un nuevo curso de entrenamiento en Estados Unidos, le pusieron al mando del la Jagdgeschwader 71 conocida con el sobrenombre de "Ritchthofen". Era la primera unidad alemana de aviones a reacción tras la guerra y estaba equipada con una versión de F-86 Sabre. A todos los aviones de la unidad le pintaron el tulipán negro en el morro en reconocimiento a Hartmann. Más tarde, la JG71 fue equipada con el F-104 Starfighter, pero Hartmann consideraba que el avión era inadecuado (de hecho, llevaba razón) y que incorporarlo al ejército era un error. Esta diferencia de criterio con el Alto Mando le costaría el puesto y le llevarían al retiro en 1970.
Se unió a un equipo de vuelo acrobático dirigido por Adolf Galland (el mismo que intentara llevárselo a los Me-262 en dos ocasiones) en 1970. Una enfermedad le apartó del grupo, aunque continuó como director de una escuela de vuelo. Erich Hartmann moriría en septiembre de 1993 en Weil im Schönbuch (Alemania). A su espalda quedaba una carrera brillante como piloto de cazas con 352 derribos. Sin embargo, hay un dato que él siempre destacaba y que revela, aún más, su buen hacer como piloto. En sus más de 1400 salidas, sólo en una ocasión su compañero de ala fue derribado, aunque sobrevivió al derribo y a la guerra. En sus propias palabras:
"Ninguna victoria vale la vida de un compañero de ala"