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martes, 3 de diciembre de 2024


 

LA ARMADA ALEMANA

(1ª parte)

175

Dicen las leyendas urbanas de la Segunda Guerra Mundial que el responsable del desarrollo de la Armada le preguntó a Hitler cuando iba a empezar la guerra. Éste le contestó que como muy pronto a mediados de los años 40, entonces los responsables diseñaron un plan para tener la mejor armada del mundo en aquella época. Cuando la guerra empezó en el 39, sólo habían construido los submarinos...

En realidad, la leyenda no es exactamente así, pero es indiferente porque, como muchas, no es cierta. La situación alemana a final de la Primera Guerra Mundial no era muy buena. Derrotada, pero no vencida, su Armada fue "capturada" y repartida entre los países vencedores quienes se negaron a devolverla, dejando a lo alemanes con unos poco cruceros, destructores y lanzatorpedos (8, 16 y 16 para los que tengan curiosidad). Pero lo peor no era eso, sino que el Tratado de Versalles limitaba la construcción de nuevos barcos (concretamente el tonelaje de los barcos) y lo que es más importante, aunque pocas veces se menciona, también limitaba el número de miembros del ejército alemán que podían pertenecer a la Armada. Este número era de 15.000, entre oficiales y marineros, algo insuficiente en comparación con las armadas de otros países. Además, limitaba explícitamente dos clases de construcciones: los submarinos y la aviación militar embarcada.

¿Por qué los Aliados se mostraron tan estrictos con los alemanes en cuestión naval? Para ello hay que comprender la creencia de los vencedores de que la Armada había obligado a rendirse a Alemania. Existía la creencia de que el bloqueo naval contra Alemania había impedido que esta se reabasteciera y había, finalmente, llevado al ejército alemán al límite de su resistencia. Aunque esto es cierto, en realidad, el ejército alemán se había consumido en cinco años de guerra. Los abastecimientos que hubiera podido conseguir por mar podían haber prolongado la guerra, pero no el final. Si la Armada alemana hubiera sido lo suficientemente fuerte como para derrotar a la británica, entonces las tornas hubieran cambiado, pero los alemanes nunca tuvieron esa capacidad ni antes ni después de la Primera Guerra Mundial. Estos estrictos límites impuestos a los alemanes, en realidad, eran una política defensiva de los británicos (y por extensión de los demás) que consideraban que mientras el Reino Unido tuviera la Armada más potente, los alemanes nunca podrían ganar una guerra mundial.

Hay que diferenciar varias épocas en la reconstrucción de la Armada alemana:

  • la primera persona responsable de la Armada tras la guerra fue von Trotha cuya máxima preocupación, según sus propias palabras, era salvar el honor de la Armada alemana. Las limitaciones del Tratado de Versalles, le obligaron a licenciar a muchos miembros de la Armada, pero Trotha encontró una especie de solución fundando losMarinefreikorps . Estrictamente hablando no eran miembros de la marina, ni siquiera eran miembros del ejército, sino que eran una especie de milicia urbana. En los tiempos post-guerra de los que hablamos, la situación política de Alemania era muy inestable y las huelgas, sublevaciones, alzamientos estaban a la orden del día. Los Marinefreikorps fueron empleados con eficacia contra socialistas y comunistas, lo que no gustó a estos y, a la larga provocó la destitución de von Trotha y la disolución de su ejército privado.

  • Le sucedió en el cargo, en 1920, el almirante Paul Behnke. Tenía las ideas bastante claras y creía que la Armada debía romper con su tradición y formar una nueva Reichmarine con nuevos oficiales adaptados a las nuevas responsabilidades (las pocas que les dejaba el Tratado de Versalles). Para ello fundó la Bildungsinspektion (Departamento de Entrenamiento) y se dispusó a reformar la Armada e independizarla de tantas influencias políticas. Ni que decir tiene que se encontró de frente con todas las autoridades navales que formaban ese núcleo político duro dentro de la Armada y del gobierno. En 1924 era destituido, pero Behnke había conseguido sentar las bases de lo que sería la nueva Armada.

  • El vicealmirante Hans Zenker fue su sustituto y aunque no hizo un cambió muy grande en los cimientos de Behnke, sí estableció la política de la Armada para los siguientes años, definiendo dos conceptos claves:

    - el próximo conflicto alemán tendría lugar, probablemente, en Polonia y que Francia, su aliado natural, sería el enemigo a batir navalmente. Al definir esto, estaba definiendo el tamaño de la Armada alemana, debía ser igual o superior a la francesa en todo momento.
    - Y, como lección de la guerra, Alemania tenía que adquirir la capacidad de atacar las rutas comerciales enemigas más allá de sus fronteras. La consecuencia de este concepto, muy criticado por los políticos socialistas de la época, fueron los acorazados de bolsillo.
    Sin embargo, aunque las ideas de Zenker no estaban muy desencaminadas, la capacidad alemana en esos primeros años de la República de Weimar era muy limitada. No sólo le faltaba capacidad económica, sino que carecía de una cohesión política que hubiera dado el visto bueno a los planes de la Armada. Las relaciones entre la Armada y los políticos de la República no eran muy buenas. Había partidos políticos, por ejemplo, que se presentaban a las elecciones con eslóganes como "Más pan y menos barcos".
    A pesar de esto, el ejército comenzó la investigación de armas "prohibidas". Dichos desarrollos se centraron en submarinos y la aviación naval, pero debido a las dificultades no avanzaron mucho.

  • Finalmente la Armada se dio cuenta que si quería modernizarse y quería romper de alguna forma las autorestricciones gubernamentales basadas en el Tratado de Versalles debía encontrar a una persona que fuera de plena confianza del gobierno, pero que comulgara con las directrices de la Armada. En 1929, la responsabilidad de la Armada recayó en Erich Raeder que era aceptado por los políticos (al haber estado ausente de cualquier enfrentamiento político de los últimos años) y comulgaba con las ideas de la Armada (como demostraba dos libros que había escrito en este periodo). Tuvo la habilidad de mantener buenas relaciones con los políticos de la república mientras les "vendía" las necesidades de reforma de la Armada. Así consiguió que le aprobaran un plan de reemplazo de los viejos barcos por otros nuevos, aunque, al menos ligeramente, eso se saltaba ciertos términos del Tratado de Versalles. Muchas de las unidades previstas en este plan de reemplazo de la Armada fueron protagonistas de la Segunda Guerra Mundial.

    La llegada de los nacional socialistas al gobierno en 1933 cambió por completo el panorama de la Armada. El tratado de Versalles fue denunciado. Un posterior acuerdo de control de armamento hecho con los británicos, fue posteriormente denunciado. Finalmente, la Armada alemana tuvo vía libre para su reconstrucción.

Como se observa, no fueron realmente los políticos nazis (como sugiere la leyenda) los que iniciaron la reconstrucción de la Armada, sino que la propia Armada sentó las bases de su reconstrucción mucho antes de la llegada de Hitler al poder. La investigación del arma submarina, el concepto de los acorazados de bolsillo es anterior al gobierno nacionalsocialista, aunque, eso sí, fueron ellos los que permitieron que se pusiera en práctica.

A pesar de la buena sintonía entre la Armada y los nuevos dirigentes alemanes, eso no significaba que coincidieran al 100% en sus planteamientos. para Hitler, la construcción de acorazados y de grandes buques de guerra era fundamental como una herramienta de publicidad internacional, para Raeder se debía dar prioridad a las armas de largo alcance que permitieran globalizar el conflicto. Fruto de estos dos planteamientos nació el Plan Z en que cada parte lo interpretaba de una manera, pero que satisfacía a ambas doctrinas (una gran flota de superficie a Hitler y varias flotas de largo alcance y radio de acción que satisfacía a la Armada). En cualquier caso, dicho plan preveía la construcción de un impresionante flota entre 1938 y 1948 que incluiría 4 portaaviones, 8 acorazados, 5 cruceros de batalla, 8 cruceros pesados (incluyendo acorazados de bolsillo),13 cruceros ligeros, 68 destructores, 246 submarinos y un sin fin de otros buques menores.

Cuando la Segunda Guerra Mundial estalló en 1939, 9 años antes de los previsto por el plan Z, la mayoría de sus previsiones aún estaban en la fase de diseño y, como veremos en siguientes artículos, la fuerza naval alemana no se parecía en nada a lo ideado en el Plan Z, aunque fueron, sin duda, el origen de la leyenda que comentábamos en el primer párrafo.

 

 

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«Si me autorizan reparto todo este oro entre los hijos de puta que han peleado junto a mí pues de verdad se lo merecen.»

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