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Iva Toguri D'Aquino:
Rosa de Tokio.
1916-
No, no es una participante de la versión nipona de Operación Triunfo. Iva Toguri es, posiblemente, una de las voces radiofónicas más famosas y más infames de la Segunda Guerra Mundial y, posiblemente, una de las más injustamente tratadas.
Su voz era conocida como la de Rosa de Tokio y su fama se extendió más allá de la propia guerra, apareciendo en multitud de películas posteriores, libros y ensayos sobre propaganda bélica. Su trabajo durante la guerra fue emitir un informativo radiofónico en el que animaba a las tropas Aliadas (estadounidenses principalmente) a rendirse, a volver a casa y dejar la guerra.
Iva Toguri nació en Estados Unidos y, a todos los efectos era una ciudadana estadounidense. Su padre y su madre eran japoneses lo que le daba una ascendencia no muy popular en la época de la guerra. De todas formas, Iva vivió como una estadounidenses más, jugaba al tenis, recibió clases de piano e, incluso, consiguió cursar la carrera de medicina en la Universidad de Los Ángeles.
Iva Toguri no se fue de Estados Unidos por temor a que la encerraran en un campo de prisioneros como a otros japoamericanos. Fue la casualidad la que hizo que Iva estuviera fuera de Estados Unidos el día que los japoneses atacaron la base de Hawai. Una tía suya, Shizu, cayó muy enferma y a ella le tocó viajar para que su familia estuviera presente (una de esas tradiciones japonesas) en Japón. Debido a la premura del viaje, partió sin pasaporte estadounidense (aunque sí con un certificado de residencia), estuvo en Japón, la tía Shizu finalmente murió y en el momento de regresar (verano de 1941), las autoridades japonesas no quisieron dejarla salir del país. Decían que no había indicios suficientes de que fuera estadounidense. [Nota: en esta época, las relaciones diplomáticas entre Japón y EE.UU. eran malísimas y Iva no pudo contar con la ayuda de las respectivas embajadas, la japonesa en Estados Unidos, ni la estadounidense en Japón. Además, en Japón había unas leyes muy estrictas contra la emigración. Japón estaba en guerra y cualquier persona era necesaria para el esfuerzo bélico. Salir del país sólo era posible con los correspondientes permisos militares].
Cuando Japón atacó Pearl Harbour, Iva Toguri, que llevaba varios meses insistiendo en que era estadounidense y que quería volver a casa, fue hecha prisionera de guerra. Hubiera tenido la posibilidad de renunciar a su nacionalidad estadounidense y aceptar la japonesa (quedando libre), pero la rechazó e insistió que la encerraran con otros presos extranjeros. Dada su condición de mujer (los otros presos eran varones) y de medio japonesa (los otros eran caucásicos) se negaron a ello. No la hicieron prisionera, pero tampoco la dejaron en libertad. Su familia japonesa la dio un poco la espalda porque no entendieron su lealtad hacia Estados Unidos (Nota: recorría el país en aquellos momentos ciertos aires ultranacionalistas). Al no ser prisionera de hecho, tampoco tenía medios de subsistencia. Terminó realizando muchos trabajos, desde mecanógrafa o profesora de piano, hasta transcriptora de noticias (en este trabajo fue donde conoció a Felipe D'aquino, un japoportugués con el que terminaría casándose).
La policía secreta japonesa, la Kempeitai, nunca la dejó en paz y la acosaban en los trabajos (hasta que la despedían) o iba a su casa y le sacaban todos los tratos a la calle en registros indiscriminados. Volvió a solicitar que la internaran en un campo de prisioneros, pero la volvieron a rechazar. Finalmente enfermó de malnutrición (apenas ganaba para comer) e ingresó en un hospital.
Al salir del hospital, en un nuevo trabajo, conoció al Mayor Charles Cousens, un prisionero de guerra que era obligado a trabajar en Radio Tokio. La convenció para que trabajara con ellos (era un trabajo mejor que cualquiera de los que había tenido) escribiendo los guiones para las tropas Aliadas. Más tarde, Cousens recibió la orden de prepararla para que fuera locutora y así lo hizo. Su primera emisión fue en un programa llamado Hora Cero que se emitió en lo más crudo de la campaña de Guadalcanal. Curiosamente, se presentó como "Ana la Huérfana". De hecho, en Japón, nunca fue conocida como Rosa de Tokio, ese era el mote con el que la llamaban los Aliados. Sus emisiones duraron hasta casi el final de la guerra.
Es cierto que Iva trabajó para los japoneses voluntariamente, es decir, no la pusieron una pistola en la cabeza para que radiara sus mensajes, pero no es menos cierto que su situación personal (rechazada por su familia y acosada por la kempeitai) no la dejaba muchas opciones. Además hay que señalar una cosa más, señalada por algunos estudiosos de la propaganda posteriores, que si bien Rosa de Tokio era muy famosa entre las tropas Aliadas, sus emisiones apenas afectaban a las tropas. Su "discurso propagandístico" no era muy efectivo. A quien señala que dicha "inefectividad" era producto de la rara sintaxis de algunas frases de Iva. Para algunos, fiel reflejo de un desconocimiento del medio; para otros, una inteligente manera de engañar a sus captores.
La guerra terminó, Rosa de Tokio enmudeció y fue entregada por los japoneses a los estadounidenses, para sorpresa de muchos, junto al resto de los prisioneros de guerras. La entrega de prisioneros de guerra fue una de las condiciones de la rendición. Los japoneses no deseaban quedarse con nadie que no debieran e Iva fue incluida en el lote de prisioneros sin pensárselo.
De vuelta a casa, a Estados Unidos, su vida iba a sufrir una desgracia más. En cuanto las autoridades se enteraron de quien era (su voz era muy conocida), la encerraron por traición. Sin entrar en si es justa o no esta detención, si es injusto el hecho de que de todos los trabajadores Aliados de Radio Tokio, la mayoría prisioneros de guerra como ella, Iva fue la única juzgada. Ana la Huérfana o Rosa de Tokio eran muy populares, pero ella no estaba 24 horas al día delante del micrófono. De hecho, ni siquiera era la que más estaba. Sin embargo, sí fue la única juzgada.
Mucha gente abogó por la inocencia de Iva, pero en 1948, después de más de 13 semanas de juicio, fue encontrada inocente de 7 de los 8 cargos de traición (sólo la culparon de hablar de los buques hundidos, cosa que está prohibida en época de guerra) y condenada a 10.000 dólares de multa y 10 años de prisión. Estudios jurídicos posteriores han señalado que el juicio fue casi cualquier cosa menos normal. Primero, el juez había combatido en el Pacífico y como él mismo declaró "había prejuzgado a la acusada antes del juicio" y segundo, el fiscal andaba necesitado de una condena por que era lo único que podía justificar 13 semanas de juicio y haber gastado la increíble cantidad de 700.000 dólares (uno de los juicios más caros de la historia americana si tenemos en cuenta la apreciación de la moneda con los años).
Casi cumplida su condena (unos 9 años), en 1956, fue liberada deportada a Japón donde pudo, por fin, reunirse con su esposo (¡14 años después de haberle conocido!). Como habrás podido leer, la deportaron. Es decir, la expulsaron del país en el que había nacido. El perdón no llegó hasta 1977 en el que el presidente Gerard Ford la indultó y anunció que estaba convencido que era inocente y que las acusaciones contra ella eran falsas. Con el indulto, Iva volvió a su país y se estableció en Chicago donde, dicen, sólo encontró trabajo como camarera, pero donde seguro, escapó por fin a su trágica vida.
Como anécdota final, Iva Toguri nació un 4 de Julio...