Llego hasta aquí
Snorkel:
respirar bajo el agua
Una de las mayores debilidades de los submarinos de la Segunda Guerra Mundial era su incapacidad de operar bajo el agua. Sí, siempre imaginamos a los submarinos sumergidos, pero, la realidad, es que pasaban la mayor parte del tiempo en superficie.
La razón de esto no era, como podría imaginarse en principio, la falta de aire para la tripulación sino que las baterías de los motores eléctricos tenían una duración limitada. Los submarinos tenían dos motores: una diesel y otro eléctrico. El diesel se utilizaba cuando estaba en superficie ya que podían coger aire del exterior y expulsar los gases de la combustión también al exterior. El funcionamiento del motor diesel cargaba unas baterías que alimentaban el motor eléctrico cuando el submarino estaba bajo el agua. Naturalmente, el motor diesel podía encenderse bajo el agua, pero los tripulantes no hubieran durado mucho respirando los gases del tubo de escape.
Si bien la batería eléctrica daba a los submarinos suficiente tiempo para atacar un convoy y alejarse, donde era crítica era cuando el submarino se acercaba a puerto para repostar. Lo ideal seria hacer todo el trayecto sumergido para evitar a la aviación enemiga, pero no tenían tanta autonomía. La cosa se complicó a partir de finales de 1942 con el desarrollo del radar montado en aviones que hacía que los submarinos fueran presas fáciles en casi cualquier sitio sobrevolado por la aviación.
Para evitar este problema, los alemanes desarrollaron un sistema llamado snorkel. En contra de la creencia popular, el snorkel no estaba pensado para renovar el aire del interior del submarino y permitir a la tripulación respirar (cosa que podía hacer perfectamente), sino para que el motor diesel pudiera coger aire del exterior y pudiera expulsar los gases de la combustión al exterior. Eso permitía que el submarino navegara a profundidad de periscopio (unos 25 pies) con los motores diesel encendidos, lo que aumentaba su autonomía sumergido enormemente y lo ocultaba al radar de la aviación.
En el desembarco de Normandía, tan sólo unos pocos submarinos estaban equipados con snorkel, pero su efectividad (frente a los no equipados) durante los días del desembarco fue tal que el mando alemán ordenó que no volviera a salir ningún submarino de puerto sin montar el snorkel.
Sin embargo, no todo eran ventajas con el snorkel. A veces se obturaba el tubo debido a alguna ola o un golpe de mar y eso hacía que la tripulación pasara un rato desagradable tragando los humos del motor diesel. Además, estos humos, dejaban una estela en el agua que delataba la presencia del submarino al enemigo. Eso hizo que, a la larga, sólo fuera utilizado por la noche. La práctica se convirtió en que el submarino pasaba las horas diurnas bajo el agua (con la tripulación durmiendo, sin cocinar y sin hablar) y entraban en actividad sólo por la noche cuando podían desplegar el snorkel. Ni que decir tiene que e pasar todos los días bajo el agua, con periodos de inmovilidad física, era malísimo para la moral de las tripulaciones y reducía mucho la autonomía operativa de la tripulación.
La consecuencia del uso del snorkel equilibró la balanza en la guerra submarina frente al radar británico. la consecuencia fue que los observadores Aliados se pasaban el día avisando de pequeños surcos i pequeñas estela de espuma en el mar, que luego resultaban ser falsas alarmas. Incluso hay casos documentados de ballenas atacadas con cargas de profundidad al confundir su resoplido en la superficie con la estela de un snorkel.
El equilibrio en la guerra submarina y antisubmarina se mantuvo desde finales de 1944 hasta principios de 1945 y ello fue debido, principalmente, a la presencia del snorkel. Su "reinado" terminó cuando los Aliados desarrollaron en instalaron en los aviones radares tan potentes que eran capaces de detectar el snorkel y, además, tendieron una red de boyas sonar (la "sono") que eran capaces de oír el ruido de las hélices de un submarino y dispararle un torpedo.