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LA LÍNEA MAGINOT
Mayo de 1940, en solo unos días se derrumbará no solo una gran nación como Francia, sino todo un sueño de grandeza y seguridad en torno a una construcción, la Línea Maginot.
Durante la Gran Guerra, Francia ya poseía una vasta red de fortificaciones estables, desde el Mar del Norte al Mar Mediterráneo, para la protección de sus fronteras. Construidas bajo la dirección del general Seré de Riviéres a partir de 1875, siendo modernizadas justo antes de 1917, aportaban un número considerable de fuertes y construcciones; constituyendo poderosos cinturones fortificados como los de Verdun, Toul, Epinal y Belfort.
La decisiva actuación de los fuertes de Verdun no es olvidada por los generales franceses, por lo que en el año 1920, el alto mando emprende el estudio de un nuevo sistema de defensa, más moderno, sobre todo para proteger la nueva frontera del noroeste.
El general Joffré, presentó un estudio en el cual se esbozaba una línea de fortificaciones situadas a lo largo de la frontera franco-alemana, unas zonas de defensa desde que las tropas destacadas allí podrían contraatacar cualquier ofensiva que penetrase entre las defensas. Oponiéndose a este esquema se encontraba Pétain, el héroe de Verdun, que favorecía una defensa en profundidad (al igual que la línea Hindenburg). Una tercera línea de pensamiento, abrazada por Paul Reynaud y Charles de Gaulle, argumentaba que el esfuerzo militar debería dedicarse a construir tanques y aviones, pero esto significaba movilidad, y Francia no estaba interesada en ello.
La Gran Guerra fue una guerra de trincheras, y su héroe fue Pétain, quien creía que todas las innovaciones militares beneficiaban a la defensa. Sus palabras y creencia fueron aceptadas como un catecismo. Además, el Alto Mando se horrorizaba ante la idea de enfrentarse a otro baño de sangre como el de 1914-1918, en el que la juventud de Francia se perdiese en unas trincheras embarradas. Así pues, se decide construir una serie de fortificaciones que compensaran la inferioridad numérica en caso de nueva guerra, y que evitaran que el enemigo alcance las zonas industriales del norte del país. Proporcionarían además dos semanas para que se puedan movilizar y desplegar las reservas del ejército. Asimismo, como Bélgica era un país aliado, no debería extenderse la construcción de las fortificaciones a lo largo de su frontera, aunque Pétain insistía en construir en esa frontera pues consideraba que las Ardenas no eran un problema, pues eran impenetrables.
Tras la ronda de conversaciones entre los generales Foch, Pétain y Joffré, es cuando a partir de 1925, bajo la dirección del ministro de Guerra Painlevé, se toma una decisión de compromiso, y se crean dos comisiones:
A comienzos de 1929, el ministro de la guerra Painlevé logra que el gobierno apruebe la organización defensiva propuesta por la CORF. Al término de 1929 pasa su ministerio a André Maginot, quien presenta el programa a la Cámara de los Diputados, que con su gran oratoria consigue que la cámara asigne fondos al proyecto, tras ser aprobada con el 90% de los votos emitidos. De hecho, fue tan decisiva la intervención de Maginot, que la nueva línea defensiva recibirá su nombre, a pesar de que su predecesor quien la presentó en la Cámara, o que se consideraba la materialización del ideario del gran héroe Pétain.
La construcción se realizará a lo largo de 1930 en cinco fases, terminando en 1933, las obras principales. Desde 1933 a 1935 se realizan los trabajos interiores de acondicionamiento (instalaciones electromecánicas, amueblado, armamento, etc.). En 1935, se puede decir que esencialmente la «Línea Maginot» es su parte noroeste está terminada; no obstante, en los Alpes, debido a las condiciones tanto geográficas como climáticas, los trabajos resultan más lentos.
Tras la revocación de la alianza franco-belga de 1920 y su posterior declaración de neutralidad, la línea Maginot se extendería a lo largo de la frontera común, pero no alcanzará el nivel de construcción o profundidad del resto de la línea, pues consistiría en solamente una serie de bunkers y refugios para la protección de la tropa.
Al comienzo de la guerra, Francia entera confiaba en la inexpugnable línea que protegería sus hogares de las fuerzas invasoras alemanas, aunque en general desconocían como era en realidad esa defensa. El corresponsal de guerra del Gringoire, Roland Dorgelés, describió de forma acertada como era en realidad: «los soldados la llaman le béton o mas drásticamente le trou, el agujero. Algunos de ellos, si hacia mal tiempo, no veían la luz del sol durante días enteros, o incluso semanas. A veces había que recorrer kilómetros bajo tierra antes de poder asomarse a una mirilla por la que se veía un palmo de terreno lleno de alambres y dos dedos de cielo lluvioso. Era mejor quedarse en los cómodos alojamientos, donde la comida era buena y la vida ociosamente soportable aún así, se nota una pereza que flota en el ambiente, una falta de tono militar y los soldados, nunca he visto tantos casos de alcoholismo, u oído de suicidios, incluso entre los oficiales Se pierde la noción del tiempo en le trou, no hay día ni noche, la vida se regula mediante horarios de servicio, toques de trompeta repetidos por altavoces, luces rojas y amarillas que se encienden en grandes cuadros de mandos...»
Pero no solo los periodistas franceses visitaron la línea, el general ingles Alan Brooke, que llegaría a ser jefe del Estado Mayor del Imperio, visitó las obras de Welshtenberg al principio de la guerra y escribio en su diario: «el fuerte recuerda la imagen de un barco de guerra construido en tierra. Es una obra maestra y no hay duda de que el concepto de la Línea Maginot es una obra genial. Pero solo da una ilusoria impresión de seguridad, y creo que los franceses hubieran hecho mejor empleando el dinero en defensas móviles mejor que sepultarlo en tierra. »
Pero si algún general del alto mando recapacitó ante estas opiniones, ya era demasiado tarde, se acababa la drôle de guerre para comenzar la de verdad, empezaba la batalla de Francia.
Construcción y desarrollo
La línea Maginot, es esencialmente un sistema fortificado, que como indica su nombre, es de tipo lineal ya que se extiende a centenares de kilómetros paralelos con las diversas fronteras, pero que presentaba a lo largo de toda su extensión de una gran variedad de fortificaciones.
Los historiadores definen cinco periodos de desarrollo de la línea Maginot. El primero, que comienza en 1919, es un estudio solicitado por Georges Clemenceau para examinar los problemas e ideas sobre las fortificaciones. Para desarrollar tal estudio se forman dos comisiones, la Comisión Alheilig en 1920 y el Comité Technique du Génie (Comité de Técnicas de Ingeniería) en 1922, que estudiaron los fuertes de Verdun y las nuevas técnicas aplicables al diseño y construcción de fortificaciones.
En agosto de 1922 comienza el segundo periodo, cuando el General Guillaumat es nombrado director de la Commission de Défense des Territoires (Comité de Defensa Territorial). El informe de la comisión es entregado en 1925, y en el se recomienda la construcción de una serie de regiones fortificadas que no tengan continuidad entre si. Un nuevo comité, la Commission de Défense des Frontières se forma tras la conclusión de los trabajos del anterior, estando de nuevo al frente el general Guillaumat. Tras deliberaciones, el comité aprueba la construcción de tres regiones fortificadas, - Metz, Lauter, y Belfort.
La construcción de las fortificaciones, que constituye el tercer periodo, fue encargada a una nueva comisión, la Commission d'Organisation des Régions Fortifiées, cuya misión consistía en determinarla localización y el papel de cada uno de los trabajos, denominados ouvrages. La ejecución de las obras se dejaría en manos del departamento de ingeniería, específicamente a la sección de ingeniería técnica (Section Technique du Génie - STG). El diseño del armamento y su construcción será supervisado por el Director de Artillería.
Desde 1930 a 1936, se realizarán los siguientes trabajos de construcción:
El cuarto periodo comprende la construcción de casamatas en el noroeste, en las regiones conocidas como "nuevos frentes" la brecha de Saar, los Altos Vosges, y las rutas de invasión a través de Bélgica. También se incluye en el la selección y entrenamiento de la mayor parte de las tropas que debían ocupar las fortificaciones. Además de las tropas propiamente dichas, se formaron (y con un alto grado de calificación) a multitud de técnicos de diversas áreas; electricistas, mecánicos, armeros, especialistas de comunicaciones, etc.
El quinto y último periodo, se desarrolla de 1939 a 1940, y consiste en la construcción de los obstáculos anticarro para las posiciones de primera línea, la construcción de posiciones fortificadas 25 kilómetros tras la línea de frente, mejora de las defensas de Paris, y la mejora de las instalaciones ya existentes. Así, cuando Hitler conquista Polonia, la Línea Maginot ya es una realidad.
Tras diez años de trabajo, los resultados pueden calificarse de impresionantes:
Organización de la línea
La línea Maginot se disponía en dos regiones fortificadas situadas en el probable eje de avance de las fuerzas alemanas. La primera de ellas, la región fortificada Lauter (RF Lauter). Comenzaba al este del Rhin, atravesaba la llanura de Alsacia y los Altos Vosges, pasaba la guarnición de Bitche, en dirección a la llanura de Lorraine por las construcciones Simserhof y terminando en el río Saar.
La segunda zona, RF Metz formaba el núcleo de las defensas de las regiones industriales del noroeste de Francia. Cubría los ferrocarriles que deberían transportar a los ejércitos a la zona de Lorena, depósitos en Metz, las industrias siderurgias Briey-Thionville, las minas de carbón de Faulquemont, y la cuenca minera Forbach. Las instalaciones industriales de Longwy, por el contrario, se consideraron demasiado vulnerables por su cercanía a la frontera, por lo que quedaron desprotegidas. Al este de Faulquemont, la línea cruzaba los altos de los acantilados que dominan St. Avold, siguiendo por la región de Nied, por la zona de Hackenberg, atravesando el valle del Mosa hasta el norte de Thionville, a través del bosque Cattenom, y la llanura de Rochonvillers y Aumetz, terminando en las fortificaciones de Longuyon Fermont.
En las regiones de Thionville, Bitche o en el norte de Alsacia, donde, se encontraban las zonas mejores fortificadas, se puede dividir la línea en la siguiente organización:
Cada uno de los fuertes estaba diseñado de forma que fuese capaz de soportar el fuego de las posiciones vecinas, para así poder apoyarse mutuamente en caso de asalto enemigo. Tras diversos estudios con piezas de artillería (cañones de 400 mm a una distancia de 10 Km.), se decidió emplear hormigón armado reforzado en acero para los bloques de superficie, mientras que las galerías subterráneas, para ahorrar costes, se construyeron con ladrillos, siempre y cuando la galería estuviese al menos 20 metros bajo tierra.
Los bloques de superficie de las obras principales, de hormigón, tenían un espesor de 3.5 m, el doble que el de Verdun, que según la clasificación francesas era Nivel 4, máxima protección. El nivel más inferior, Nivel 1, con un espesor de 1.5 m se empleo en las casamatas secundarias, en cambio, en todas las construcciones, el muro posterior tenia un espesor de 1 metro. La decisión de "desproteger"la zona posterior se debía a cuestión de costos, por lo que para compensar, cada posición se diseño para aprovechar al máximo la cobertura natural del terreno, y se eliminaron los ángulos muertos.
La clasificación oficial preveía cinco categorías de construcciones:
Las fortificaciones se camuflaron siguiendo unos parámetros claramente definidos. Las partes visibles, tanto del hormigón como de torretas y cúpulas, estaban pintadas con los mismos colores usados en los carros de combate: verde, ocre y marrón. En algunas construcciones, con pintura negra se representaban falsas troneras y puertas, falseando a su vez las troneras y puertas auténticas, llegándose a construir en algunos sectores fortificaciones falsas. Este camuflaje se completaba con telas metálicas prendidas con soportes empotrados en el cemento, en las cuales se sujetaban elementos vegetales, como hierbas y arbustos. En ocasiones, las cúpulas se camuflaban con cemento para simular formaciones rocosas, consiguiendo una gran veracidad.
Las grandes construcciones
Las grandes fortificaciones (gros ouvrage) constituyen los núcleos principales de de la línea. Están organizadas como verdaderas fortalezas, esencialmente subterráneas, dotadas casi siempre de dos entradas diferenciadas para personal (Entrée d'Hommes) y municiones (Entrée de Munitions); se componen de 6 a 7 bloques activos:
Los fuertes con piezas de artillería no se situaban a una distancia entre ellos superior a los 12 km. (con un promedio de 3 a 6 Km.), pues ese es el alcance de los cañones de 75 mm, ya que era muy importante disponer de zonas de fuego cruzadas para apoyarse mutuamente. En caso de que los cañones no estuviesen montados en cúpulas, las casamatas disponían de ángulo horizontal de disparo de 45º, y de una profunda trinchera (la media era de unos 4 metros de profundidad) que las rodeaba para evitar que los restos y la metralla provocada por disparos enemigos pudiesen atascar los afustes de las armas.
Estas construcciones se benefician de una importante organización interior, que permite una larga permanencia (de 2 a 3 meses), en el hipotético caso de ser sitiadas, donde la guarnición vivirá en unas condiciones aceptables. El servicio se organizaba por cámaras de combate, como en los buques de guerra.
Las galerías de enlace comunican las entradas de los boques de combate con las diferentes partes de la construcción; algunas de estas galerías pueden medir de 3 a 6 Km. Las galerías se extendían a una profundidad media de 20 a 30 metros (dado a que como se ha mencionado anteriormente, estaban construidas en ladrillo), con excepciones de 40, 50 y hasta 95 metros. Además existían montacargas cuando las entradas estaban dispuestas en pozos verticales. En las galerías de mayor longitud o en las de municionamiento en las posiciones de artillería, existía un tendido ferroviario, de un ancho de 0,60 metros, con locomotoras Vetra o SM, de 5,3 TM y tracción eléctrica.
Las entradas estaban situadas detrás de la línea de combate, de 1 a 2 kilómetros de distancia de las posiciones del frente. Las entradas del personal eran, en la mayor parte de los casos, pozos, aunque por norma general se empleaban como tomas de ventilación. Por otra parte, las de las municiones (que era la que empleaban también normalmente la guarnición) se colocaban según el relieve del terreno, por lo que en ocasiones eran entradas horizontales, rampas, o incluso pozos. El sistema preferido era situarlas tras una colina, en una hondonada boscosa, con cañones antitanque cubriendo el camino de acceso.
Los locales y las instalaciones subterráneas están diseñadas a la medida de los efectivos, según la importancia de la construcción; variando de 500 a más de 1.000 hombres, de diversas armas (infantería, artillería, ingenieros, etc.). Un cuartel consta de numerosas dependencias para la tropa, suboficiales, oficiales, cocinas, una enfermería, etc., aunque al igual que los barcos de guerra, no disponían de camas para todos los ocupantes. Por ejemplo, en el fuerte de Simserhof existían 509 camas para 812 hombres.
La alimentación eléctrica procedía normalmente de la red nacional, que mediante líneas de alta tensión se conectaba a unas estaciones transformadoras situadas en bunkers de hormigón, que se conectaba con las edificaciones principales a través de líneas soterradas. En caso de ruptura de las líneas, los fuertes disponían de 4 grupos electrógenos diesel (motores SGCM o Sulzer en los fuertes del noroeste) y 1 ó 2 grupos auxiliares CLM mono o bicilíndricos, que estaban situados en el taller mecánico. Estos grupos disponían de sus propias reservas de agua (por norma general, 400 metros cúbicos) y carburante (que debían soportar de dos a tres meses), y están dotados de sistemas de ventilación con filtros, utilizados en caso de presencia de gases tóxicos en el aire aspirado del exterior.
Los fuertes disponen de sistemas de ventilación (en muchos casos, insuficiente) y de protección contra ataques de gases tóxicos. Si se produjese un ataque con gases, los ventiladores estaban preparados para expulsar el aire del fuerte y se empleaban para purificar el aire de los restos de pólvora y de los gases de los grupos electrógenos. El flujo de aire se aseguraba mediante tomas externas dotadas de filtros del tamaño de una lavadora.
El agua, por su parte, se tomaba de pozos y manantiales, disponiendo de reservas diferenciadas para el personal y las máquinas.
La munición se almacenaba por norma general repartida en varias estancias (una aplicación de las enseñanzas de la destrucción del fuerte Fort Loncin de Lieja al ser alcanzado su polvorín), que por norma general eran tres.
Las comunicaciones internas se realizaban mediante una red telefónica, que se conectaba al exterior a través de una línea subterránea. La red conectaba todos los puestos de combate entre si, con el puesto de mando, con los depósitos de munición, con los refuerzos, así como con los puestos de observación. Este sistema permitía que una pieza de artillería comenzase a disparar solo tres minutos después de que un observador señalase un objetivo. En caso de que se cortase el enlace telefónico con el exterior, los fuertes disponían de una estación de radio complementada por aparatos ópticos de señales, principalmente en los Alpes. También contaban con palomas mensajeras.
Las pequeñas construcciones
Constituidas generalmente por entre 2 y 4 bloques (casamatas para ametralladoras y frecuentemente bloques-torretas para ametralladoras), poseen la misma organización que las grandes construcciones, pero a escala inferior. Los bloques están comunicados por galerías subterráneas, teniendo el acceso a ellas por escaleras y a veces por pequeños montacargas.
La cantidad de hombres es de 100 a 200, la mayor parte de infantería. Un destacamento de ingenieros asegura el funcionamiento de las instalaciones. Los artilleros ocupan las cúpulas de observación y los bloques de artillería, según el caso.
Muchas de las pequeñas construcciones fueron levantadas por el M.O.M. (Mano de Obra Militar), presentando una enorme variedad que dificulta su clasificación. Algunos historiadores las clasifican en razón de su armamento, no de la función que debían asumir. A grandes rasgos son:
Casamatas de intervalo
En los espacios entre las grandes y pequeñas construcciones de la Línea Maginot, la continuidad de fuego está a cargo de la infantería. Ametralladoras y cañones antitanque, asentados en casamatas aisladas, simples o dobles (que podían disparar en dos direcciones opuestas), de uno o dos pisos, y son una solución económica de una fortificación relativamente seria.
Cada una de estas casamatas es un verdadero fuerte autónomo en pequeño, con cámaras de tiro, dormitorios y 2 grupos electrógenos de 8 CV con sistema de ventilación doble (aire puro, aire viciado), reservas de agua, víveres y municiones. Las comunicaciones entre ellas se realizan por líneas telefónicas enterradas de 2 a 3 cm y por radio.
Las troneras son polivalentes, pudiéndose alternar tanto los cañones como las ametralladoras porque estaban suspendidos por raíles aéreos. A estas armas se suman las de defensa cercana, situadas en la tronera del lado de la puerta blindada; las de las cúpulas blindadas, situadas sobre la casamata; y también se sumaban a ellas las bocachas lanza-granadas ubicadas en aberturas de la pared de hormigón.
Los hombres en servicio en estas construcciones eran del orden de 15 a 30, según fuera su importancia.
Al contrario que las construcciones más pequeñas, las intermedias fueron construidas en su mayor parte por la STG, presentando una calidad intermedia entre los grandes fuertes (construidos por el CORF) y los pequeños blocaos (construidos por el MOM). Se clasifican en:
Abrigos
Aproximadamente a un kilómetro detrás de la línea de fortificaciones se encuentran frecuentemente, a contrapendiente, los abrigos de intervalo (abrigos para las reservas locales de tropa). Son verdaderos cuarteles de hormigón, con paredes de 2,5 m de espesor, y que podían albergar a una compañía de infantería, poseyendo toda la organización para una autonomía propia, igual que las construcciones más importantes (grupos electrógenos Diesel, cocinas, dormitorios, sanitarios, reservas de agua, de carburante, de víveres, salidas de emergencia, ventilación, etc.).
Estos abrigos eran de dos tipos: de superficie, con uno o dos pisos, y los abrigos-caverna, locales subterráneos a una profundidad de 20 metros. Sus órganos de defensa estaban limitados a dos cúpulas G.F.M. y a las troneras situadas en la pared al lado de las entradas.
Su función es proteger a las unidades de infantería destinadas a asegurar el terreno existente entre las grandes construcciones y en contraatacar si fuera necesario.
Existían abrigos con locales suplementarios previstos para albergar un puesto de mando así como también galerías de tiro, y en algunos lugares, casamatas de instrucción. Las comunicaciones eran por teléfono de líneas enterradas, o bien por radio (telegrafía inalámbrica).
La importancia de la organización y la complejidad de las instalaciones exige la creación, a partir de 1934, de unidades de especialistas: las tropas de fortaleza. Regimientos de Infantería de fortaleza, Batallones de Cazadores Alpinos de Fortaleza, Regimientos de Artillería de Posición, Batallones de Ingenieros de fortificaciones, etcétera, aunque, ni la alta preparación de estas tropas les salva del mal común de la línea, la baja moral.
Observatorios
La línea disponía de multitud de puestos de observación, fuertemente protegidos (Nivel 4, lo que representa 3,50 m de hormigón en los muros expuestos), y enterrados, de los que únicamente sobresalen las cúpulas de observación, que generalmente eran dos: una cúpula G.F.M. de vigilancia, equipada con ametralladoras y telescopios, y una cúpula periscópica, dotada de un material óptico de alta precisión, parecido al que llevan los sumergibles.
Los observatorios aislados y algunos anexos a otras construcciones están generalmente equipados con cúpulas eclipsables dotadas de grandes periscopios (tipo B o C de 300 Kg. de peso y hasta 25 aumentos), mientras que la mayor parte de los observatorios de los fuerte o las casamatas portan la cúpula VDP (de visión directa y periscópica), equipados con periscopios más pequeños, del tipo M, N, P2 o P8 (de 2 a 8 aumentos, con un peso de 15 a 30 Kg.) y episcopios (un aparato que permite proyectar mediante reflexión, sobre una pantalla, la imagen ampliada de objetos opacos) en las troneras. Para las cúpulas G.F.M. de infantería se diseñaron unos modelos de periscopios más pequeños (tipos F1, F2, J2).
La comunicación, cuando son independientes, se realiza con los bloques de combate por una línea telefónica enterrada y por telegrafía inalámbrica. En los casos que formaban parte de una construcción de combate, las comunicaciones se realizaban por galerías subterráneas o por línea telefónica.
Cúpulas blindadas y armamento
Como ya se ha mencionado, en muchas fortificaciones el armamento se colocaba en cúpulas giratorias de acero sobre el techo de las edificaciones. Las cúpulas se pueden dividir en tres grandes tipos:
A excepción del fusil ametrallador modelo 1924-29, el cual se usaba tanto en el interior como en el exterior de las construcciones, se diseño un armamento específico de infantería y artillería para la línea.
Armas de infantería
Armas de artillería:
Las piezas de artillería en la Línea Maginot eran todas del mismo calibre (75 mm, excepto las piezas antitanque, y unos cañones procedentes de excedentes de la marina, de 47 mm, que se empleaban contra la infantería) y se disponían en casamatas o en torretas eclipsables. Así pues, en la línea se instalaron las siguientes piezas:
El capitulo de artillería de la línea Maginot adolecía de dos serias carencias: por un lado la artillería antiaérea, pues en unas fortificaciones tan compactas y cerradas resultaba difícil, o imposible, montar piezas de esta clase, ya que precisan de amplias aberturas para su tiro y, por tanto, comprometían la seguridad de los fortines. Y por otro lado, la línea carecía de armamento pesado (paliado en parte por la instalación en retaguardia de puestos para artillería ferroviaria); se realizaron diversos estudios para instalar cañones de 145 mm (con un alcance de 29 km.) y torretas con cañones navales de 340 mm, pero nunca se llevaron a cabo.
La guerra en la línea
En la madrugada del 10 de mayo de 1940 se pone en marcha la operación « SICHELSCHNITT» (golpe de hoz). Los ejércitos alemanes atacan Francia mediante la invasión de Bélgica y Holanda.
En ese momento todas las líneas fortificadas francesas pasaron a ser ocupadas permanentemente. El Estado Mayor de París había situado dentro de la línea fortificada cuatro ejércitos: el III bajo l general Condé, el IV del general Réquin, el V de Bourret y el VIII de Laure, con lo que había una división cada nueve kilómetros de frente cubiertos por la Maginot.
Tras la anexión de los Sudetes, los oficiales alemanes pudieron estudiar las fortificaciones checas que habían encargado a ingenieros franceses, y que, aunque a menor escala, seguían los mismos principios de diseño de la Maginot. Estos estudios revelaron que la mejor táctica para combatir las fortificaciones era cegar los blocaos principales, de por si escasos de visibilidad, batiendo sus elementos secundarios, utilizando para ello cañones medio o pesados de alta precisión. El célebre cañón A.A., de 88 mm, fue la pieza que por su precisión se juzgó más adecuada a este fin y, en efecto, seria la más utilizada. En ocasiones se disparó solamente a 200/300 m de distancia. El único inconveniente de esta táctica era que solo era de fácil aplicación contra casamatas aisladas, mientras que contra los grandes conjuntos fortificados (en esencia, los fuertes principales) esta táctica se revelará ineficaz, ya que disponen de posiciones que se apoyan entre si.
Así pues, donde la línea Maginot era más débil, fue superada sin problemas. De Maubeage a Sedan, será atravesada rápidamente (del 13 al 26 de mayo de 1940). En el Sarre, después de una primera victoria defensiva, el repliegue de las tropas francesas de apoyo, permite a los alemanes atravesarla fácilmente (del 14 al 15 de junio de 1940). En los Basses Vosges, los alemanes atacan el punto débil de los blocaos aislados en la montaña, atravesando la línea sin gran esfuerzo (19 de junio de 1940).
Tras el hundimiento de Reims, el IV ejercito había sido sacado aprisa de las cúpulas para luchar en las colinas de la Champaña. El 12 de junio, cuando los alemanes estaban ya en Troyes, llegó la orden de abandonar la defensa de la línea, dejando únicamente en ella el personal estrictamente indispensable.
La noche del 13, el ejercito del mariscal de campo Ritter von Leeb, que hasta entonces había quedado a la espera en la ribera derecha del Rhin, entre el saliente de Karlsruhe y Luxemburgo, iniciaba las operaciones de ataque contra la línea Maginot. Aunque esta operación no era necesaria desde el punto de vista estratégico, fue una decisión personal de Hitler, y por motivos de prestigio, quería demostrar que nada, ni siquiera la más potente línea fortificada del mundo, podía detener a los ejércitos del III Reich.
El día 15, la 1ª Panzerdivision, dependiente del grupo del general Erwin von Witzleben toma la fortaleza de Langres. Por el contrario el fuerte de Fermont, pilar sólido del sector fortificado de La Crusnes, resiste los ataques de sus enemigos. Lo mismo ocurre en el sector fortificado de Thionville, después del ataque a Micheisberg, apoyado por sus vecinos Anziing, Mont des Weches y Hackenberg (21-22 de junio de 1940), entre el Sauer y el Rhin.
La mayor parte de los fuertes siguieron combatiendo mientras le quedaron municiones, y algunos de la zona de Estrasburgo y Karlsruhe siguieron combatiendo aún el 30 de julio, momento en el que se rindieron tras la visita de generales franceses pertenecientes al nuevo gobierno del mariscal Pétain.
Así pues, los alemanes no lograron capturar ninguna fortificación importante y que probaron su grado de impenetrabilidad, y si fueron capturadas intactas, la causa se debió al desbordamiento de sus flancos.
En los Alpes, los ataques italianos comienzan el día de junio, aunque el Cuerpo de Ejercito I no comienza hasta el día 22 por las objeciones que presenta su comandante, el general Pintor. Tras 5 días de combate se firma el armisticio, con el que se ponen fin a las hostilidades.
En cuatro días de combate, el resultado alcanzado es bastante pobre, todos los ataques se rompen, de Tarentaise a Mentón, antes incluso de haber atacado la línea de las grandes construcciones, consiguiéndose solo pequeñas conquistas de escaso valor estratégico. El total de perdidas de la guerra franco-italiana es bastante ilustrativa del resultado: los italianos sufrirían 631 muertos, 616 desaparecidos, 2.631 heridos y congelados, los franceses, en cambio, 37 muertos, 42 heridos y 150 desaparecidos.
Sin entrar en consideraciones históricas, la Línea Maginot puede considerarse una obra maestra de la ingeniería, aunque solo los fuertes que tenían bien protegidos su retaguardia y los flancos pudieron resistir la maniobra envolvente de la Wehrmacht. Los alemanes habían demostrado que los progresos en la tecnología militar favorecían las estrategias de ataque.
Conservación de la línea
Tras la campaña de 1940, la línea se abandono en su mayor parte, exceptuando varios fortines empleados por los alemanes como almacenes. En cambio, en 1944, los aliados tuvieron que asaltarla en la zona de Metz en otoño, y en el norte de Alsacia en diciembre, al refugiarse en ella tropas alemanas.
Tras la guerra, la línea fue ocupada por fuerza francesas, modernizándose algunos de los fuertes durante los años 50 y 60 (sobre todo para aumentar la seguridad, especialmente en caso de ataque nuclear), aunque se abandonaron la mayor parte tras la retirada de Francia de la OTAN (ordenada por el presidente francés De Gaulle en 1966) y la decisión de sustentar su defensa en su creciente arsenal nuclear.
En la década de los 70, la mayor parte de los fuertes y casamatas se vendieron en subasta pública. Algunos se convirtieron en granjas de champiñones, almacenes para granjeros, otros se restauraron para permitir visitas guiadas, e incluso algunos se convirtieron en parte de viviendas mientras que la mayoría quedaron abandonados o se destinaron al desguace.
Gracias a diversas asociaciones, algunos de los fortines, abrigos y casamatas de la línea Maginot se han salvado de la desaparición, como "Les Amis de la Ligne Maginot en Alsace", "Amifort"o "Le Tiburce <con su propia página web Ouvrage Immerhof:
http://www.geocities.com/Athens/Acropolis/9173/index.htm>).
También pequeñas asociaciones de carácter local han participado el salvamento de la línea Maginot, con la preservación de los grandes fuertes de Hackenberg, Simserhof, Fermont, Four a Chaux, y Schoenenbourg, y algunas construcciones menores en Bambesch, refugios en Zeiterholz y Graserloch, y la casamata de Markolsheim, restaurados para convertirse en atracciones turísticas.
Desgraciadamente, muchos fortines y posiciones han quedado totalmente abandonadas, y si nadie lo remedia, serán enterrados en breve por el gobierno francés para evitar accidentes.
Conclusión
Como ya se ha comentado, la línea presentaba unas soluciones técnicas de altísimo nivel, pero su existencia no pudo evitar la fulminante derrota del para muchos, mejor ejercito de la época. Según los historiadores, el gran defecto de la Maginot no era que no estuviese preparada para ataques de flanqueo o que no cubriese toda la frontera francesa (se detenía, donde según la experiencia de la Gran Guerra les convenía atacar a los alemanes, y acertaron), El mayor defecto era de carácter psicológico. La línea Maginot, aparentemente tan fuerte, contribuía a dar al pueblo francés un sentimiento de falsa seguridad, a pesar de que se elevaban muchas voces en contra de esta estrategia, como la de Charles de Gaulle, que tras la guerra dedicaría las siguientes palabras a la línea Maginot:
«La táctica de la Línea Maginot ha sufrido ásperas condenas a la vista de acontecimientos posteriores. Ella engendró sin duda una mentalidad puramente defensiva, pero es siempre un excelente sistema de precaución el fortificar lo más posible una frontera de centenares de millas, economizando así el número de soldados dedicados a un servicio pasivo y "encauzando"toda eventual invasión enemiga. Si en el esquema general de la guerra se hubiese atribuido a la Línea Maginot su verdadera importancia y una utilización adecuada, hubiera podido ser extremadamente eficaz. Se habría podido considerarla como un amplio despliegue de puertas de salida de incomparable valor estratégico y, sobre todo, como un medio de impedir el acceso a mayores sectores del frente y acumular así las reservas generales de maniobra o "masas".
Cuando se considera la superioridad numérica de la población alemana frente a la francesa, la Línea Maginot debe ser juzgada como una medida sabia y prudente. Por eso es de extrañar que no se hubiera extendido por lo menos hasta el curso del Mosa; en cuyo caso habría constituido un eficacísimo baluarte que hubiera permitido una libre y enérgica ofensiva por parte de Francia. Pero el mariscal Pétain se opuso a la prolongación de la Línea Maginot. Sostenía que en las Ardenas la naturaleza misma del suelo hacia casi imposible un intento de invasión, y su opinión fue aceptada. Los criterios ofensivos inherentes a la Línea Maginot me fueron explicados por el gen. Giraud durante la visita que hice a Metz en el 1937. Pero no fueron puestos en práctica, y la Línea, además de absorber un enorme número de soldados adiestrados y de técnicos, ejerció un influjo debilitador sobre el espíritu de reacción del pueblo francés y sobre su estrategia militar.»
O la de grandes personajes como Churchill:
«La idea de un frente fijo y continuo dominaba la estrategia prevista para un eventual conflicto, y orientaba en tal sentido la organización, la doctrina, la instrucción y el armamento. Estaba previsto que en caso de guerra, Francia movilizaría todas sus reservas, constituyendo el mayor número posible de divisiones, destinadas no ya a maniobrar, atacar y aprovechar el éxito, sino a defender sectores. Se habrían desplegado a lo largo de la frontera francesa y belga Bélgica era oficialmente nuestra aliada para esperar la ofensiva enemiga. En cuanto a los medios carros de combate, aviones, cañones móviles y abatibles, que ya en las últimas batallas de la gran guerra se habían revelado capaces de lograr la sorpresa y la ruptura, y desde entonces habían ido haciéndose cada vez más potentes , la intención era servirse de ellos sólo para reforzar la línea del frente y, en caso necesario, restablecerla con ataques locales. Así, se habían escogido tipos de armas para tal objetivo: carros de combate lentos, armados de piezas cortas y ligeras, destinados a acompañar a la infantería y no a las acciones rápidas y autónomas; aviones de caza concebidos en función defensiva: pocos bombarderos y ningún aparato de asalto; piezas de artillería hechas para disparar desde posiciones fijas, con un limitado campo de tiro horizontal, que así no podían moverse en todo terreno ni disparar en todas direcciones.
Además, el frente estaba trazado previamente por las fortificaciones de la Línea Maginot, prolongada en las de Bélgica. Así se pensaba que la nación en guerra guarnecería una barrera, esperando a su amparo que el bloqueo y la presión del mundo libre desgastasen al enemigo empujándolo a la catástrofe. Tal concepto de la guerra coincidía con el espíritu de régimen que, condenado al marasmo por la debilidad del poder y las discordias políticas, debía naturalmente adoptar un sistema tan estático. Pero también parece que tan reconfortante panacea correspondía demasiado bien al estado de ánimo del país. Todo el que quisiera hacerse leer, elegir o aplaudir no tenía más remedio que darla por buena. La opinión pública, cediendo a la ilusión de que bastaba declarar la guerra a la guerra para impedir que los belicosos la hicieran al conservar el recuerdo de muchos ataques desastrosos, y sin darse cuenta plenamente de la revolución causada entre tanto por el motor, no se preocupaba de la ofensiva. En suma, todo contribuía a hacer de la pasividad el primer principio de la defensa nacional. »
Así pues, no fue solamente la técnica la que derrotó al gran coloso, sino la estrategia que llevó a confiar solamente en las moles de acero y hormigón. Aunque irónicamente la línea Maginot consiguió una pequeña victoria al comienzo de la guerra, al obligar a los alemanes a que renunciaran a iniciar de inmediato una ofensiva sobre Francia, y se dedicaran a construir su propia línea defensiva, la Sigfrido, pero eso ya es otra historia.