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jueves, 21 de noviembre de 2024


 

LA VICTORIA DE LA INCOMPETENCIA

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Grandes errores de la 2ª Guerra Mundial

Por: Jesús Mª López de Uribe

En el anterior número del mes de mayo la serie de los grandes errores de la Segunda Guerra Mundial aportaba un informe sobre la gran batalla del primer semestre de 1940, pero a la vez que Francia cayó sobre el yugo de la alemania de Hitler otras dos naciones se vieron envueltas en la más terrible guerra del siglo XX. El final de la operación Weserübung ("prácticas Weser") terminó en la práctica el 10 de junio de hace 64 años, así que este artículo se referirá al cúmulo de incompetencias estratégicas, tácticas y operacionales que se provocaron por parte de los dos bandos en conflicto en el segundo frente abierto en Europa durante abril, mayo y junio de aquel año.

¿Y cuál es este segundo frente olvidado y oculto por la campaña francesa? Pues el nórdico. La invasión de Dinamarca y Noruega por parte de los alemanes se produjo el 9 de mayo de 1940, un día antes del verdadero gope a los aliados, la invasión de Holanda, Bélgica y Luxemburgo el 10 de mayo para batir la francia de la Línea Maginot.

La campaña de Noruega fue el ejemplo de cómo la falta de competencia estratégica y la improvisación resultan de las aventuras sonoros fracasos y de las victorias impensables lastres que llevarán a la derrota. De Dinamarca, no hay nada más que decir que los alemanes la conquistaron en dos días para poder invadir el país nórdico, fundamental para conservar el suministro de hierro.

Pero la historia de la invasión Noruega no empieza en Alemania. Los alemanes no pensaban a primeros de 1940 que el país nordico fuera objetivo de sus ataques. Tanto daneses como noruegos habían dejado muy claro que eran neutrales y que no querían entrar en el conflicto. Pero fueron los ingleses y los franceses los que observaron la inmejorable posición estratégica de Noruega, tanto en lo geográfico –está al norte de Alemania y es una cabeza de puente perfecta para atacar al país germano- como en lo económico, puesto que los alemanes dependían del hierro noruego para construir sus fuerzas acorazadas.

Finlandia: Inglaterra y Francia contra Stalin

El primer lord del Almirantazgo británico, Winston Churchill, se mostró muy alarmado cuando los soviéticos atacaron a Finlandia y el primer ministro francés Daladier apostó por apoyar al país nórdico contra los soviéticos. Ni cortos ni perezosos, ingleses y franceses –y polacos bajo mando inglés, y con muchas ganas- planearon el desembarco de sus tropas en Noruega, sobre todo en el puerto de Narvik, para apoyar a los finlandeses. Por supuesto, los gobiernos noruego y sueco se negaron en rotundo para no implicarse en una guerra que les horrorizaba.

La invasión de Finlandia por parte de la Unión Soviética provocó su expulsión de la Sociedad de Naciones. Inglaterra y Francia se dispusieron a trazar planes inoperantes para proteger a Finlandia –al menos esta vez llegaron al papel como no hicieron con Polonia- e incluso Mussolini llegó a enviar aviones a los Finlandeses.

Churchill quería frenar el importante abastecimiento de hierro desde Noruega a Alemania, y planificó minar el puerto de Narvik e, incluso, sugirió capturarlo. Sin embargo, aquella decisión hubiera provocado que Inglaterra y Francia se encontraran en guerra con la Rusia soviética y Alemania al mismo tiempo.

El primer ministro británico, Chamberlain, se sintió preocupado por los civiles noruegos y la respuesta de los Estados Unidos de América a ese ataque sin más y además pensaba que Alemania estaba perdiendo la guerra debido al bloqueo económico –no le faltaba parte de razón, ya que Alemania había gastado en unos seis meses la cuarta parte de sus reservas de carburantes y casi no le quedaba gasóleo para uso civil-. Incluso creía que Hitler llevaba a su pueblo a la indigencia, que no tenía muchos apoyos y que los generales se levantarían contra su mando. Por ello, los bombardeos aliados se limitaban a repartir propaganda antes de lanzar bombas en Alemania.

Neville Chamberlain llegó a decir a primeros de abril que a Hitler "se le había escapado el autobús" .

En realidad tanto los dirigentes ingleses como los franceses tenían un pánico atroz a que se repitieran las batallas de la Primera Guerra Mundial, con increíbles matanzas como en el Somme. Por ello actuaban de esa manera tan tibia, lo que se llamó la ‘guerra ficticia’ contra Alemania.

Pero Churchil quería actuar, y cuanto antes. El problema es que el primer lord del Almirantazgo británico parecía haber olvidado que su primera experiencia en un desembarco anfibio fue nefasta. El asalto a Gallipolli de las divisiones australianas en la Primera Guerra Mundial fue un desastre de proporciones increíbles por la mala planificación. Lo mismo se repetiría en Noruega.

El plan anglo-francés de invasión se basaba en la captura de Trondheim –más o menos en el centro del país de los fiordos- pero gracias al desembarco en Andalsnes al Sur y en Namsos al norte, con lo que las tropas aliadas tenían que avanzar en un movimiento de pinza para conquistarlo. También había que capturar Narvik, como pretendía Churchill. En realidad, el plan era confuso.

Las disposición militar fue nefasta: las tropas británicas fueron embarcadas, desembarcadas y embarcadas de nuevo y además carecían de un equipo adecuado a la nieve y a la alta montaña. Por contra, los franceses sí que disponían en la fuerza de invasión de tropas entrenadas en los alpes para la situación de invierno, pero la precipitación a la hora de planear la invasión provocó que no dispusieran de las correas para sus esquís.

Al final, el mismo día en que los ingleses y franceses se decidieron a invadir Noruega, Finlandia se rindió a los soviéticos –el 12 de marzo-, con lo cual se libraron por el canto de un duro de entrar en guerra con Stalin.

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Sin embargo, cegados por la falta de visión histórica común a todas las épocas, los franceses hicieron dimitir a su primer ministro Daladier. Paul Renaud lo sustituyó y siguió indicando a los ingleses que la invasión de Noruega era el plan más acertado para estrangular en lo económico a Alemania actuando en teatros operacionales limitados, ya que no supondría un esfuerzo bélico de gran magnitud.

Los dos países aliados decidieron minar las aguas noruegas y se prepararon para una invasión del país nórdico. Las minas se comenzaron a colocar el 8 de abril de 1940.

El petrolero ‘Altmark’

Pero Hitler ya miraba con recelo a Noruega desde que el 16 de febrero de 1940 los ingleses capturaran al petrolero alemán ‘Altmark’ en aguas jurisdiccionales. El ‘Altmark’ había abastecido al acorazado de bolsillo germano ‘Graf Spee’ y los alemanes habían escondido en sus bodegas a trescientos tripulantes de los cargueros que había destruido el buque alemán.

Como el incidente se produjo frente a las costas noruegas, Hitler se dio cuenta de que los ingleses tramaban algo en su azotea. Llamó al almirante Raeder, que había defendido desde hace años la opción de controlar la península nórdica y le propuso que efectuara un plan de invasión de Noruega lo antes posible.

Según Williamson Murria y Allan R. Millet en su libro ‘La guerra que había que ganar’, la cuestión de la invasión noruega fue la única operación efectiva alemana en la que se coordinaron la marina y el ejército.

"Una vez Hitler hubo decidido llevar a cabo la operación, se trazaron los planes para atacara Noruega a comienzos de la primavera. Fue prácticamente la única vez en la guerra que los alemanes prepararon una operación conjunta de dos armas, planificada por un estado mayor especial que creó el OKW. Dinamarca no presentaba dificultades importantes, pero Noruega, con su larga costa accesible a la armada británica, planteaba un problema serio. Los alemanes decidieron emplear toda su marina para transportar las fuerzas de tierra necesarias para apoderarse de los puntos estratégicos de Noruega. Un pequeño contingente de paracaidistas de la Luftwaffe tomaría los pocos aeródromos que había en el sur de Noruega. Los cruceros de batalla ‘Schnarnhorst’ y ‘Gneisenau’ daría escolta a diez destructores (2.000 soldados) hasta Narvik; el crucero pesado Hipper y cuatro destructores (1.700 soldados) atacarían Trondheim mietras los cruceros ligeros ‘Koeln’, ‘Koenisberg’ y ‘Kalsruhe’ atacarían Bergen (1.900 soldados) y Kristiansand (1.100 soldados). Finalmente, el crucero pesado ‘Blücher’, el acorazado de bolsillo ‘Lützow’ y el crucero ligero ‘Enden’ se apoderarían de Oslo (2.000 soldados). Además, los alemanes tomaron medidas para transportar pertrechos para las fuerzas de tierra invasoras por parte de barcos mercantes. Estos barcos zarparon seis días antes del ataque con el fin de llegar a su destino simultáneamente con los barcos de guerra.

La empresa escandinava […] representaba un riesgo enorme. Los alemanes tenían la esperanza de sorprender a la marina británica, lo cual permitiría que las fuerzas alemanas tomaran los puertos y las bases aéreas noruegas antes de que los ingleses pudieran responde. Con los aeródromos noruegos en su poder, la Luftwaffe podía controlar las aguas que bañaban las costas de Noruega".

Los alemanes tenían pensado desplegar para la operación unos diez mil soldados, y tenían previsto mandar una división de montaña, cuatro divisiones de infantería y una brigada de infantería motorizada; además de otras tres divisiones de infantería a Dinamarca.

Atacando a la vez

Noruega no poseía ejército regular, sólo una milicia semientrenada ya que sus habitantes eran antimilitaristas por tradición. Los noruegos habían visto los efectos de la guerra relámpago en Polonia y no estaba dispuestos a sufrir las consecuencias. La defensa fue casi nula.

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Los alemanes habían zarpado el 6 de abril, los ingleses comenzaron a minar las aguas noruegas el 8 de abril y el 9 de abril los alemanes invadieron Dinamarca y Noruega. Los daneses resistieron unas pocas horas, con lo que el III Reich dominaba la primera puerta de entrada al mar Báltico, a la vez que con las bases aéreas danesas la Luftwaffe conseguía ampliar su radio de acción al restar 320 kilómetros al vuelo.

Los alemanes habían planteado la invasión de Noruega con una actuación milimétrica propia del espíritu germano. Las fuerzas de ataque debían llegar de forma simultánea a las 5:00 horas del 9 de abril a sus objetivos en una costa de 1.600 kilómetros de longitud. Más que en su capacidad de organización debían confiar en la suerte.

Para los dos autores de ‘La Guerra que había que Ganar’ la campaña de Noruega mostró todos los fallos de uno y otro bando.

"El número de cosas que salieron mal fue suficiente para pensar que la victoria de la operación Weserübung se logró por un margen escaso. Incluso antes de que empezara el ataque, los alemanes tropezaron con dificultares. El 8 de abril, el destructor británico ‘Glowworm’ avistó una de las agrupaciones de fuerzas navales alemanas que se dirigían a Noruega; atacado por el crucero pesado ‘Hipper’, el ‘Golwworm’ no sólo mandó una señal de alarma, sino que además embistió contra el crucero y le causó muchos daños. El submarino polaco ‘Orzel’ hundió luego el transporte alemán ‘Río de Janeiro’. Que llevaba caballos, pertrechos y tropas de apoyo a Bergen. Los pesqueros noruegos que faenaban en la zona recogieron a los supervivientes, la mayoría de ellos todavía de uniforme, que afirmaron que se dirigían a Noruega para defenderla de los ingleses. Así pues, los aliados tenían ahora dos pistas de gran importancia: los alemanes estaban en el mar del Norte y su blanco era Noruega.

Pero los ingleses respondieron tomando medidas para interceptar a la flota alemana si trataba de penetrar en el Atlántico. Los servicios de inteligencia británicos basaron sus hipótesis en una serie de suposicione erróneas. El almirantazgo ordeón a sus barcos que desembarcaran a las tropas que ya estaban a bordo y que procedieran a bloquear los estrechos islandeses. Los noruegos, mientras tanto, apenas respondieron a la amenaza de invasión. El gabinete se reunió, pero no tomó ninguna decisión, a la vez que el comandante en jefe del ejército sufría una crisis nerviosa. Se dio aviso a algunos de los fortines que protegían los principales puertos, pero no a los aeródromos. Las órdenes de movilización se mandaron por correo".

Las cosas fueron de mal en peor la noche del 8 al 9 de abril empezaron a llegar a los puertos noruegos unidades de la flota alemana. Un contingente numeroso encabezado por el ‘Blücher’ remontó el fiordo para llegar a Oslo, pero allí los reservistas noruegos se negaron a permitir que pasaran los barcos sin más y dispararon contra ellos proyectiles pesados y torpedos que hundieron al crucero pesado alemán. Lo irónico del asunto es que estos fortines estaban comandados por un oficial Quinlinguista, partidario de Vidkun Quisling –uno de los que convencieron a Hitler para tomar el control de Noruega y que luego fue primer ministro bajo dominación nazi ya que su partido agrario fue el único permitido por el ‘Fuerher’-, que defendía el honor de su patria al modo alemán. El ‘Blücher’ se hundió con gran parte de los expedientes de la Gestapo sobre noruegos antinazis, pero los soldados de los fortines no siguieron disparando sobre los demás barcos al no haber recibido órdenes claras.

Los alemanes desembarcaron más al sur de lo debido, atemorizados por las defensas costeras y la Luftwaffe tuvo que lanzar paracaidistas sobre el aeropuerto de Oslo para controlarlo. Aunque a primera hora de la tarde ya tenían controlada la entrada en la capital noruega, el gobierno se había escapado y más adelante organizó el movimiento de la resistencia nacional.

En Bergen, los noruegos causaron desperfectos en el crucero ligero ‘Koenisberg’, pero la Luftwaffe destruyó las defensas costeras.

Por último, el crucero ligero ‘Kalsruhe’, fue torpedeado y hundido tras cumplir su misión en Kristiansand. En el resto de noruega, no hubo problemas: Trondheim, Stravanger y Narvik fueron tomadas sin problemas. En el capítulo tercero del macrodocumental ‘El Mundo en Guerra’ –‘La guerra lejana’- se llega a decir que los alemanes tomaron Noruega a golpe de marcha militar.

Pero eso no fue así. En Narvik se produjo una batalla naval por la falta de previsión de los alemanes. Al disponer los buques de la invasión sólo de un petrolero para repostar, se dobló el tiempo de esta labor lo que permitió que cinco destructores ingleses entraran en el fiordo persiguiendo a un destructor alemán. El capitán B.A.W. Barburton-Lee entró en la historia al morir en una gran batalla. Los alemanes perdieron dos destructores y el petrolero, quedando un crucero con graves daños y los dos restantes tocados.

Mark Arnold-Foster en la obra escrita de ‘El mundo en guerra’ describe la batalla:

"Antes del amanecer del 9 de abril, diez grandes destructores alemanes que transportaban dos mil soldados de unidades de montaña llegaron a Narvik en medio de una tormenta de nieve. Hundieron rápidamente dos buques de guerra noruegos fondeados en el puerto y las tropas tuvieron vía libre para desembarcar. Los destructores, sin embargo, se hallaban por el momento atrapados en Narvik porque habían agotado casi todo su combustible durante el largo viaje desde Alemania. Uno de los dos petroleros que tenían órdenes de reunirse con ellos no había llegado. Este imprevisto retraso daría lugar a la primera importante derrota naval alemana de la guerra. El 9 de abril. El capitán Warburton-Lee decidió investigar una información no confirmada que decía, simplemente, que un navío alemán había llegado a un puerto del norte de Noruega y había desembarcado tropas allí. Narvik se hallaba situada al fondo de un largo y estrecho fiordo. El capitán Warburton-Lee decidió estar allí al amanecer. Tenía cinco destructores: el suyo -el ‘Hardy’-, el ‘Hunter’, el ‘Havock’, el ‘Hotspur’ y el ‘Hostile’. Iban armados con cañones de 4,7 pulgadas. Los destructores alemanes estaban armados con cañones de cinco pulgadas.

Durante la tarde del 9 de abril, el capitán Warburton-Lee había pedido a los pilotos noruegos que le esperaban en el puesto de pilotos situado a la entrada del fiordo que conduce a Narvik que le dijeran qué buques alemanes habían visto. Los pilotos dijeron que, por lo que ellos sabían, habían entrado en el fiordo seis buques de guerra alemanes y un submarino. La mañana siguiente, antes de que amaneciera, Warburton-Lee los siguió.

Un destructor alemán estaba de patrulla, actuando de centinela para los demás. Pero su capitán abandonó su puesto media hora antes de que llegara Warburton-Lee. Warburton-Lee encontró varios destructores alemanes y los atacó, pero no los encontró a todos. De los diez destructores alemanes, dos fueron hundidos y cuatro resultaron con graves daños en el primer ataque británico. Pero dos grupos de destructores alemanes habían fondeado para pasar la noche en fiordos secundarios. Sumándose tardíamente a la batalla, infligieron graves daños a los buques británicos en el preciso instante en que Warburton-Lee se disponía a un segundo ataque.

Una granada de cinco pulgadas cayó sobre el puente del ‘Hardy’ causando la muerte de Warburton-Lee y de todos los hombres que se encontraban allí a excepción del secretario del capitán, teniente pagador Stanning, que asumió entonces el mando. Pero el ‘Hardy’ estaba ya seriamente dañado, había perdido potencia y tuvo que ser encallado. El ‘Hunter’ se hundió. Los tres destructores británicos supervivientes se hicieron a la mar hundiendo durante el camino un buque de aprovisionamiento alemán".

Aunque tres días después el acorazado ‘Warspite’ volvió para rematar el trabajo acompañado de cuatro destructores y cinco buques más pequeños. En esos tres días los ingleses hundieron la mitad de todos los destructores alemanes no sólo en la campaña, sino de la Kriegsmarine.

Pero los ingleses no supieron aprovechar esta ventaja. Si hubieran atacado otros puertos, los alemanes hubieran perdido más del 75% de la marina de guerra. El ‘Hipper’ y otros dos destructores alemanes permanecieron en Trondheim hasta última hora del día 10 y sin embargo los aliados no los atacaron.

Los alemanes controlaron los puertos y los aeródromos y tras el desastre del primer día los noruegos no pudieron movilizar sus tropas de tierra.

Llegan los Aliados

Y entonces llegaron las tropas de tierra anglo-francesas. Desembarcaron en los lugares previstos, pese a saber que estaban controlados por las tropas alemanas, pero los ingleses carecían de esquís, mapas adecuados y armas pesadas. Los alemanes se habían apostado en las colinas y batieron las playas una y otra vez con su artillería.

Según la versión del capitán Martin Lindsay –ofrecida en el capítulo citado con anterioridad de ‘El Mundo en Guerra’-, las cosas no podían ir bien para los ingleses de ninguna de las maneras. "Los soldados ingleses no tenían confianza alguna en una operación totalmente improvisada sobre unos pocos datos y una gran precipitación, además de que la infantería carecía de apoyo aéreo e infantería", explica.

Como todo el suelo estaba cubierto de nieve, los ingleses no tuvieron más remedio que concentrar sus tropas en las carreteras con lo que resultaron un blanco más fácil para los alemanes. En el momento en que los alemanes controlaban las colinas para cubrir los flancos de los ingleses, la cosa se convertía en tiro al pichón. Muchos soldados aliados fueron hechos prisioneros y algunos incluso obligados a desfilar ante Hitler en Berlín.

Los ingleses sólo hicieron una labor adecuada en Narvik, apoyados en que los alemanes no tenían excesivo apoyo aéreo al estar la ciudad muy al norte y lejos de las bases aéreas. Sólo allí se lanzó una contraofensiva eficaz, pero el día 10 de mayo comenzó el verdadero pulso en Francia, con lo que los ingleses volvieron la vista, como es lógico, a otro lado. Los esfuerzos aplicados en Noruega fueron demasiado prudentes y con una preparación táctica demasiado ineficaz. Así que para cuando se produjo el ataque a finales de mayo, las derrotas en Francia les obligó a retirarse precipitadamente.

La última batalla naval

Pese a las catastróficas derrotas alemanas en el mar. El alto mando alemán no se arredró y a finales de mayo, pensando en que las hostilidades terminarían pronto con las victorias de la Wehrmacht, quisieron ganar algo más de honor marino para compensar las derrotas de Narvik. Raeder ordenó a dos cruceros de batalla –el ‘Scharnhorst’ y el ‘Gneisenau’- que atacaran a las unidades navales británicas a la altura del cabo Norte de Noruega.

El almirante alemán creía que con esa victoria se podría influir en los debates presupuestarios tras la guerra y el primer golpe fue muy bueno: atraparon y hundieron al portaaviones inglés ‘Glorious’. ¿La causa? Que el capitán inglés, al que se consideraba un pendenciero, se había apartado de la flota inglesa para poder asistir al consejo de guerra de un jefe de sus oficiales de vuelo en Scapa Flor.

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¿Victoria? Pues no, porque en realidad al final de la operación los dos cruceros resultaron torpedeados, con lo que estuvieron en el dique seco hasta diciembre de 1940. Raeder se llevó una bronca tremenda de Hitler, ya que el 20 de mayo ya le había comentado el ‘Fuehrer’ la posibilidad de invadir Gran Bretaña. La batalla fue, en esencia un gran despilfarro de fuerza naval y uno de los mayores errores de cálculo de la guerra en el mar.

La rendición de las fuerzas aliadas se produjo el 10 de junio. El rey Haakon VII se exilió a Inglaterra el 7 de junio y desde allí contribuyó a organizar la resistencia. La campaña causó cinco mil muertos.

Conclusión

La campaña noruega no fue buena para ninguno de los dos bandos, pero la ironía de la historia indica que perjudicó más al vencedor que al derrotado.

Parece mentira, pero así es. La empresa fue perjudicial para los intereses alemanes incluso a corto plazo, pero aún peor a largo plazo. Es verdad que se consiguió garantizar el suministro de hierro, pero el beneficio es discutible.

Los alemanes perdieron casi la totalidad de su fuerza de superficie y casi todas las que restaban habían sido tocadas. A mediados de junio de 1940 Raeder sólo disponía de un crucero pesado, dos ligeros y cuatro destructores en condiciones de combatir.

Y lo que es peor, la invasión de Noruega tuvo inmovilizadas a numerosas fuerzas alemanas. El mismo día ‘D’ (6 de junio de 1944), había medio millón de soldados en el país nórdico y trescientos mil al finalizar el conflicto. Las bases noruegas de submarinos estaban peor colocadas que las del sur de Francia y, para colmo, la importancia del hierro noruego y sueco desapareció con la conquista de las grandes explotaciones de Francia. Cierto es que Alemania perdió miedo a un ataque por la azotea, pero sus reparaciones y mantenimiento le costaron mucho más de lo que creía.

Según Williamson Murray y Allan R. Millett "al final, la operación Weserübung fue hija de la marina: reflejó las virtudes tácticas de esta rama de las fuerzas armadas, pero también su falta de visión estratégica".

Los beneficiados finales de todo este empate de incompetencias fueron los ingleses, ya que los franceses firmaron su derrota pocos días después. Los afortunados fueron los franceses destinados a Noruega, puesto que fueron reembarcados a las islas británicas. Los ingleses aprendieron de múltiples errores, aunque les quedarían más por cubrir en los desembarcos anfibios del mediterráneo hasta 1944 y se dieron cuenta de que su política de defensa había sido errónea hasta el momento.

Pese a que la Royal Navy había derrotado a la Kriegsmarine, los ingleses comprobaron que el poder naval sin el poder aéreo no podía ganar campañas y que la infantería sin apoyo artillero o aéreo no podía conservar las cabezas de playa.

La campaña de Noruega, junto con el ataque a Francia, provocó la sustitución de Neville Chamberlain por Winston Churchill como primer ministro apoyado por Conservadores y Laboristas y el cambio de actitud activa frente a los alemanes. Inglaterra luchaba por su supervivencia y comenzó a actuar en consecuencia.

En resumen, la campaña noruega es la viva imagen de la victoria de la incompetencia y la falta de visión. En lo táctico, planificación y resultado, los dos bandos contendientes cometieron errores de bulto, pero en lo estratégico era una trampa mortal para quien venciera en la campaña.

¿Porque, cómo hubieran podido consolidar los ingleses Noruega para amenazar a Alemania en caso de haber vencido si no hubiera sido a costa de otros frentes, como, por ejemplo, el de África del Norte?

CONSULTA

Si quieres saber más:

Libros:

  • ‘La guerra que había que ganar’ Williamson Murray y Allan R. Millet. Editorial Crítica, 2003.
  • ‘El mundo en guerra’. Mark Arnold Foster. Editorial Plaza & Janés, 1979.

Documentales:

  • ‘El mundo en guerra’, capítulo 3. ‘La guerra lejana’.

Más información en estas direcciones de páginas web.

Asalto a Noruega:

http://www.europa1939.com/ww2/1940/noruega.html

http://www.artehistoria.com/batallas/contextos/3875.htm

Buques alemanes:

http://www.europa1939.com/kriegsmarine/cruceros/cruceros.html

http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/armamento/kriegmarine1GER.html

http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/armamento/kriegmarine2GER.html

Royal Navy:

http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/armamento/marinaGRB.html

http://freepages.misc.rootsweb.com/~cyberheritage/

Campaña de Noruega y batallas de Narvik (en inglés):

http://www.naval-history.net/WW2194004.htm

http://hem.fyristorg.com/robertm/norge/index.html

 

 

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