Llego hasta aquí
SORGE, Richard
Un espía en China
1895-1944
Rara vez, la vida de los espías llega a esta sección de la revista. Militares, artistas, políticos, pero la realidad es que el espionaje fue muy importante durante la Segunda Guerra Mundial y ya iba siendo hora que le abriéramos un hueco.
Richard Sorge nació en Baku, Rusia de casualidad a finales de 1895 (en la época de los zares). Su familia era de origen alemán, pero el trabajo de ingeniero de minas de su padre hizo que estuvieran en la ciudad rusa en el momento del nacimiento. Un hecho que no hubiera pasado de ser una mera anécdota de no ser por la filiación pro-soviética que más tarde tuvo Sorge.
A la edad de 4 años viajó a Alemania con toda su familia y se educó allí. Todos sus hermanos (nueve, él era el menor) y sus padres eran alemanes y justo sería considerarle como tal.
Participa en la Primera Guerra Mundial, primero en el frente occidental, pero a partir de 1915 en el oriental. Por sus acciones en ese frente recibió la Cruz de Hierro. En 1916 sufre una herida grave en las piernas debido a un granada que le deja en el hospital más de nueve meses. Allí conoce a una enfermera y al padre de ésta, un convencido marxista (la revolución bolchevique no tendría lugar hasta un año después). Sin recuperarse del todo para poder volver al frente, es enviado a la retaguardia donde recibe permiso para ir a la Universidad de Berlín. Sin embargo, una vez en ella, además de "sólo" estudiar (según sus propias palabras) se dedica a otras actividades extraacadémicas, entre ellas formar parte de un grupo revolucionario.
Tras finalizar la guerra y ser licenciado, en 1919, cambia su matrícula a la Universidad de Kiel y se une al recién formado Partido Comunista Alemán (KPD). Tras la universidad trabaja como reportero hasta que en 1925 se traslada a la Unión Soviética y entra a formar parte del Servicio de Inteligencia de la URSS. Aprovechando su condición de reportero, le enviaron a diversos países como tal, pero con la ocupación real de investigar a los partidos comunistas, su fuerza, las medidas políticas del gobierno contra ellos.
En 1929 llega a Inglaterra, pero a diferencia de otros destinos, en este se le ordena permanecer oculto y no involucrarse en actividades políticas. Con esta maniobra, la inteligencia soviética pretendía que se le perdiera la pista porque en Noviembre de 1929, Sorge vuelve a Alemania con instrucciones de infiltrarse en el partido nazi y prohibiéndole, claro está, cualquier contacto con sus antiguos camaradas del KPD.
Como nazi, Sorge entra a trabajar en el Greteide Zeitung, un periódico alemán y enviado como corresponsal a China donde conocerá a Max Klausen que sería, por decirlo de alguna manera, el primero de una larga red de espías que Sorge montó en el país encubiertos casi todos como reporteros de periódicos. Así, Agnes Smedley, del Frankfurter Zeitung, o Ozaki Hotsumi, del Asahi Shimbun, entraron a formar parte de la red de espías que informaban a la Unión Soviética.
En China, consiguió llegar a ser un experto en agricultura del país y eso le dio ciertas facilidades para viajar libremente por todo el territorio, entrando en contacto con el incipiente Partido Comunista Chino. En 1933, los soviéticos decidieron que Sorge debía ampliar su red de espías a Japón. Allí fue, con su tapadera de periodista nazi, y con el encargo de obtener colaboradores para dos periódicos alemanes. Pero estando en Japón, y gracias a su trabajo, otros periódicos alemanes le contrataron como reportero. De esta forma, Sorge iba ganando prestigio como periodista en Alemania y ganándose la confianza de los altos miembros de la embajada alemana en Tokio. Ambas cosas le valían para encubrir cada vez mejor su ya gran red de espías en Asia y para enterarse de cada vez más cosas.
Según los informes soviéticos, la red de espías de Sorge informó al Kremlin con todo detalle del Pacto Anticomunista de 1936, de la entrada de Japón en el Eje en 1940, del ataque japonés a Pearlharbour. Sin embargo, a pesar de todos estos logros, el más importante fue, sin duda, el aviso del inicio de la operación Barbarroja, el ataque alemán contra la Unión Soviética.
Sin embargo, a pesar de este esfuerzo y de los increíbles informes trasmitidos, el Kremlin (o más concretamente Stalin) no quiso darles crédito, no llegaba a fiarse de la información recogida por la red de espías de Sorge. La última información importante facilitada por Sorge fue que Japón no atacaría a la Unión Soviética (lo que les hubiera permitido reducir la guarnición en la frontera este en los primeros difíciles momentos), pero nuevamente no le creyeron.
En Octubre de 1941, Sorge es capturado por las autoridades japonesas y encerrado. La Unión soviética rechazó varios intercambios de prisioneros y en 1944, el 7 de Noviembre, Sorge era ajusticiado en la prisión. Tras su captura, casi toda su red fue detenida o desmantelada.