Llego hasta aquí



 Comandos
 Ayudas
    Afición (85)
    Ambientación (208)
    Reglas (114)
    Equipo (218)
    Sucesos (174)
    Aventuras (153)
    Preg./Resp.
 Por autor
 Productos
 Enlaces
 





Licencia Creative Commons para el texto de la web (quedan excluidas de la licencia CC las ilustraciones)


jueves, 21 de noviembre de 2024


 

LA FULMINANTE DERROTA DEL MEJOR EJÉRCITO DEL MUNDO

200

Grandes errores de la 2ª Guerra Mundial

Por: Jesús Mª López de Uribe

En la tercera entrega sobre los grandes errores de la segunda guerra mundial cambiamos de país para demostrar que no hubo ningún estado mayor en aquellos años que se librara de cometer errores de bulto tan enormes que dejaran a su país a merced de los enemigos. En algunos casos los errores se pudieron arreglar, en otros no y la mayoría de las derrotas – si no todas- fueron causadas por el orgullo del que se cree victorioso y superior ante los demás.

Para poder comprender el impacto en el mundo entero del tremendo error que se va a comentar en este artículo hay que situar al lector en una hipótesis actual para que se de cuenta del tremendo golpe que produjo la situación en aquellos momentos. El lector debería imaginarse a una hipotética invasión iraní de Iraq en estos momentos, y que en el espacio de un mes, las tropas iraníes derrotaran a las estadounidenses y británicas en un golpe de mano increíble y éstas tuvieran que salir por patas por las playas de Basora con botes de todo tipo camino de Kuwait y Arabia Saudí.

¿Imposible? Visto a día de hoy, desde luego –y con los contrincantes elegidos, por supuesto-. Pero lo mismo le ocurría a los europeos de aquella época al respecto de los tres ejércitos ejércitos que protagonizan esta historia. Si no lo ha adivinado aún el lector, nos estamos refiriendo a la derrota de Francia e Inglaterra en 1940.

El problema de explicar este tremendo error –y que lo parezca- es que después de 65 años parece que el mérito es exclusivo de los alemanes, ya que la victoria fue tan rotunda e incontestable que parece que los franceses nunca pudieron hacer nada por evitar la derrota; pero no es así. Los franceses pudieron terminar con la guerra en 1939 con relativa facilidad, pero no lo hicieron y esa fue la primera gran pifia que se concatenó con otras pequeñas, pero increíbles, que consiguieron el desmoronamiento en poco más de cuarenta días del entonces considerado el mejor ejército del mundo incluso por los alemanes. El francés, por supuesto.

La Francia de 1939

Para entender a un ejército, hay que comprender cómo eran los políticos que los comandaban y la sociedad de la época.

150

Los franceses siempre han tenido un orgullo exacerbado de sus logros, conquistas y tradiciones. Cualquiera lo sabe, pero si encima habían derrotado en la Gran Guerra a su mayor enemigo desde la guerra Franco-Prusiana de 1870-1871 y le habían impuesto unas condiciones de victoria realmente humillantes, sólo hay que imaginarse cuánto se había engrandecido el ego galo.

Todo esto se unía a una inestabilidad política tremenda causada por la división social existente entre izquierdas y derechas. Era raro que un Gobierno aguantara más de un año en el poder; es más, el mismo día que Hitler se hizo cargo de la Cancillería alemana, no había gobierno en Francia, y el que éste invadió Austria, tampoco.

La situación política era tal que la izquierda estaba más interesada en cazar corruptos en el gobierno francés que en cortar el fascismo fuera de sus fronteras –por eso no hubo ayuda de los gobiernos de izquierda franceses a la República Española en su defensa contra las tropas rebeldes de Franco- y la derecha prefería la ideología alemana a la de sus compatriotas comunistas. Con esta división tan fuerte, se explica cómo surge el estado de Vichy tras la derrota.

Es decir, que los franceses estaban divididos y además sufrían de una enfermedad gravísima, como explicaba el general Andrè Beaufre: "Francia tenía la enfermedad de ser victoriosa y sus políticos la obnubilación de tener razón, que es lo más peligroso que le puede pasar a un país".

El mejor ejército del mundo

"Gracias a Dios que está el ejército Francés", dijo Winston Churchill nada más subir al poder Adolf Hitler. Los generales y soldados galos demostraron en la guerra de 1914 tener una capacidad de superación e inventiva excelente. Fueron los que mejor uso le dieron a la aviación y a los tanques, los que mejor usaron el transporte de tropas por carretera, y los que más sufrieron bajas y ofensivas al defender a su país.

400

Sin embargo, en 1939 el ejército galo había olvidado todas las genialidades que le llevaron a la victoria en 1918. Sus generales aún seguían escribiendo manuales con páginas y páginas dedicadas a tácticas de la Primera Guerra Mundial, los pioneros en el uso del tanque y los aviones y el transporte por carretera ahora volvían a confiar en el ferrocarril y el caballo –éste sobre todo en grandes cantidades para transportar la artillería ligera- y usaban los tanques y aviones exclusivamente para apoyo de la infantería.

Además, habían apostado por la estrategia defensiva encarnada por la construcción de la Línea Maginot, que tomó el nombre del ministro de la guerra Andrè Maginot, que decidió construir en los años treinta. La línea de fortines defensivos era una maravilla de la técnica, con cines, salones de rayos ultravioleta y todo tipo de necesidades para una tremenda fuerza de soldados perfectamente coordinados y que se transportaban entre túneles con trenes eléctricos hacia sus blocaos y piezas artilleras. Era un inmenso mundo digno de Julio Verne a cien metros bajo tierra.

Pese a todo, la Línea Maginot tenía un gran defecto, sólo cubría la frontera entre Alemania y Francia, no la frontera Belga. ¿Los alemanes ya habían atacado por allí en la Primera Guerra Mundial a Francia y los franceses dejaban desprotegido ese flanco? Lo que parece un error de bulto se explica con la táctica defensiva de los franceses en caso de un ataque alemán.

La protección que ofrecía la Línea Maginot permitiría a ingleses y galos "ayudar"a los belgas a defenderse de un virtual ataque alemán. Es más, los franceses creían que si extendían la Maginot frente a la frontera del país vecino, los belgas estimarían que los abandonaban a su suerte ante los alemanes y, en el peor caso, se podían aliar con ellos en caso de otra supuesta guerra -que debían creer inminente, si no, para qué gastar dinero en construir esa línea defensiva-, con lo cual perderían ventaja.

Pero en 1936 Leopoldo de Bélgica dejó perplejos a los franceses. Declaró la neutralidad de su país y expulsó a los asesores militares franceses e ingleses de su territorio, con lo cual no podían coordinar la defensa activa que tenían planeada. En caso de guerra con Alemania, los estados mayores ingleses y franceses creían que tenían el deber de invadir Bélgica para ‘proteger’ a sus ciudadanos de la ofensiva alemana, confiando en la inexpugnabilidad de la Línea Maginot. Es decir, que Francia pretendía a toda costa que la guerra no se librara en su territorio, importándole un pepino lo que ocurriera en Bélgica.

Los franceses, tras la decisión de Leopoldo, tuvieron claro que había que seguir construyendo la línea Maginot para cubrir los 375 kilómetros que separaba su extremo occidental de la costa, pero se dieron cuenta demasiado tarde y gastaron un dinero esencial para mejorar su ejército.

400

Lo irónico es que la estrategia principal francesa, la defensiva, chocaba directamente con las palabras de Napoleón: "Aquel que se escude tras sus fortalezas, se verá vencido" y, para colmo, la Línea Maginot, más que proteger a los franceses, se convirtió en el principal motivo por lo que los alemanes se debían sentir seguros. Al tener que invertir el Gobierno Francés mucho esfuerzo y dinero en su mantenimiento y el entrenamiento de las tropas allí instaladas, lo que ocurrió es que fue el mayor freno al ataque a los alemanes. ¿Quién dejaría sin soldados y suministros a la línea más inexpugnable del mundo o la desprotegería para atacar al enemigo que no te ataca?

Como los franceses rechazaron tomar la iniciativa, la línea Maginot protegió en realidad más a los alemanes que a los franceses.

La guerra ficticia

Al comenzar la guerra, nada más producirse el ataque alemán a Polonia en agosto de 1939, los franceses habían regresado de las vacaciones de verano. El grito del guerra del 14 fue "Hacia Berlín", esta vez era "Acabemos de una vez".

La movilización francesa inicial fue excelente en lo logístico, pero un error extraordinario en lo estratégico. Fue demasiada efectiva. El llamamiento a los técnicos especializados llevó a muchas industrias vitales para la guerra al paro casi total, sólo después de semanas de confusión volvieron a sus puestos de trabajo.

Ni la clase política ni la sociedad se creían que estaban en una guerra vital para la supervivencia de Francia. Estaban enfermos de orgullo y vanidad. Los ministros se preocupaban más de su propio futuro que de los asuntos de la guerra. Las gentes se dedicaban a pasárselo bien. La canción que triunfó fue ‘París siempre será París’, esto denota la psicología social de la época: una derrota era inimaginable.

La ofensiva del Sarre

Ingleses y franceses habían entrado en la guerra para defender a Polonia, pero no hicieron nada para impedir la aniquilación de aquel estado. El único movimiento reseñable es la ofensiva del Sarre, que se inició en septiembre de 1939.

En realidad fue la única ofensiva francesa de toda la guerra, ya que el avance combinado anglo-francés sobre Bélgica el 10 de mayo de 1940 era una disposición defensiva. Pero el problema es que llamarla ofensiva es algo ridículo.

Las tropas francesas avanzaron ocho kilómetros en el Sarre, pero el estado mayor francés no quiso avanzar más, ni atacar la línea Sigfrido que aún estaba en construcción. Mientras Polonia seguía luchando, no había ningún tanque alemán en el frente occidental, pero el estado mayor francés no quiso avanzar más porque su táctica era la defensiva.

Todo fue un paripé para mantener a la opinión pública francesa tensa y victoriosa. Las crónicas periodísticas hablaban de que no había prisa en el Sarre "únicamente una presión inexorable e inflexible sobre los emplazamientos nazis. Metro a metro los soldados franceses avanzan". En la última frase se puede ver que los franceses veían la guerra como la Primera Guerra Mundial, avanzando metro a metro sin víctimas entre las trincheras.

Mientras, los alemanes ya veían la guerra como el relámpago.

400

La ofensiva del Sarre fue el grandísimo error de Francia. No la línea Maginot ni la estrategia defensiva como dicen los libros de historia. Tanto la frontera artillada como la política de guerra francesa fueron las causantes de la derrota y de que la ofensiva del Sarre fuera un paripé. ¿Pero qué hubiera ocurrido si los franceses hubieran aprovechado esa ofensiva?

Según el general alemán Sigfried Westphal, oficial del estado mayor alemán en el frente occidental, "si el ejército francés hubiera atacado a primeros de septiembre con su inmensa superioridad en divisiones y blindados hubiera sido distinto. Nosotros no teníamos carros blindados, artillería y fuerza aérea en la zona para aguantar la ofensiva. Las fuerzas alemanas no habrían resistido más que una o dos semanas".

Jugando al juego de estrategia que simula la contienda mundial de los años cuarenta, el ‘World in Flames’ -usando las reglas del ‘Days of Decission’-, un decidido ataque francés al comienzo de la guerra desbarata al alemán lo suficiente como para hacerle perder casi un año de guerra. El alemán no consiguió desembarazarse de las tropas francesas en su país hasta 1941 y para ello tuvo que conquistar Suiza. Por supuesto la partida la tenía perdida en 1943.

Pero Hitler no era tonto. Sabía perfectamente lo que harían los franceses y apostó. Hitler era un gran apostador, al igual que lo fue Napoleón; pero la racha –o más bien, el sentido común- les abandonó a los dos cuando se creían que eran invencibles. En el caso de 1939 Hitler pensó, de forma acertada, que los franceses no tenían capacidad para mantener su línea Maginot y un ejército ofensivo. Así que cuando los franceses dieron órdenes de retirarse hacia su línea defensiva a las divisiones que habían avanzado, los alemanes no hicieron nada por impedirlo.

La línea Maginot se convirtió de repente en la verdadera protagonista de la guerra ficticia. Todos los días disparaba sus cañones unos minutos, para que algún personaje importante quedara impresionado por ella. En realidad los franceses hicieron muy poco por acosar al enemigo, ya que estaban hasta prohibidos los bombardeos de represalia contra el Ruhr en caso de que la Luftwaffe contestara por las incursiones francesas.

Algún francés definió todo esto como "la falsa ofensiva" y después dijo de ella que "con ella los franceses estabamos maduros para la falsa guerra" . En Francia se conoció este momento como "la guerra tonta"y en Alemania como la "Siktkrieg".

¿Pero de qué sirvió todo esto? Los franceses cometieron otro tremendo error y fue movilizar muy pronto a sus tropas. Esto provocó que la vida en el frente fuera monótona y triste. Con los soldados viviendo en trincheras enfangadas como hacía veintitantos años y sufriendo un invierno infernal. El de 1939-1940 fue uno de los más fríos de los últimos veinte años –Hitler también tuvo la ‘mala suerte’ de encontrarse con un cambio climático que le causó más de una derrota en Rusia-.

Los franceses estaban mal pagados y desmoralizados –no se puede tener a las tropas inactivas o atrincheradas mucho tiempo, cosa que sabían los alemanes y por ello alargaron hasta casi nueve meses el ataque a Francia-. A medida que pasaba el tiempo, los soldados franceses perdían moral y disciplina y lo único que buscaban con denuedo eran permisos que tampoco servían para mucho. La embriaguez era tan común que en las estaciones se habilitaron vagones especiales para que la tropa pasara la mona antes de volver a su destino.

Todo era desidia. Ni los generales revisaban las tropas o visitaban el frente. Además, se dejó de construir el resto de la Línea Maginot frente a Bélgica por las necesidades de la guerra. Los franceses dejaron de trabajar hasta por su emblema militar.

El general en jefe francés

La situación del estado mayor francés era un calco de la política estática de sus ejércitos. El general en jefe era Gamelín, de 80 años, que no se movía de su cuartel general. El historial militar de Gamelín era tan impecable que a nadie se le pasó por la cabeza que dejara su puesto por otra persona más joven. Era muy hábil, pero no tenía energía y gustaba a los políticos porque era una persona adecuadísima para el puesto de comandante en jefe.

El cuartel general de Gamelín muestra los verdaderos pies de barro del gigante francés. Era el Château de Deschamps, a las afueras de París –donde murió Enrique V y ajusticiaron a Mata Hari-, lo que demostraba que la mayor prevención de Gamelín era más el Gobierno francés que los propios alemanes.

Un observador inglés describió el lugar como "un submarino sin periscopio" . El estatismo ante el avance de los tiempos y el orgullo del ejército francés se demostraba en la forma de proceder de Gamelín y en la de comunicarse con sus subordinados en el frente. El general francés rara vez molestaba a su estado mayor con órdenes, éste sugería líneas maestras. Pero lo increíble y hasta surrealista era la forma de comunicarse. El château no tenía radio ni contacto con teletipo con otros puestos de mando. El general Gamelín creía firmemente en el sistema francés de enviar y recibir despachos cada hora mediante motocicletas.

La estrategia francesa e inglesa a largo plazo era esperar para que los aliados tuvieran igualdad de fuerzas y armamento antes de lanzar alguna ofensiva importante, aunque para ello fuera necesario esperar hasta 1941. Ante todo, había que alejar la guerra del territorio francés.

Lo más rocambolesco eran los planes definidos para distraer a los enemigos de Francia y así evitar un ataque alemán. Tres ejemplos lo definen perfectamente:

  • Invasión de Rusia por Noruega: hay que tener en cuenta que Rusia era aliada de Alemania en ese momento, con lo que ingleses y franceses pensaron que invadir Noruega sería un golpe de efecto perfecto al tomar la retaguardia alemana por el norte y poder atacar a Rusia por Narvik. Así los aliados bloquearían la salida del Mar del Norte y podrían ayudar a Finlandia ante el avance imperialista de la Unión Soviética. Este plan se llegó a llevar a cabo y fue un desastre –por ello será uno de los artículos de esta serie- de grandes proporciones tanto para ingleses, franceses como alemanes, pese a que estos últimos consiguieron el control del país.

  • Invasión de Rusia por Siria: los franceses querían controlar los pozos petrolíferos de Bakú para dejar a la Unión Soviética sin suministros. Para ello atacarían a los rusos desde Siria, Iraq e Irán, en aquellos momentos bajo control francés e inglés.

  • Conquista de los Balcanes: franceses e ingleses deseaban aliarse con Yugoslavia para impedir el avance de los aliados alemanes –Italia, Hungría, Bulgaria y Rumania- sobre los Balcanes; para ello querían desembarcar en Tesalónica.

Como se puede ver, todo esto eran tácticas imposibles que partían de la base de que la guerra no se ganaría en el frente principal, ya que su ruptura era imposible como ocurrió en la Gran Guerra.

Los preparativos franceses de 1940

Gamelín disponía de cien divisiones francesas y diez del cuerpo expedicionario inglés para defender Francia. Cuarenta se destinaron a la línea Maginot y cinco a la frontera suiza. Otras cuarenta, las mejores, se destinaron al avance sobre Bélgica una vez atacada ésta por Alemania, junto a las diez inglesas. Los alemanes tenían 137 divisiones en activo.

La zona sobre la que pivotarían las tropas anglo-francesas sería el bosque de las Ardenas. Pese a que el bando vencedor habla casi siempre de la batalla del Bulge (Las Ardenas) como una victoria aliada, en realidad hubo dos batallas de Las Ardenas. La primera fue en 1940 y no con victoria precisamente para franceses e ingleses.

Los franceses, ante el mapa, veían Las Ardenas como un bosque impenetrable con carreteras impracticables. El caso es que debido a esto Gamelin dispuso diez de sus peores y menos entrenadas divisiones para proteger los 150 kilómetros de frente.

Otro tremendo error que esta vez aprovecharon los alemanes.

La táctica alemana.

Justo el año en que se terminó la primera fase de la Línea Maginot, un comandante alemán, Heinz Guderian, escribió su libro ‘¡Achtung Panzers!’ (‘¡Alarma, tanques!’). En él exponía que la concentración de blindados e infantería y el aprovechamiento del movimiento de los primeros para que la infantería ocupara tras de sí el terreno eran los nuevos conceptos de la guerra.

119

Frente a ellos, los franceses creían que los tanques eran engorrosos e incómodos de utilizar. Los alemanes se lanzaron a desarrollar la táctica de esas nuevas armas como su fueran nuevos ricos con sus juguetes de alta precisión, mientras sus contrincantes se dedicaban a su línea Maginot..

El general Von Manteuffel, comandante de Panzers, explicó tras la guerra que los alemanes sabían que los franceses habían dispersado sus tanques como armas de apoyo a la infantería –sólo el general De Gaulle había conseguido con gran esfuerzo mantener dos brigadas de blindados al estilo Guderian en todo el enorme ejército francés- y que los blindados galos "eran más, mejores y más pesados" que los alemanes. "Pero nosotros hicimos con nuestros blindados lo que Guderian dijo en su libro, golpeando rápido sin dispersar las fuerzas".

La ofensiva alemana de 1940

Por increíble que parezca, los franceses sabían que había cincuenta divisiones alemanas tras Las Ardenas, e incluso sabían la fecha del ataque. Pero no hicieron nada en los dos casos, salvo esperar.

El general Gamelin esperaba con acierto que los alemanes atacaran Bélgica, fuera o no neutral ese país; esperaba que el ataque principal no sería Alsacia ni Lorena, puesto que éstas estaban protegidas por la inexpugnable Línea Maginot –aunque nadie la había puesto a prueba- y en cierta medida acertó en lo estratégico, pero no en lo táctico –los alemanes consiguieron sobrepasarla al fin y al cabo-.

400

La táctica francesa era penetrar en Bélgica tan pronto como los alemanes atacaran, para evitar que repitieran el Plan Schlieffen de 1914, que requería un ataque principal sobre el norte de Lieja. Avanzaría allí con sus tropas y las inglesas y resistiría, para evitar la lucha en suelo francés. También esperaba que los belgas resistieran en el fuerte Ebem Emael, considerada como la fortaleza más fuerte del mundo.

Pero las cosas se le torcieron a Gamelin, porque los alemanes cambiaron el plan. En verdad la primera intención era repetir el Plan Schlieffen. Un avión de reconocimiento alemán se estrelló en Bélgica y se capturó el plan alemán de ataque. Era el Schlieffen punto por punto, con la fecha de inicio del ataque el 17 de enero de 1940. Pero al enterarse de esto, los jóvenes generales alemanes Guderian y Manstein, que ya formulaban objecciones serias al primer plan, consiguieron que se cambiara. Ellos supusieron que los franceses pensarían que iban a cambiar la táctica defensiva y actuaron en consecuencia ideando un plan más brillante aún que el inicial.

Los alemanes estuvieron discutiendo hasta la primavera qué es lo que debían hacer. Guderian aseguró que sus tanques podían atravesar Las Ardenas y que "los franceses no sabrían qué hacer para contener un ataque concentrado de carros blindados" . Estaba en lo cierto, pero no era el único. El general francés Charles de Gaulle había escrito el libro ‘Vers l’Armée de Metier’ (‘Sobre el ejército motorizado’) en el que hablaba de la nueva forma de guerra. Los dos, muchos años antes habían pronosticado lo que sucedería y la debilidad de Francia.

A la opinión pública –Escribió De Gaulle- no le gustan las ofensivas. La tarea del ejército mecanizado sería irrumpir a través de las defensas del enemigo, y, luego, desplegarse en abanico para explotar sus conquistas". Entonces se abrirá el camino hacia las grandes victorias, a esas victorias que, por sus efectos profundos y rápidamente extendidos, conducen a un desmoronamiento general del enemigo, como la destrucción de una columna hace derrumbarse a veces una catedral. […] Veremos rápidas tropas extenderse en anchura y profundidad en la retaguardia del enemigo, golpear en sus puntos vitales, sembrar la confusión en sus dispositivos. Se restaurará así aquella extensión estratégica de los resultados tácticos que antes constituía el fin supremo, como si dijéramos, la nobleza del arte".

"Es decir, que los dos tenían razón, pero mientras Guderian predicaba en un campo de semiconversos, en Francia De Gaulle predicaba a los sordos" , según escribió Mark Arnold-Foster en ‘El Mundo en Guerra’.

El ministro de Guerra francés, general Maurin, contestó a De Gaulle: "¿Cuando hemos consagrado tantos esfuerzos a la construcción de una barrera fortificada, es concebible que seamos lo bastante insensatos como para rebasar esa barrera para lanzarnos a no se qué aventura?. Estas palabras indican la aversión endémica del ejército francés a las "aventuras"y el por qué no hizo nada cuando Hitler ocupó la Renania en 1936 sin disparar un solo tiro.

Cuatro años después, a las 5:30 horas del 10 de mayo de 1940, con las tropas francesas prevenidas, Alemania atacó en el frente occidental. La ofensiva alemana comenzó de forma espectacular, con la invasión aérea de Holanda y la toma de la fortaleza de Ebem Emael por sus paracaidistas. El objetivo, controlar el paso del Mosa.

Gamelin mandó sus cincuenta divisiones a la trampa que Hitler y sus generales les habían preparado. El avance aliado fue penoso, puesto que se encontraron de frente con los refugiados que los alemanes habían lanzado contra ellos. La idea alemana era la rapidez para ellos y el retraso para sus enemigos. Los alemanes avanzaban gracias a las guías Michelín. Mandaban primero a sus policías de campaña cada uno con una de ellas para organizar el movimiento de las tropas. Eran como policías de tráfico ofensivos. Los alemanes sabían así a la perfección dónde se encontraban.

Mientras los franceses creían que Las Ardenas eran impenetrables, los blindados alemanes las traspasaron y llegaron a Sedán en el tercer día de la ofensiva.

Presa del pánico, los franceses habían volado todos los puentes, pero se olvidaron de una pequeña presa que sí descubrió un joven comandante llamado Erwinn Rommel, que se aprovechó de ella para establecer una cabeza de puente con la que facilitar la construcción de puentes de pontones para que pasaran los carros de combate. Los franceses no destruyeron la presa creyendo que con ello dejarían vados para los tanques alemanes al bajar el caudal del río.

La artillería francesa al otro lado del río no quiso desperdiciar toda su munición en los primeros compases de la batalla y se encontró que cuando los alemanes sobrepasaron el Mosa, sus tanques fueron destruyendo uno a uno los nidos de ametralladoras y dejaron atrás la artillería. Miles de artilleros franceses huyeron despavoridos sin casi haber efectuado el diez por ciento de los disparos que hubieran podido hacer.

La situación era tal que los alemanes parecía que seguían haciendo maniobras cuando cruzaron el Mosa. El mismo 12 de mayo los alemanes ya tenían construidos puentes sobre el Mosa y al día siguiente el alto mando aliado ya sabía que las cosas iban a ir muy mal. Los aliados tenían problemas serios y la batalla perdida sin que sus tropas hubieran podido pegar casi un solo tiro en el escenario principal de combate.

El general Georges, que mandaba el frente nordeste, se desplomó en su silla mientras sollozaba "ha habido algunas deficiencias" , los generales sabían que con la ruptura del frente en el Mosa sus tropas más valiosas podían quedar copadas, pero el impacto de la derrota era tal y como había descrito años antes De Gaulle.

Los contraataques franceses, cuando se producían, estaban poco organizados y era muy raro que se produjeran con insistencia. Tanque por tanque las tropas francesas eran muy superiores a las alemanas, pero atacaban en menor número y, lo que era peor, los blindados Renault tenían propensión a estropearse, con lo que se muchos quedaron abandonados en el campo de batalla.

Para colmo, los aliados intentaron atacar con toda su fuerza aérea los pontones alemanes del Mosa, conscientes de que si dejaban que continuara la irrupción alemana por ese frente la guerra estaba perdida. Si la aviación aliada ya había recibido un impresionante castigo en tierra al comienzo del ataque alemán por causa de la Luftwaffe, el bombardeo a los pontones del Mosa se saldó con más de la mitad de los aviones derribados. Ahí se acabó el poder aéreo aliado.

Los alemanes consiguieron, gracias a los Stukas que eran usados como artillería de campo contra los obstáculos que disponían los franceses, avanzar a una velocidad de más de sesenta kilómetros al día, cosa que sorprendió a los franceses. El 20 de mayo los blindados alemanes habían llegado al mar en Abbeville, copando a la fuerza expedicionaria anglo-francesa en Flandes.

Gamelin ordenó el 19 de mayo un ataque coordinado Norte-Sur para intentar impedir el avance alemán, pero no llegó realizarse. El mismo día por la tarde el primer ministro francés, Reynaud, lo destituyó y lo sustituyó por el general Weygand, sólo seis años más joven que Gamelin.

Fue el general Georges el que, mientras Guderian s paseaba hacia el oeste a través del nordeste de Francia, llamó a De Gaulle y prometió suministrarle los dispersos elementos de una división blindada y le pidió que detuviera a los alemanes en las proximidades de Laon, cerca de Reims. Era la oportunidad de De Gaulle de demostrar sus teorías, ahora que los alemanes se las habían demostrado a su estado mayor.

Una oportunidad mínima. De Gaulle tenía mejores tanques, sí; pero menos que los alemanes. Además, no contaba con bombarderos en picado y sus unidades no tenían radio. Los alemanes usaron la radio a la perfección, se sumaron a los tiempos modernos y consiguieron una coordinación imposible sin ellas. De Gaulle no tenía casi infantería, y aunque él y sus hombres se esforzaron al máximo, no fueron más que una incomodidad para Guderian; el único obstáculo para su avance, sí, pero nada más que una incomodidad.

El plan de atacar desde Flandes a Norte y Francia al Sur para cortar el avance alemán era lógico en teoría, pero hasta el propio De Gaulle sabía que no podría hacerse efectivo. La derrota impuesta por el aprovechamiento de los blindados había dejado sin esperanzas y voluntad de vencer a los franceses. "El desmoronamiento de todo el sistema de doctrinas y organización al que nuestros dirigentes les habían ligado les privó de su fuerza motivadora. Una especie de inhibición moral les hizo dudar súbitamente de todo y especialmente de ellos mismos. A partir de entonces, las fuerzas centrífugas se harían patentes rápidamente. El rey de los belgas no tardó en considerar la rendición; Lor Gort –el general en jefe de las fuerzas expedicionarias británicas-, el reembarque, y el general Weygand, el armisticio" , explicó.

La derrota francesa

En conclusión, la derrota francesa fue un mazazo de incomparables dimensiones en la época. En unos diez días el ejército alemán no sólo había copado –y derrotado virtualmente- a los dos mejores ejércitos del mundo, sino que había revolucionado la teoría de la guerra.

400

Los errores franceses son tan surrealistas como el movimiento de pintura y literatura que surgió en la capital de su país en los años veinte. El orgullo de la victoria del 18 les llevó a cometer pifias de tal calibre como la de atacar Alemania y detenerse a los ocho kilómetros cuando tenían las puertas abiertas. La falta de comprensión de las nuevas tecnologías de entonces les llevó a tener estados mayores que no controlaban la situación y a desoír a los jóvenes generales que sí estaban de acuerdo con la táctica a seguir y que aprovecharon los alemanes.

Las pérdidas de la campaña de Francia fueron las siguientes:

Francia: 120.000 muertos.
Inglaterra: 3.500 muertos.
Bélgica: 7.000 muertos.
Holanda: 2.890 muertos.
Alemania: 27.074 muertos y 18.384 desaparecidos.

En resumen, sólo los ingleses lograron sacar algo de la situación al conseguir reembarcar a sus fuerzas expedicionarias el 4 de junio en Dunkerque, una controvertida batalla que no se sabe muy bien si es error alemán al no haber aniquilado a los ejércitos copados o la muestra de que las fuerzas germanas no eran capaces de hacerlo todo o que le exigía el Furher –otro asunto que tratará esta serie de artículos-. Pero el golpe fue brutal incluso para los anglosajones y más para Winston Churchill, que había sido nombrado primer ministro el día antes de que comenzaran las hostilidades en Francia, justo durante el desastre de la invasión anglo-francesa de Noruega, que terminó en derrota total el 8 de junio con la retirada inglesa de Narvik.

El mejor ejército del mundo se vio derrotado en diez días. Ni más ni menos. El resto de la guerra en Francia hasta el 22 de junio, en el que los franceses se rindieron en Compiègne en el mismo vagón en que firmaron el armisticio los alemanes 22 años antes, fue una mera cuestión de inercia.

Pero lo más impactante de todo esto es que los alemanes no fueron capaces de discernir el error de los franceses y comenzaron a actuar como éstos, presa de la "enfermedad de la victoria". Los primeros años la guerra les fue bien, pero luego la metástasis del orgullo también les hizo perder el conflicto pese a que habían conseguido justo al comienzo, y de qué forma, convertir a su ejército en el mejor del mundo: de manera indiscutible ante los dos más fuertes antes que él.

 

 

Diario Sombra:

Subscríbete en Feedly

Redes Sociales:



Grupos de jugadores:




Cita

«A ese Pío XII hay que empaquetarlo enseguida.»

Hitler