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EL TRISTE DESTINO DE LA FUERZA Z EN MALASIA
Grandes errores de la 2ª Guerra Mundial
Por: Jesús Mª López de Uribe
En esta segunda entrega de la serie sobre los grandes errores de la Segunda Guerra Mundial vamos a entrar en el desarrollo de una situación inevitable pero también inexplicable. Es el hundimiento del acorazado Price of Wales y el crucero de batalla Repulse entre dos y tres días después del ataque japonés a Pearl Harbour. En esta batalla aeronaval, en la que los japoneses no usaron un solo barco de combate, se pusieron de manifiesto varias cuestiones, pero ante todo demostraba de forma definitiva que el acorazado dejaba de ser el buque más importante de las armadas y el arma definitiva de la Primera Guerra Mundial.
Japón entró en guerra con los Estados Unidos de América el 7 de diciembre de 1941 con el bombardeo del puerto de la Perla de Hawai (cedido por los españoles en 1899 a los estadounidenses tras la guerra de Cuba). El famosísimo ataque de Pearl Harbour, el verdadero Día de la Infamia de Roosevelt, puso en guardia a los ingleses, que se temían lo peor desde hacía una temporada.
El primer ministro británico, Winston Churchill, el lord del Almirantazgo inglés, ministro de la marina de la primera guerra mundial y el garante de la resistencia europea frente a las tropas nazis, había enviado a las indias orientales una flota de buques que protegiera los intereses británicos de la zona. La flota, denominada Fuerza G antes de pasar el cabo de Buena Esperanza y redenominada Fuerza Z, se dirigió a Singapur para enfrentarse a una posible invasión.
La Fuerza Z estaba comandada por el Prince of Wales y el Repulse, acompañados por los destructores ingleses Tenedos, Express y Electra y el australiano Vampiro. Estos buques deberían haber escoltado al portaaviones Indomitable, pero éste quedó varado en los Estados Unidos tras un accidente. Su labor era proteger la península malaya de cualquier invasión japonesa.
Tras las terribles noticias de Pearl Harbour, el servicio de inteligencia británico detectó la llegada de una flota de invasión japonesa a Malasia tras sufrir un ataque por tierra e invasiones en todos los puntos de su imperio oriental. El primer ministro Churchill ordenó la salida de la fuerza Z para interceptarla, sellando su destino de la forma más inevitable e inesperada.
El hundimiento
En la página http://usuarios.lycos.es/juanluis123/ de Juan Luis Gimeno, se puede leer el estremecedor relato del desastre que provocó la interceptación. Reproduzco el texto casi completo, pero está bien visitarla. También recomiendo visitar la página de los supervivientes de la Fuerza Z (http://www.forcez-survivors.org.uk/) que da mucha información.
La Fuerza Z zarpaba el día 8 de diciembre de 1941, a las cinco y media de la tarde, con intención de interceptar a la fuerza japonesa que protege el desembarco al norte de la península. Se encuentran en la zona el Kongo y el Haruma, con una escolta de submarinos, al mando del almirante Kondo.
Mientras maniobraba con los acorazados Prince of Wales y Repulse para salir del puerto, Phillips solicitó al vicemariscal del Aire Pulford, reconocimientos aéreos de la costa este de la península de Malasia y cobertura aérea para sus buques. Se le contestó que la RAF trataría de efectuar los reconocimientos, pero que no se le podría dar cobertura.
Al poco de salir de Singapur, la Fuerza Z fue avistada por un submarino japonés que vigilaba los accesos al puerto. El capitán de fragata Shokawa, jefe de la XXII Flotilla, avisado de los movimientos de buques britanicos, realizo una exploracion aerea desde Saigón.
Durante la manana del día 9 el cielo se mantuvo cubierto, limitando el ancho de barrido de los aviones nipones.
Por la tarde mejoro el tiempo sobre el golfo de Siam y desde los buques británicos se avistaron tres aviones de reconocimiento japoneses.
Shokawa intentó inmediatamente un ataque nocturno que fracasó al no encontrar los aviones, carentes de radar, a la fuerza británica. Phillips supuso las intenciones japonesas y, tan pronto se hizo la noche, cambio de rumbo y puso proa hacia Singapur. De madrugada recibió noticias de un desembarco nipon en Kuantan, por lo que destacó un destructor hacia ese punto para reconocer la costa.
Al amanecer, la Fuerza Z fue señalada por un submarino y posteriormente por los aviones de Shokawa. Despegaron de Saigón 18 bombarderos y 61 torpederos sin escolta, pues carecian de la protección aérea de los britanicos.
A las once comienza el ataque. Inmediatamente el Repulse encaja una bomba que le produce escasos daños. Poco después, nueve aviones torpederos atacan al Prince of Wales, que es alcanzado dos veces, una en la popa y otra en el costado de babor. El primer torpedo avería las hélices y el timón, deteniendo al acorazado y convirtiéndolo en un blanco fácil.
El segundo le produce una escora de veinte grados. Tras una pausa se produce un nuevo ataque de torpederos que logra un impacto en el Repulse y tres más en el Prince of Wales. En una tercera oleada, el Repulse vuelve a ser alcanzado por tres torpedos y se hunde en seis minutos, arrastrando consigo a 513 hombres.
Un ultimo ataque, a la una menos cuarto de la tarde, remata al Prince of Wales causando la muerte de 327 hombres, incluyendo al propio almirante Phillips.
Esta importante victoria japonesa se había logrado al precio de sólo cuatro aviones. Después de eliminar a la Flota norteamericana en Pearl Harbour, la destrucción de los dos mayores buques británicos, dejaba en manos del Japón el dominio absoluto de los mares en el Lejano Oriente, a sólo tres días de entrar en guerra.
Los japoneses entraron en Malasia internándose en las junglas y conquistaron Hon-Kong en Navidades. En la web de Arte Historia lo cuentan así:
Casi simultáneamente al ataque de Pearl Harbour, otras escuadrillas japonesas bombardearon Singapur, Filipinas, Guam y Wake. El 8, Japón, el Ejército japonés ocupó Shangai, lanzó paracaidistas sobre Luzón, desembarcó en Tailandia y la aviación destruyó en tierra gran parte de los aviones americanos en Filipinas y comenzó entonces a buscar a la escuadra británica.
Los 12.000 soldados británicos de Hong Kong fueron atacados por sorpresa y cayeron prisioneros el día de Navidad de 1941 y los japoneses se lanzaron sobre Guam, Luzón, Borneo y Wake. Quedaba Singapur, perfectamente artillada y equipada, aunque, como base naval, sus defensas sólo se orientaban al mar, despreciando el estrecho canal que la separaba de tierra firme, por donde jamás se pensó que pudiera llegar el enemigo. Sin embargo, desde sus bases de Indochina, una fuerza de 110.000 soldados japoneses (Yamashita) inició un avance a lo largo de la península de Malaca guarnecida por 90.000 ingleses, indios, australianos y malayos, carentes de tanques y dispersos en guarniciones. Los japoneses, con cuatro veces más aviones, iniciaron múltiples ataques aéreos y desembarcos, con los mismos efectos psicológicos que había logrado la blitzkrieg de Hitler.
Sus columnas, protegidas por aviones y tanques, avanzaron por la carreteras mientras su transportes navales navegaban a lo largo de la costa, en aguas abandonadas por los ingleses tras el hundimiento del Prince of Wales y el Repulse. En cincuenta y cuatro días y con menos de 5.000 bajas, conquistaron toda la península y capturaron 25.000 prisioneros. Recorrieron 700 kilómetros a pie o en automóviles y bicicletas requisadas sobre el terreno, hasta que su vanguardia de 30.000 hombres llegó al canal de Singapur y el general Yamashita decidió atacar sin esperar a que llegara el resto de sus tropas. La guarnición (Percival) era una heterogénea fuerza de 85.000 ingleses, australianos, indios, chinos y malayos, más propios de una campaña colonial que de una guerra moderna, hasta el extremo de no disponer de una sola escuadrilla de Hurricanes, y con la moral carcomida por la retirada de Malaca, la pérdida de los buques y los incesantes ataques aéreos.
En plena noche, la primera oleada japonesa cruzó el canal en embarcaciones de fondo plano. Con ellos navegó toda clase de esquifes requisados. A los defensores les fallaron los reflectores, muchas transmisiones y hasta la barrera de artillería y los japoneses se extendieron por la isla de Singapur, de 581 kilómetros cuadrados, cortando los suministros y el agua de la guarnición. El general Percival capituló al cabo de una semana. De conquistar Filipinas se encargó una fuerza japonesa de 60.000 soldados (Homma) que zarpó de Formosa y cuya vanguardia llegó a Luzón el 10 de diciembre de 1941.
Y lo mismo ocurrió con los americanos y los holandeses:
El general Mac Arthur decidió mantenerse en defensiva en la península de Batán y la isla de Corregidor, que cierran la bahía de Manila. Entre tanto, unos 100.000 civiles se refugiaron en Batán, donde el mando norteamericano calculaba poder alimentar hasta 40.000 personas. Manila fue declarada ciudad abierta y los japoneses la ocuparon el 30 de diciembre, comenzando muy pronto sus ataques contra Batán y Corregidor, mientras las enfermedades tropicales diezmaban ambos bandos.
El 11 de marzo Mac Arthur abandonó Corregidor hacia Australia y el 26 partió también el presidente Quezón. El 3 de abril de 1942, tuvo éxito un ataque japonés contra Batán, cuyo mando (King) se rindió seis días más tarde. La artillería japonesa se instaló en la península para disparar cómodamente contra Corregidor, a sólo dos millas de distancia. El castigo acabó con la capacidad defensiva de la guarnición, ya muy dañada por las enfermedades, hasta que, en la noche del 5 de mayo de 1942, los japoneses desembarcaron en la isla, cuyo comandante (Wainwright) rindió todas las fuerzas americanas de las islas. No obstante, algunos pequeños grupos desobedecieron la orden de rendirse e iniciaron una guerra de guerrillas en la jungla.
Los japoneses quedaron con las manos libres y uno de sus destacamentos ocupó, en diciembre, el aeródromo británico de Tenasserin (Birmania); su aviación bombardeó Rangún y, a mediados de enero, partió de Tailandia una fuerza de 15.000 hombres (Iida) en dirección a Birmania. Allí se enfrentaron a dos batallones ingleses, una brigada india y una fuerza birmana recién reclutada; apoyados por una fuerza aérea tres veces inferior a la japonesa, los británicos perdieron la iniciativa ante la movilidad y audacia enemigas. El 6 de marzo de 1942 los ingleses abandonaron Rangún, retirándose hacia la India, a unos 300 kilómetros, y abandonando en el camino los carros de combate y gran parte del equipo.
El 27 de febrero fue destruida la escuadra holandesa (Doorman) y la marea japonesa se extendió a Timor, Java, parte de Nueva Guinea y las islas Salomón.
Es decir, que en tan sólo cuatro meses, las fuerzas japonesas barrieron del mapa a las armadas británica, australiana, estadounidense y holandesa. No pudieron hacer nada.
El fallo de Churchill
Churchill, como lord del Almirantazgo desde 1915 aunque de forma intermitente- fue un excelente estratega durante la Primera Guerra Mundial, pero no supo ver los tremendos cambios en el combate naval que los propios ingleses habían demostrado a los japoneses. Churchill no contó con la aviación como el arma más poderosa y envió a los barcos de la Fuerza Z sin un portaaviones de protección a luchar contra lo imposible.
Fueron los británicos los que demostraron que un avión, por pequeño y obsoleto que fuera, podía decidir en el mar. Los frágiles Fairey Swordfish consiguieron inutilizar el timón del Bismarck y permitir que el propio Prince of Wales y la Royal Navy se vengara de la destrucción del Hood por parte del acorazado nazi el 27 de mayo de 1941. Más tarde, el 11 de noviembre de 1941 atacaron el puerto italiano de Tarento. La primera oleada compuesta por 12 aviones y la segunda mandada por el capitan de corbeta John Hale con 11 aviones, atacaron a baja cota, hundiendo el acorazado Littorio, inutilizando al Conte di Cavour y al Caio Duilio, ademas de un crucero pesado y un destructor. Esto dejó fuera de combate a la mitad de la flota italiana en el Mediterraneo, cambiando el equilibrio del poder naval en este escenario a favor de los britanicos.
Este ataque fue el que impresionó al vicealmirante Chiuchi Nagumo, que dirigió el ataque a Pearl Harbour y que confirmó que era la aviación naval el arma más poderosa. El error de Churchill fue increíble, dejando ir sin la escolta aeronaval al Prince of Wales, el único barco que había luchado con el temido Bismarck de tú a tú y había sobrevivido.
Churchill no supo ver, entre las nieblas de la guerra y su superioridad a la hora de tratar con los almirantes que las normas de la guerra en el mar habían cambiado, y eso que fueron los marinos británicos los que demostraron al mundo que el combate marino había cambiado hacia el aeronaval. A partir del hundimiento del Hood casi no se volvieron a ver combates a cañón entre dos buques en la Segunda Guerra Mundial, fue la aviación quien provocó el final del acorazado.
Al respecto del Prince of Wales y el Repulse, lo único que libra a Churchill de haber cometido un tremendísimo error fue la necesidad imperiosa de enviar una flota a la zona. Sin embargo, el primer ministro inglés se estuvo lamentando de haber perdido dos buques fundamentales ya que tuvo la oportunidad de enviar otro portaaviones a Malasia en vez del Indomitable, pero no lo hizo por proteger las costas inglesas.
En su descarga, hay que reconocer que poco podría haber hecho un portaaviones británico con cuarenta aviones bastante inferiores a los de la aviación naval japonesa. El destino de la Fuerza Z era triste desde el principio hasta el final.