Los profesionales no consideran a este síndrome como tal sino un síntoma o consecuencia de otra enfermedad latente o no diagnosticada y, como es evidente, tampoco hace referencia al movimiento pictórico postvanguardista italiano de los años 80.
Un personaje que sufre este síndrome creerá vivir en una época diferente a la actual y, por los casos conocidos, siempre haciendo a una época del pasado no especialmente lejana (entre el siglo XIX y XX). Su cerebro reinterpreta la realidad como si de esa época se tratara y se comportará con las expectativas de esa época. No tiene que afectarle en todas las facetas de la vida, pero sí en algunas (que se decidirán a la hora de crear el personaje).
Podría revelarse llamando con nombre arcaicos a las cosas. Por ejemplo, no dirá auto, sino coche y no dirá coche, sino carruaje. No hablará de la parada de autobús, sino de la diligencia o de las postas. O no utilizará los nombres actuales de las calles sino los antiguos (llamar plaza del Caudillo a la plaza de España puede dejar una mala impresión en según qué oyentes).
También puede revelarse como unas actitudes sociales completamente anacrónicas con la época actual. Desde unos modales exagerados a molestarse si ve mujeres casadas trabajando de cara al público. También podría molestarle que se comiera carne en viernes o trabajar un domingo.
Y finalmente, este defecto le pasará factura con la tecnología. Pensará que un texto impreso está mecanografiado (por una secretaría además); un ordenador será una computadora y eso que llevas en la mano (el móvil) es solo una conexión inalámbrica al computador que tienes en casa o en la oficina; y sí, Google es una enciclopedia, nada más (de hecho, dirá mirémoslo en la enciclopedia).
No se trata de hacer incapaz de vivir al personaje en la época actual. Puede vivir en ella y la ha racionalizado para ello, pero sus expresiones y su forma de pensar y comportamientos hace que parezca recién traído en una nave espacial. Tendrá un GD de penalización en las TA de habilidades sociales donde su síndrome pueda ser relevante y, además, cada vez que «su mundo» choque con el real perderá un punto de mente. Este choque puede ser algo tan trivial como que sus compañeros de grupo bienintencionados se empeñen en que diga parking en vez de aparcamiento.