El grupo del lobo se encamina hacia el noreste. Su decisión de ir hacia Narava les lleva por caminos pocos transitados en las primeras jornadas. Están dirigiéndose a Aguaclara, un lugar que merece el pequeño desvío que están haciendo, pero desde luego podrán seguir el Río rápido hacia el norte hasta llegar a su destino, una ruta más segura y más provechosa. Sin embargo, hasta alcanzar las rutas transitadas, la caravana transita por un páramo casi helado. Las patas de los animales sufren por la temperatura y han tenido que envolverlas en cuero y paja seca para que dejen de quejarse. Ellos mismos notan el frío que se cuela entre las ataduras de sus ropas, entre el cuero vuelto de sus pantorrillas.
La segunda noche de travesía, en medio de una noche sin descanso, escuchan por primera vez el aullido del depredador. Están todos agrupados junto a Patas, Bigotazos y Perezoso para que el tamaño y el calor de sus cuerpos les proteja, pero Lobo se levanta un instante, cara al viento, intentando percibir la amenaza entre los copos de nieve. Un segundo aullido llega hasta el campamento.
—¡Brakos! —murmura entre dientes y vuelve a refugiar su cabeza.
Al día siguiente caminan hasta la extenuación, agotando las pocas reservas de energía que les quedan y pidiendo al grupo más de lo que se pueden entregar. Hasta la siempre resuelta Aarthalas muestra signos de agotamiento sujetando su arco más por inercia que por un pensamiento consciente. Se saben perseguidos por una manada que sólo esperan que estén lo suficientemente agotados y helados de frío para no poder defenderse.
El cuarto día transcurre igual y el quinto, sin que el sol asome entre las nubes y sin que el calor de su presencia desentumezca sus cuerpos. La leña está húmeda y encender los fuegos es complicado. Al final, no son más que meras lumbres que ni calentar agua pueden. No podrán aguantar mucho.
Al amanecer del sexto día, Lobo ha desaparecido. No hay signos de su partida, ni huellas en la nieve recién caída. ¿Se lo habrán llevado los brakos? ¿Se habrá extraviado en la noche? Adebbi da la orden de partir con un gesto, pero el resto del grupo no parece estar conforme. ¿Dónde está Lobo? ¿No sería mejor quedarse un día allí y preparar una buena defensa? ¿Qué pasa con los brakos? El hombre de ébano es parco en palabras, pero sí responde a esta pregunta:
—Ahora son presas de la bestia.