Las artes marciales sheller son tanto una forma de danza de cortejo como un refinado estilo de combate. Su práctica es tan antigua que se pierde en las nieblas de la prehistoria de esta especie. De hecho, lo más probable es que existan desde que existen los propios sheller, puesto que la lucha cuerpo a cuerpo ha sido, desde siempre, el método empleado como forma de cortejo y emparejamiento entre los machos y las escasas y disputadas hembras de la especie.
Con una proporción aproximada de diez varones por cada hembra, no es de extrañar que los sheller hayan adoptado la poliandria como fundamento de su sociedad: la familia tradicional está formada por una única hembra, sus vástagos menores de edad y su harén de esposos. En la estratificada sociedad sheller, un varón que aspire a formar parte de una familia debe primero enfrentarse a los demás maridos de la mujer y, aunque la mayoría de estos combates son puramente ritualistas, en las ocasiones en que alguno de los maridos se opone al enlace, es posible que el combate se torne muy real. En estos casos es probable que los contendientes lleguen a causarse heridas graves, o incluso la muerte.
En su vertiente más social, que es el que hoy nos ocupa, las artes marciales sheller se practican en el entorno familiar y vecinal, como forma de relacionarse entre las diversas familias que conviven en una determinada población. Los participantes se disponen sentados o de rodillas formando una henna, un «anillo», en lo que suelen ser luchas amistosas sin contacto (aunque no siempre son así).
Con variantes y peculiaridades locales, las hennas discurren de forma muy similar en todo el territorio sheller: primero los miembros de las familias participantes forman la henna: un círculo en torno a los luchadores. Entonces comienzan a cantar y dar palmas, marcando de este modo el ritmo y la intensidad del combate.
Dentro de la henna solo puede haber dos personas simultáneamente. Mientras, los demás participantes esperan cantando y dando palmas a que uno de los luchadores se fatigue y le toque la frente con la mano para entrar al círculo y sustituirle, sentándose aquél en su lugar. El tamaño mínimo para formar unahenna es un círculo de unos tres metros de diámetro, aunque pueden ser mucho mayores cuando son varias las familias que se reúnen.
Para un sheller, ser invitado a formar parte de una henna es un gesto de amistad, confianza y buena voluntad por parte de la familia anfitriona. Invitar a un no-sheller a tomar parte en una henna, aunque solo sea para cantar y dar palmas, es considerado un grandísimo honor y una muestra de la más alta estima hacia el invitado.
El ritmo marcado por las canciones señala la velocidad de la danza en la henna. Así pues, distintas canciones tradicionales determinan el tipo de combate que se va a ejecutar. Lo normal es que en uno de estos encuentros no se asesten golpes reales sino que solamente se amaguen, aunque esto es algo que depende directamente de las canciones y ritmo de las palmadas. Con algunas canciones los golpes se amagan o marcan, mientras que con otras está permitido el contacto y los jugadores pueden tocarse o golpearse, llegando a protagonizar danzas bastante más violentas. Las canciones lentas son más suaves, tal vez menos impresionantes para los espectadores más interesados en lo puramente marcial pero sin duda muy armoniosas y estéticas. Por el contrario, las más rápidas provocan que los luchadores se enardezcan con un frenesí luchador que incluso llega a hacerles entrar en una especie de trance. Resulta pues paradójico que los combates más letales sean los que se libran en completo silencio, ya que en estos se busca matar al oponente, y a los luchadores les está permitido emplear sus espolones óseos con la máxima contundencia.
La Caída de Sosana-Van, una saga épico-trágica considerada uno de los pilares de la literatura clásica sheller, está protagonizada por Sosana-Van, un joven sheller en busca de venganza contra los asesinos de su familia. La historia comienza cuando la familia del protagonista es invitada a una henna, supuestamente amistosa, para ser entonces traicionados cuando los anfitriones y sus aliados dejan repentinamente de cantar, lo que implica que el combate es a muerte. Todos los miembros de la familia, excepto el joven aspirante a músico Sosana-Van, mueren a manos de Rader, el campeón de la familia anfitriona.
Sosana-Van huye a las profundidades del desierto y consagra su vida a las artes marciales para regresar, muchos años después, convertido en un gran guerrero. Finalmente, tras derrotar a todos sus enemigos, Sosana-Van se enfrenta a Rader en duelo singular y lo derrota… Para descubrir, en el momento crucial antes de asestar el golpe mortal, que ha desperdiciado su vida en una venganza vacua de significado.