Ënoch y los Kalavaran
Y relatan los más sabios y ancianos chamanes que más allá de la Selva Blanca, cerca de las cordilleras y del mar, se sitúa el lago Ënoch. Hace mucho tiempo, donde hoy está el lago existía un primer Grakin precursor de Aguaclara, que contaba con su gobernante, sus consejeros y consejeras, y todo tipo de recursos tanto agrícolas como animales. Un río llamado Alakan pasaba cerca del Grakin y era el principal suministro de agua de toda la zona.
Allí vivían un hombre y una mujer mendwan con una niña de menos de un año a la que procuraban todo tipo de atenciones. La niña había sido señalada por nacer durante la vigilia conocida como morkana, negra como la boca de un lobo.
Se cuenta que una noche de morkana en la que apenas se distinguía un leve velo en el firmamento junto a las apagadas estrellas la niña empezó a llorar y por mucho que la madre y el padre trataban de calmarla no se detenía. A pesar de los esfuerzos de los padres la niña se iba poniendo cada vez más y más nerviosa. Gritaba y lloraba sin cesar amenazando con despertar y molestar a todos los habitantes del Grakin.
Los padres, viendo que no había modo de calmarla, la llevaron a pasear fuera del Grakin cogida en brazos. Siguieron el cauce del Alakan pero por mucho que andaban no conseguían que se calmase. Cansados decidieron descansar en una colina con un árbol negro al que los mendwan de la zona llamaban Negdilôna, el abrazo de la oscuridad. Para sorpresa de los padres la niña remitió en su llanto sintiéndose segura en aquel lugar. La brisa, el frescor de la noche y la luz de las estrellas le devolvieron la calma y se quedo dormida. Tras comprobar que no se despertaba los padres decidieron volver a su casa, pero en el momento en que abandonaron la sombra del árbol la niña se despertó y empezó a llorar de nuevo con desesperación.
Sin saber qué hacer los padres volvieron a sentarse debajo de las ramas de Negdilôna. La niña volvió a tranquilizarse y a dormirse. Molestos descubrieron que cada vez que se levantaban y se alejaban de aquella colina en el que estaba el árbol la niña se despertaba y comenzaba a llorar. Sin saber cómo solucionar el problema los padres pasaron la noche bajo aquel árbol.
Cuando llegó el amanecer de repente la tierra tembló y el cauce del río Alakan se vio modificando. Las aguas del caudaloso rio alcanzaron el Grakin y lo hicieron desaparecer junto con todos sus habitantes bajo el agua con un gran estruendo. Donde hasta entonces había estado el asentamiento no quedaba sino un enorme lago de aguas turbias. El agua llegaba justo hasta al pie de Negdilôna donde los padres aterrados sostenían a su hija que les miraba con una sonrisa pura. De esta manera se formó el lago Ënoch y sus aguas oscuras.
Los padres con la niña se quedaron a vivir a orillas de Ënoch y grabaron la historia en la corteza de aquel árbol negro para que todo aquel que pasará por allí la conociese. Con el tiempo formaron un asentamiento cerca de Negdilôna lindando con el lago Ënoch, que adquirió un carácter sagrado. Los descendientes de la niña, llamados Kalavarän, continúan viviendo en este lugar y creen que en los cocodrilos negros que infectan el lago se refugiaron las almas de los antiguos habitantes del Grakin desaparecida bajo las aguas. Lo Kalavarän rinden culto a sus antepasados mediante la veneración de los cocodrilos a los que se acude para pedir ayuda a cambio de proporcionarles alimentos. Por este motivo en su comunidad nadie puede tocar las aguas de Ënoch y mucho menos bañarse en ellas. Tampoco se puede beber su agua, a no ser que se utilice un Noc, o recipiente dispuesto al final de una vara larga hueca para extraerla, ya que de esta manera la vara filtra las almas contenidas en el lago y no entran en el cuerpo de aquellos que la beben.
Cualquier acto que suponga una falta de respeto hacia Ënoch como puede ser cometer asesinato cerca, hacer las necesidades en las aguas, bañarse en ellas… atrae una terrible maldición sobre la persona responsable que queda marcada para ser devorada tarde o temprana por los cocodrilos. Un destino que nadie ha sido capaz de evitar por el momento.
El rito más importante que realizan los Kalavarän son los sacrificios en las orillas del lago Ënoch. Para solicitar que se cumplan sus peticiones ofrecen a los cocodrilos animales para su alimento. Los animales así sacrificados se matan muy cerca del agua, la sangre se echa en el agua y los cuerpos se sitúan en la orilla lo más alejados del lagoposible. Se busca provocar que los reptiles se alejen la mayor distancia del agua ya que cuanta más largo sea el recorrido que realicen mayor será la posibilidad de que se cumpla la petición. Por el contrario si el cocodrilo no llega hasta la comida la petición se transforma en maldición y se cumplirá lo opuesto a lo solicitado.
Un poco más dramático es el rito de curación. Cuando un Kalavarän cae enfermo de gravedad, se le lleva muy cerca del lago, se le deja al menos un día en la orilla y si los cocodrilos no lo devoran se curará.
Kale´s, el asentamiento de los Kalavarän
El pueblo de Kale´s está distribuido siguiendo la costa más septentrional del lago Ënoch aunque en ningún caso las viviendas llegan a tocar el agua. Las casas en la parte más alejada del agua están construidas con piedra arenisca o volcánica; en la parte más próxima a las turbias aguas, la mayoría de los hogares son de madera. Las casas, en general, tienen varios pisos de alto, con escaleras móviles o peldaños en el exterior; el tejado de un piso forma una especie de barandilla para el piso superior teniendo las viviendas un aspecto piramidal. La planta inferior, por razones de seguridad, no tiene ni ventanas ni puertas y los accesos a la casa están en las plantas superiores a las que se accede por las escaleras móviles. De esta manera los cocodrilos pueden moverse libremente por los barrios más próximos al lago sin interferir en la vida doméstica de los Kalavarän. Las casas son el dominio de las mujeres y por este motivo son ellas las encargadas de organizar su construcción y distribución. Los hombres se encargan de proporcionar los materiales que las mujeres solicitan para construir las viviendas y de realizar todos los trabajos que las mujeres les soliciten. Una vez construida la vivienda y ocupada por la familia, el hombre continúa sometido a los dictados de su mujer dentro de ese espacio vital. Aunque en el exterior los roles se invierten y es el hombre el que organiza todas las actividades sin oposición femenina.
Los kalavarän presentan varios clanes familiares y a la cabeza de cada uno se sitúa una mujer sacerdote que siempre es la más anciana. Cada clan se corresponde con una suerte sociedad secreta que conocen los misterios de una profesión y se ocupan la agricultura, la magia, la irrigación, la religión, la defensa, etc. Aunque la pertenencia al clan es por descendencia familiar, el acceso a los conocimientos de las sociedades secretas, o los llamados misterios, se consigue mediante una ceremonia. Estas ceremonias son diferentes dependiendo del tipo de sociedad secreta a la que se quiera acceder aunque todos ellas tienen como centro los Zancaeas, unos bastones ceremoniales a los que se pegan plumas de pavo a modo de ofrecimientos suplicatorios a los espíritus del lago Ënoch y que deben depositarse en diferentes partes del lago Ënoch sin que pueda tocar el agua la persona que los lleve. Estos bastones suelen medir entre 1 y 4 metros, y varían en la forma, el color, y las plumas de pavo fijadas en uno de sus extremos, según la naturaleza del conocimiento al que se quiere tener acceso. El palo representa un conducto con el que tocar las almas de los antiguos habitantes del Grakin a quien las plumas trasmiten las oraciones, sopladas por los Kalavarän.
Los Kalavarän suelen vestir prendas de algodón, ya que es un cultivo habitual en la zona además del arroz. Las mujeres utilizan un extraña vestido llamado Varän que consiste en una tela de algodón que pasa por encima del hombro izquierdo y por debajo del derecho y se ciñe a la cintura con un colmillo de cocodrilo adornado con colores chillones.
La cerámica y los tejidos de los Kalavarän son muy apreciados aunque escasos; mientras que la producción de cestería es muy abundante por la abundancia de materias primas en la zona y conocida en todas las zonas cercanas por su acabado. Los Kalavarän son agricultores y expertos en la utilización de todo tipo de sistemas de irrigación del lago Ënoch. Este es uno de los motivos por el que consideran el lago y su agua sagrada. Gracias a estos procedimientos cultivaban extensivamente arroz. Nunca se consumen alimentos del lago Ënoch ya que pueden poseer el alma de alguna de las personas ahogadas y por este motivo la pesca no es una opción. En los poblados hay pocos animales domésticos, y el perro es sustituido por el pavo, siendo habitual ver estas aves campar a sus anchas en el interior de las casas y entre las personas, mostrándose perfectamente integradas en la vida diaria de las familias. Aunque los habitantes de los barrios más cercanos a la orilla del lago se cuidan mucho de que sus animales no salgan a las calles por la suerte que pueden correr con los habitantes de las turbias aguas.
Los hombres crudos
Hace mucho tiempo, cuando existía el Grakin al lado del río Alakan y todavía no se había producido la tragedia que formó Ënoch se cuenta que unos días bajaron unos hombres de los cielos que aunque se parecían a las gentes que habitaban el Grakin no eran como ellos, o como nosotros. Tenían la piel lisa y brillante como si fuera de plata y recordaban tanto a los mendwan como a los h´sar ya que compartían rasgos de ambos. Se dice que pasaban todo el día debajo del agua del Alakan y que les gustaba dormir y descansar en lo más profundo. Sólo salían a la orilla del caudaloso rio cuando llegaba la noche, y con la oscuridad la luna se reflejaba en su brillante y lisa piel. Los animales y los hombres de la región se reunían en la orilla del Alakan cuando caía la noche para contemplar la hermosa piel de aquellas criaturas y soñar con su magia.
Pero aquellas criaturas eran orgullosas y presumidas y empezaron a salir del agua durante el día para ganarse la admiración de todos los habitantes del Grakin y de todos los animales que por la noche dormían. Entonces, los hombres y los animales ya no iban sólo por la noche a beber agua sino que se acercaban también cuando brillaba el sol, admirando aquellas pieles plateadas. Con el paso de los días los hombres empezaron a adorarlos como si se tratase de deidades de las estrellas.
Pero por desgracia sucedió entonces que el sol brillante, poco a poco fue secando la piel de aquellos seres de manera que cada día se iba endureciendo y rasgando más y más. Al ver este cambio en su piel todos los seres vivos empezaron a tenerles miedo y evitaban el lugar en el que vivían. Los hombres pasaron de adorarlos a temerlos y a repudiarlos. Con el tiempo la piel endurecida les quedó cubierta de grandes y duras escamas pardas similares a las de los cocodrilos y se convirtieron en los hombres crudos de Ënoch, también conocidos como los hombres cocodrilo.
Aquellas criaturas, antes tan orgulloso de su piel de plata, ahora estaban llenas de frustración, vergüenza y odio a la humanidad y a los animales. Nunca se recuperaron de la humillación que habían sufrido y desde entonces permanecen sumergidos en las aguas turbias, con sólo sus ojos y orificios nasales sobre la superficie del mismo modo que los cocodrilos esperando su oportunidad para arrastrar hacia las profundidades a los hombres dónde se sequen y se pudran como ellos. Durante las largas noches emiten un llanto similar al de un alma aquejada por una pena terrible.
Referencias
El lago Ënoch es un versión para Pangea del lago Antañavo de Madagascar. La leyenda de la creación de este lago se ha utilizado como centro de esta ambientación. Puedes leer algo más sobre la realidad en este link: http://sobreleyendas.com/2013/04/29/antanavo-el-lago-sagrado-de-madagascar/
Los hombres crudos son una versión propia de David Ike de la leyenda que se cuenta en África a los niños sobre cómo se crearon los cocodrilos:
http://www.educapeques.com/lectura-para-ninos/fabulas-y-leyendas-el-cocodrilo.html