(instrumento de lluvia)
El matraba es un instrumento ceremonial de los dwandir que, según ellos, emula el ruido de la lluvia sobre los árboles. Se utiliza en ceremonias chamánicas, pero también en festividades y actos sociales. Es un instrumento de percusión que marca el ritmo de una canción o ceremonia. Los dwandir nunca lo utilizan ni en funerales ni para rememorar batallas o héroes. El matraba es un instrumento de vida y no de muerte.
Hay artesanos constructores que pasan la vida dando forma a instrumentos de lluvia y cada uno es único y tiene un sonido característico. Hay matrabas de poco más de una vara de altura y otros con varias varas que incluyen escaleras para poder tocarlos. Naturalmente, estos últimos se fabrican en el mismo lugar donde van a ser tocados y se reservan para sitios sagrados. Un matraba de este tamaño puede ser la obra culminante de la sabiduría de un artesano musical dwandir y no en todas las generaciones se construye un instrumento así.
El instrumento de lluvia consiste en tres palos verticales, unidos en un extremo y apoyados uno con el otro para que se sostengan de pie. Se asemeja a la estructura de algunas viviendas de las estepas. En la parte inferior, pero separado del suelo por un puño, se coloca un grueso aro de madera circular con una piel de animal tensada y engrasada en su parte inferior. El aro de madera se fabrica con el tronco de un árbol, vaciado su interior y eliminada la corteza exterior. La altura del aro no es importante, pero cuando más hábil es el artesano, más pequeña es esta altura, nunca menos que un puño de grueso ya que tiene que tener la resistencia suficiente para aguantar la tensión de la piel. La cara exterior se suele decorar con motivos étnicos y algunos están pintados. A una altura determinada del aro, que marca cual va a ser el sonido del matraba, tiene unos agujeros que se utilizan como rebosaderos. El aro se llena de agua hasta esa altura que suele ser muy poca dejando sólo una fina capa de líquido en el interior. En la parte superior de los palos unidos se cuelgan boca abajo varios pellejos de animales rellenos de agua y con un cierre de tendones especial que permite que el agua salga al apretar la boca. Cada una de estas bocas tiene un tamaño diferente y producirá un sonido diferente. En la parte superior tienen un tapón de corcho y pez que permite rellenarlos.
Tocar el matraba es sencillo; tocarlo bien puede ser un aprendizaje largo y difícil. El artista presiona una de las bocas. Esto hace que el agua salga del interior y caiga sobre el agua que hay en el tambor. Este vibra y como está cerca del suelo se crea una especie de caja de resonancia y el sonido aumenta considerablemente. La boca se puede mover para que no caiga en el centro del tambor y así variar el sonido y si se mueve mientras está abierto se crean sonido variables muy interesantes. Cuando más grande es la boca abierta, más grave es el sonido que se provoca. El agua de los pellejos no cae a chorro; el artista mantiene abierta la boca apenas un latido y sus manos se mueven de una a otra con asombrosa rapidez. El agua que va cayendo al aro se vacía a su vez por los rebosaderos evitando que éste se llene y se varíe el sonido del instrumento.
Dicen las leyendas que en el centro de los bosques dwandir hay un matraba de más de diez veces la altura de un hombre y que esta fabricado en un árbol, una higuera, viva que tiene miles de años de antigüedad. Se dice que el arte para tocar esa matraba se ha perdido y que solo sonará de nuevo el día del fin del mundo anunciando a todos los dwandir que morirán.