Pangea – Caravanas Tikki (y VII)

 Por: Rubén Ramos

Mucha gente considera que hablar de caravanas tikki es lo más parecido a una contradicción. Al fin y al cabo, no son muy conocidos por su disciplina y orden. Sin embargo, las caravanas tikki son una visión habitual en algunas regiones de Pangea.

Los tikki se mueven como pez en el agua cuando llega el momento de comerciar tres tipos de mercancías:

Las relacionadas con las artes (música, canto, cuentacuentos, baile, etc).
Las relacionadas con la transmisión de mensajes entre poblaciones vecinas.
Los esclavos.

Las artes son muy apreciadas por todas las poblaciones, en especial las más aisladas, ávidas de entretenimiento para huir de la monotonía de la vida diaria. Los tikki ejercen de circo itinerante que hace las delicias de los niños, enamora a las jovencitas, divierte a los adultos y en general, desplumar a los lugareños (peleas amañadas, juegos y un largo etcétera).

Los tikki son unos inmejorables mensajeros. A pesar de su fama, son bastante disciplinados en dicha tarea y las caravanas tikki (en realidad, agrupaciones de tikki de una a tres manos) conforman una de las redes de comunicación más efectivas de Pangea. Son, por así decirlo, un primitivo Pony Express. Este servicio es utilizado por muchas razas de manera habitual.

Por último, los laceros y tramperos tikki tienen una enorme fama como gente que sabe manejar esclavos. Se dedican a la venta, la compra y la recuperación de esclavos fugados, sobre todo en territorio h’sar y por las zonas donde merodean los ogros. No es un trabajo fácil, hay mucha competencia y en ocasiones terminan mordiendo el polvo cuando una caravana más experimentada o poderosa se cruza en su camino. Pero los beneficios son muy suculentos.

Las caravanas tikki son uniraciales. Nadie trabaja para ellos y no suelen querer trabajar con nadie. Su funcionamiento, en las que las decisiones se toman por consenso (más bien, a gritos), no suele funcionar con el resto de razas y la forma de funcionamiento del resto de caravanas.

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