Autor: Sergio Jurado
Los Manos rojas son una tribu mendwan que habita la sabana de Entrovia. Son altos y esbeltos, más que la mayoría de los hombres de ébano. Tienen el cuello largo, ojos almendrados y unas feas narices achatadas (de las que otras tribus vecinas se burlan despiadadamente, llamándoles «hijos de facóquero»). La tribu se integra, tenuemente, en el Clan del Sol, una alianza informal de varias tribus para defender sus intereses comunes en el grakin.
Su poblado se alza en torno a un pozo de burbujeante barro rojizo, que permanece muy caliente en todo momento. Los Manos rojas creen que el pozo está bendito por el Gran Espíritu y que ellos son sus guardianes elegidos, así que lucharán con ferocidad por conservarlo. El poblado está rodeado por una alta empalizada de hierbas espinosas que mantiene alejadas a las fieras. La tribu ha trabado amistad con una jauría de licaones que frecuenta los alrededores del grakin durante la estación húmeda. A veces los cachorros jóvenes juegan con los niños del poblado pero aún no pueden considerarse animales domesticados ni mucho menos.
La tribu es bastante grande. Está compuesta por dos centenares de adultos y como el triple de niños. Todos los miembros de la tribu deben, si desean convertirse en adultos, llevar a cabo una ceremonia en la que sumergen las manos en el barro hirviente del pozo rojo. Por supuesto, el barro quema muchísimo por lo que sumergir las manos es, en realidad, una prueba de voluntad. El barro tinta permanentemente la piel de las manos con el tono cobrizo del pozo, más cuanto más tiempo aguantes con las manos dentro. Se considera un signo del favor de los espíritus que las manos se vuelvan completamente rojas ya que eso significa que has logrado aguantar el dolor durante mucho rato. Por supuesto, la tribu esperará grandes proezas de alguien que haya sido marcado de tal modo.
La mayoría de los adultos son cazadores o recolectores. Sin embargo, en la era de las guerras Raciales, unos cuantos varones formaron la «Sociedad de los audaces guerreros», una logia de «guerreros de élite» que practica rituales secretos. Para ingresar en la Sociedad, los varones de la tribu deben cazar un león lanudo en solitario y tejerse un poncho-armadura con su melena. Por supuesto, ni todos lo logran ni tampoco todos los cazadores osan intentarlo. Por lo general, en un momento dado la sociedad suele estar formada por no más de dos o tres manos de cazadores.