– Bien, añadimos un poco de contraste, esto lo pasamos a negritas, tabulamos y fin. –Contempló satisfecho el resultado. Era el ultimo artículo y eso concluía el trabajo y aquello le alegraba mucho más. Habían sido unos días duros con tanto trajín de cajas y de preparativos para otras cosas, pero había terminado en plazo, lo que siempre le alegraba.– ¡Muchacho! –gritó– ¡Vamos a publicar la revista! ¿Quieres venir a verlo?
Nadie respondió, ni siquiera el eco de unos pasos alejándose a toda velocidad como ocurría en ocasiones. Silencio, un silencio que no hacía presagiar nada nuevo. Presionó el botón para publicar la revista (www.desdeelsotano.com) y salió del despacho. Miró en toda la planta, la cafetería, la sala de reuniones. Miró en las inferiores donde deberían haber estado los dibujantes, los maquetadores, los redactores, pero no había nadie. Por último observó la puerta que daba a la calle. Estaba entreabierta, lo que era raro, y con el corazón empujabndo su pecho preparándose para lo peor, se asomó. Tan sólo estaba su pequeño monociclo a vapor; el resto de los vehículos había desaparecido.
«¡Qué mala gente!» pensó. «¡Pues no se han largado ya a las Ludo Ergo Sum!»
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