Número: 135. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Una de las demandas más recurrentes de los jugadores de Walhalla es la de disponer de una tabla o lista de precios, más o menos exacta y en algún tipo de moneda concreta, para que sus PJ puedan comprar o, eventualmente, vender cosas. Bien, una cosa así no es del todo posible en un juego realista como Walhalla, y no lo es por varias razones:
Los vikingos apenas utilizaban dinero en sus intercambios. Y si decimos «apenas», en realidad queremos decir «prácticamente nunca». Cuando los vikingos deseaban adquirir algo pagando por ello, lo abonaban en especie. Es cierto que también se hacían con onzas de oro o plata y las usaban de vez en cuando, por supuesto, pero estas eran monedas de valor real, no fiduciario (como hoy), por lo que en la mentalidad de un vikingo del siglo IX no existía una diferencia conceptual entre pagar con una oveja o con un número determinado de onzas de plata, por poner un ejemplo. Además, no era raro que la mayor parte del oro y la plata se guardase como tesoro personal o familiar, desapareciendo de la circulación temporal o permanentemente. Por otra parte, los vikingos no acuñaron moneda hasta fechas avanzadas, ni lo hicieron nunca con gran regularidad ni en la cantidad suficiente como para crear una economía verdaderamente monetaria.
Casi no existían las «tiendas», aunque sí es cierto que en determinados núcleos de población (a los que podemos llamar «ciudades», como Ribe o Jelling, por ejemplo) había establecimientos comerciales más desarrollados: talleres, locales de los mercaderes de esclavos, espacios para los vendedores de objetos de importación (desembarcados allí como fruto de los saqueos o del intercambio a media y larga distancia), etc. En la página 177 del manual de Walhalla se hallan unas sencillas tasas de intercambio con las que cualquier DJ podrá manejarse sin muchos problemas.
Aun utilizando monedas (que eran las que podían conseguir de los árabes, onzas de plata casi siempre, por diferentes conductos), los precios variaban enormemente de un lugar a otro y de una estación a otra. Fenómenos como la inflación de precios también afectaban a los vikingos, así como la ley de la oferta y la demanda. La abundancia de esclavos tras una temporada especialmente buena de saqueos hacía disminuir su precio, por ejemplo, y así con todo lo demás. Por tanto, para el DJ lo más recomendable es establecer precios para los bienes (o servicios) en función del momento particular en el que se desarrolle la aventura.