Número: 198. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Poco a poco la agencia empieza a remontar después del asesinato de Pedro. Es a primeros del 2010 y les llega el caso que volverá a ponerlos en la palestra.
Ricardo Serna de las Heras, un joven que está a la espera de heredar el título de Señor de Florejats, acude a la agencia para requerir sus servicios. Es una persona parada, apocada, que palabras justas que son arrastradas fuera de su boca, y su mirada esquiva, ciertamente tímida. Y su demanda es, cuanto menos, muy curiosa. Sabe que la policía lo tomaría por loco así que ha decidido contratar los servicios de los detectives, que recibiendo el estipendio acordado, podrán sacarle de dudas.
Dice que hace unas noches se le presenta su fallecido padre para hacerle saber que su muerte no fue un accidente. Que fue asesinado. Sin embargo nunca ha pronunciado ninguna palabra o frase que pudiera indicarle quien podría haber sido el causante.
Su progenitor ya haces unos pocos meses que murió en el mar. Salió solo a navegar como acostumbraba a hacer muchos fines de semana. Al no regresar antes del anochecer se dio la voz de alarma. Al día siguiente, ya con luz diurna, localizaron el barco a la deriva y sin nadie a bordo. Días después localizaron su cuerpo en el mar.
La autopsia reveló que se había ahogado, teniendo posiblemente antes un ictus. Cosa que probablemente fue el hecho que hizo que se precipitara al agua.
Bien es cierto que a Ricardo se le quedó un sentimiento de no tenerlas todas consigo. Presupone que a lo mejor, esta falta de credibilidad en el resultado de la investigación, es la que le hace ver en la duermevela al fantasma de su padre. Entiende como suena este hecho, pero ello le ha servido de estímulo para tratar de encontrar la verdad, sea la que sea. Y espera que la agencia pueda ayudarle, siendo discretos al máximo.
El difunto don Antonio José, a parte del título nobiliario que incluía cierto patrimonio, era propietario de varias empresas compartiendo titularidad con su hermano menor Alfredo. Asimismo también tenía la empresa que es para Ricardo.
Casado con Helena de Rosales, madre de Ricardo, desde hace muchos años fueron pareja desde siempre. El único problema conocido por la gente era su diabetes, de la cual sacaba pecho para apoyar cualquier acción en su favor.
Su testamento dejaba el Señorío, la empresa y cierta parte del patrimonio a su hijo, el resto de patrimonio a Helena, así como participaciones en las empresas, y a su hermano el control de los negocios que compartían.
Si la muerte no fue el accidente que se presupone… ¿quién podría estar interesado en ella? Visto lo visto Clara y su gente descartan a Ricardo. No les cuadra que sea sospechoso.
¿Podría su hermano estar interesado en el control empresarial? Los negocios van bien.
¿Su mujer? Esta investigación parecía más débil ya que Helena ya disfrutaba del patrimonio. Si no fuera que Don Antonio la tuviera férreamente controlada de puertas a dentro…
¿Los dos? ¿Podrían estar compinchados? Hubo un tiempo que se rumoreó en círculos privados que Helena realmente se enamoró de Alfredo pero que era Antonio el que heredaría el Señorío. Blanco y en botella.
Y si alguno de estos fuera el caso, ¿cómo se perpetró el crimen? No hay testigos de que realmente partiera solo en el barco. Alguien podría haberlo acompañado. Y ya en alta mar, de alguna manera, tirarlo al agua, donde además tuvo un ictus. O conseguir provocárselo de alguna manera para luego arrojarlo por la borda.
Dicho lo cual, algún cómplice tuvo que recogerla del barco y devolverla a tierra firme.