Número: 80. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
La lanza del Destino, también conocida como Lanza Sagrada es el nombre que recibe la lanza que utilizó el soldado Longinus para atravesar el cuerpo de cristo en la cruz. En la actualidad hay varios objetos identificados como dicha lanza (la lanza del Vaticano o la lanza Etschmiadzin) pero este artículo se centrará en la conocida como Lanza de Viena o Lanza Hofburg.
Es una punta de lanza con forma de hoja, de unos 30 cm de longitud, con un hueco en el alma donde hay sujeta otra pieza mediante alambres. En algún momento de su historia se la cubrió parcialmente con una lámina de pan de oro y así se ha conservado hasta la fecha.
Las primeras referencias a esta lanza corresponden al gobierno, en el Sacro Imperio de Otón I y permaneció en poder de la familia imperial hasta que en 1424 el emperador Segismundo envió su colección de reliquias, entre las que se encontraba la lanza, a Nurenberg para que allí se conservase.
La lanza quedó depositada en dicha ciudad hasta 1796 en que fue trasladada a Viena para mantenerla a salvo de los franceses, confiándola al Barón Von Hugel, que debía devolverla cuando pasase el peligro. Tras la disolución del imperio la lanza fue vendida a los Habsburgo, en lugar de ser devuelta, y pasó a estar custodiada en la Tesorería Imperial de Viena.
En marzo de 1938, tras la anexión de Austria, Hitler tomó una colección de objetos de los Habsburgo, entre los que se encontraba la lanza y la cargó en un tren blindado. De esta manera, y protegida por las SS, la lanza se depositó en Nurenberg, en la iglesia de Santa Catalina.
Durante los bombardeos de Octubre del 44, en los que Nurenberg sufrió grandes daños, Hitler mandó que la lanza fuese enterrada en una bóveda. Algo después de la conquista, gracias a un impacto fortuito de una bomba que había dejado a la vista la entrada tapiada de la bóveda, el Teniente Horn pudo no sin ciertas dificultades acceder a la cámara y recuperar el tesoro de los Habsburgo, que fue devuelto por el General Patton a los Vieneses.
Desde entonces la lanza se encuentra en el museo de la tesorería imperial de Viena.
Parte de la leyenda de la lanza explica como la misma fue descubierta durante la primera cruzada en Antioquia. Después de la toma de la ciudad una banda de sarracenos sitio a los cruzados en el interior de la misma. Tras varias semanas sin agua ni provisiones, cuando la rendición parecía inminente, un sacerdote dijo haber tenido una visión de una reliquia enterrada bajo el suelo de la iglesia de San Pedro. Cuando se excavó y se halló la lanza los ánimos de los cruzados se reforzaron y fueron capaces de romper el cerco y derrotar a sus enemigos.
Cuenta también la tradición germánica que la lanza fue portada por Carlomagno durante 47 campañas victoriosas y que no fue hasta que dejo caerla accidentalmente que perdió la vida.
Similar es la leyenda de Federico Barbarroja, que entre otras hazañas está la de la conquista de Italia y la de la expulsión del Papa. Sin embargo la muerte le llegó tiempo después, a los pocos minutos de haber perdido la lanza mientras vadeava un arroyo en Sicilia.
Finalmente la leyenda nos lleva hasta Hitler y el Teniente Horn. Dicen que Hitler era conocedor de estas leyendas y que desde joven había mostrado gran fascinación por la lanza. Este pudo ser el motivo por el que decidió hacerse con ella. Mientras la lanza estuvo en su posesión estuvo a salvo, sin embargo su muerte, aún en la distancia, se vio relacionada con su ansiada lanza. Mientras el Teniente Horn entraba en la cúpula de la ciudad de Nurenberg a 400 km de allí las tropas soviéticas tomaban la ciudad de Berlín, la fecha en la que el Teniente Horn tomó en su mano la Lanza del Destino quedó grabada en todos los libros de historia, 30 de Abril de 1945.