El pasado fin de semana estuve en las Hispania Wargames que son unas jornadas que empezaron dedicadas sólo a los wargames (de miniaturas), pero que, poco a poco, han ido ampliando el espectro y ahora tienen wargames (de hexágonos), juegos de tablero y rol. Siguen siendo unas jornadas de miniaturas principalmente, pero es bueno ver otras cosas (y que esas cosas se vean) allí.
Las partidas de rol de este año estaban organizadas por la buena gente de Málaga Quest, una activa asociación de rol. El sábado por la mañana y por la tarde coparon todas las partidas, aunque el domingo fue más flojo (en todas las Hispania en general). Una cosa que me llamó la atención de las partidas que hicieron es que ninguna utilizaba miniaturas (excepto una que utilizaba una especie de pines) para los personajes. Y es cierto que casi nunca veo miniaturas en las partidas de rol de las jornadas, pero sospecho que es habitual también en las mesas fuera de eventos.
Tuve una interesante conversación sobre miniaturas con un jugador de rol (ambos nos definimos como polifrikis) y en el viaje de regreso estuve dándole vueltas a la ausencia de miniaturas. Nuestra afición empezó con miniaturas (derivó de los juegos de miniaturas), ¿por qué las abandonamos?
El hecho de tener una miniatura sobre la mesa no significa que tengas que utilizar tableros hexagonados o contar los movimientos y calcular coberturas. Hay cierta mala prensa contra ellas; no se trata de simular las escenas de acción durante la partida de rol, ni eliminar la narración de tu sesión de juego. Una figura es un elemento descriptivo más que puede ayudarte a focalizar tu personaje (o a que otros lo vean). Cuando acometo la creación de un personaje para una campaña, uno de los pasos es siempre buscar una figura no pintada de mi colección para representar ese personaje (y si no la encuentro, raro, me compro una) y antes de la primera partida intento pintarla (modificándola si es preciso) para aparecer con ella en la mesa de juego. Presento a mi personaje: «soy un hijo de la ciudad…» y, además, enseño la figura.
Lo veo como un proceso natural, parte de ese polifriquismo al que pertenezco. Con los años, he ido reuniendo una colección de figuras que han sido reflejo de mis personajes de rol. Cuando la gente que viene a casa y ve esa balda de la vitrina, piensa que es una ecléctica colección de miniaturas. Yo veo campañas de rol en las que participé.
No se trata de ser un maestro pintando miniaturas (yo no lo soy) para jugar a rol. Ni siquiera se trata de pintarlas, solo de usarla. Reivindico recuperar esta costumbre, recuperar las miniaturas en las partidas de rol como foco de los personajes, como un elemento más de la mesa junto a la bebida, las patatas fritas, los dados y la hoja de personaje.